Los datos son inapelables y dan fundamento no sólo los pronósticos sino también estadísticas preliminares privadas: el rebote económico se frenó durante el primer trimestre según informó ayer el INDEC y, lejos de reaccionar, en abril la actividad industrial se mantuvo estancada, de acuerdo a una de las primeras mediciones difundidas.
El instituto estadístico oficial dio cuenta de una caída de la producción industrial en marzo respecto de febrero de 1,2% y de 4,1% para la construcción, a pesar de que ambos indicadores son positivos respecto del año pasado. Pero, a diferencia de lo que ocurrió en enero cuando también registró una contracción que luego se revirtió al mes siguiente, los datos de marzo podrían marcar el fin de la recuperación. Es lo que indica la información disponible hasta el momento. Por un lado, uno de los principales sectores industriales con altísima ponderación en toda la actividad, el automotriz, anunció una caída en la producción de 10,1% en abril, desempeño que puede anticipar la tendencia que también registró el Índice de Expectativas Industriales (IEI) que elabora el Instituto Económico de la UADE, a cargo del economista Fausto Spotorno.
“La actividad industrial parece estar frenando de acuerdo al IEI. Este índice permite observar relativamente temprano la perfomance económica y anticipó que en marzo la actividad se habría frenado. Para abril mostró lo mismo”, afirmó Spotorno.
El informe de la universidad privada explica que el indicador presenta para el mes pasado un valor de 50,1 levemente más bajo que el correspondiente al mes anterior. Así, las expectativas industriales se encuentran en el límite de la zona de “perspectivas de expansión económica”, a apenas dos décimas de entrar en terreno negativo, es decir, la zona de “perspectivas de contracción económica”. Este índice de expectativas, que suele ser un anticipo fidedigno del índice de producción industrial (IPI) oficial se compone de cuatro variables, de las cuales la producción industrial esperada muestra un claro sesgo negativo, con una caída de 4,5 puntos respecto de marzo, cuando esa estimación era levemente positiva (46,2 vs. 50,7). Las otras variables, como utilización de la capacidad ociosa, horas trabajadas y dotación de personal se mantienen ajustadamente en terreno positivo.
En cualquier caso, estos anticipos están en línea con los reclamos de los distintos sectores industriales respecto de sus dificultades para aumentar la producción debido a la escasez de dólares para importar y también se encuentran en sintonía con los informes del JP Morgan que ya desde marzo vienen advirtiendo sobre las posibilidades de recesión. Concretamente, la entidad norteamericana proyectaba hacia fin del primer trimestre que entre abril y junio la actividad caería 2,5% pero un mes más tarde, a fin de abril, revisó ese pronóstico y calculó que la contracción podría casi duplicarse ya que su nueva estimación indica una retracción de la actividad económica de 4,5% durante el actual trimestre, con muy pocas chances de recuperar el terreno perdido en el resto del año. El recalentamiento de la inflación, una menor cosecha y la falta de energía fundamentan este empeoramiento de la estimación.
Tanto el escenario planteado por el banco de inversión como los últimos datos disponibles van en sentido contrario al entusiasmo que despliegan los ministros de Economía y de Producción, Martín Guzmán y Matías Kulfas, respectivamente. En un almuerzo con empresarios, Guzmán afirmó ayer que la economía “podía seguir creciendo en 2023″ si se actuaba con racionalidad, en un mensaje para la interna política del Gobierno que daba por descontado el crecimiento en 2022. “Los primeros meses de 2022 también nos encontramos con una economía que se sigue recuperando fuertemente. La actividad económica sigue pujante, sigue habiendo generación de empleo, y los fundamentales de la economía también vienen mejorando”, dijo el ministro. Los datos, por el momento, no parecen darle la razón. Tampoco a su colega Kulfas, que en privado asegura que “la economía está volando”, apoyado en la comparación interanual que, si bien es positiva, también acusa una fuerte desaceleración.
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