Luces de alarma: la aceleración de la inflación amenaza con ahogar la recuperación de la actividad económica

El Gobierno encara una doble agenda para intentar frenar la escalada de precios. Qué esperan las consultoras del mercado

La aceleración inflacionaria aparece ya como un nubarrón negro que cubre las perspectivas de mejora de la actividad económica para los próximos meses (EFE)

La aceleración inflacionaria aparece ya como un nubarrón negro que cubre las perspectivas de mejora de la actividad económica para los próximos meses. La persistencia del ritmo de suba de precios y los índices mensuales tan elevados trastocan algunas variables y los delicados equilibrios macro que, aunque sea de manera precaria, podía mostrar el Gobierno tras la estabilización cambiaria de las últimas semanas y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que mostró una hoja de ruta para algunas decisiones de política económica, especialmente la fiscal y monetaria.

Por eso la pregunta que ronda entre los analistas de mercado y sobre la que el Gobierno por ahora no arriesga una respuesta es si el nuevo panorama de precios desbocado tendrá un efecto en las posibilidades de crecimiento de la economía en este 2022, tras la recuperación superior al 10% que tuvo el 2021.

Para algunos economistas y consultoras habrá un impacto, aunque por ahora el consenso de mercado -que se puede ver en el REM que hace el Banco Central- sostiene que habrá una mejora de 3,2% en el PBI este año, aún sin incorporar el dato de inflación de 6,7% que tuvo ese mes. Por lo pronto, en el equipo económico consideran que es necesario un “estudio a fondo” sobre cómo salir del aprieto, en medio de una inercia marcada y un escenario global desfavorable.

Se ajusta a la agenda el urgente llamado de varios sindicatos para apurar negociaciones paritarias de sectores clave del mercado

Se pueden trazar dos aspectos de una lectura oficial sobre la situación inflacionaria. Por un lado, un marco de acción más rápido. En ese sentido, nombran en los despachos oficiales una medida como el bono extraordinario que pagará el Gobierno a trabajadores informales, monotributistas, empleadas de casas particulares y jubilados. El espíritu de la medida es evitar que haya una caída fuerte del poder adquisitivo del salario.

Algo que también se ajusta a esa agenda urgente es, por otro lado, el llamado de varios sindicatos para apurar negociaciones paritarias de sectores clave del mercado laboral. Por último, siempre desde el punto de vista más cercano, hay otras determinaciones de política de precios, como los acuerdos con empresarios, el fideicomiso del trigo para retrotraer valores de alimentos, entre otras.

Luego sobrevuela una visión más de mediano y largo plazo. Allí el acuerdo con el Fondo Monetario se erige como elemento central. En las últimas semanas el Poder Ejecutivo defendió el camino de corrección de desajustes macroeconómicos como plan para desacelerar de manera sostenible la inflación. En resumen: recorte del déficit fiscal y de la emisión monetaria y acumulación de reservas.

De todas formas, más allá del diagnóstico que dejan saber desde los despachos oficiales, hay entre analistas, economistas y consultoras distintos aspectos que anotan como alarmantes de la aceleración inflacionaria: la pérdida del poder de compra, la caída consecuente de la demanda y de la actividad, los problemas distributivos, la presión sobre el cepo cambiario y una sensación de pérdida de la brújula hacia adelante.

Para Guido Lorenzo, director de la consultora LCG, la inflación y la actividad económica “son cosas que se suelen tomar como independientes”, dijo en diálogo con Infobae, pero afirmó que en el corto plazo “se resiente el salario real y se deprime la demanda, con paritarias que se retrasan en magnitud”, aseguró.

“La aceleración de la inflación deprime los ingresos no solo de los trabajadores sino también de los beneficiarios de programas sociales. Por eso esperamos un impacto derivado de la menor actividad, puede ser que aparezca un escenario más recesivo para los próximos meses”, anticipó el economista.

La aceleración de la inflación deprime los ingresos no solo de los trabajadores sino también de los beneficiarios de programas sociales (Lorenzo)

LCG recalculó sus estimaciones de inflación para este año en torno del 70%. “El Poder Ejecutivo insiste en esperar a mayo para ver una mejora en los índices de inflación. Sin embargo, el tipo de cambio moviéndose a un ritmo más acelerado, la velocidad con la que se incorpora en el componente inercial la inflación mensual y el aumento de tarifas nos hace pensar que la inflación no perforará el piso del 5% en los próximos meses”, consideró LCG.

“Así, las tasas de interés tendrán que seguir aumentando. Una economía con inflación acelerándose en 20 puntos respecto al año anterior, con tasas de interés al alza, salarios que quedan rezagados y sensación de que el ejecutivo perdió el control no puede funcionar bien. La actividad creciendo al 4% quedará en el mismo nivel que en el cierre 2021 y eso no entusiasma”, concluyó.

Martín Vauthier, economista de Anker Latinoamérica, la consultora fundada por el ex presidente del Banco Central Luis Caputo, dijo que “la aceleración de la inflación es el principal riesgo que enfrenta la economía hoy”, mencionó ante Infobae: “Las anclas tradicionales que en otro momento se utilizaron para anestesiar la inflación hoy no funcionan”.

Martín Guzmán, en la mira del kirchnerismo por la aceleración inflacionaria

“El tipo de cambio oficial ya acumula una apreciación respecto a 2020. Hoy el tipo de cambio multilateral que es el relevante para las importaciones, está a niveles de salida del cepo en 2015. Una aceleración de inflación agrava este deterioro y obliga al BCRA a mover nominalmente el dólar más rápido. Es una paradoja: se acelera la inflación, se atrasa el dólar y la aceleración del crawaling peg le pone un piso más alto al IPC”, explicó Vauthier.

Distintos informes privados dieron cuenta de cuál sería el impacto concreto que pueda tener la inflación acelerada de los últimos meses para una economía como la argentina que mostraba hasta febrero una tendencia de crecimiento.

Para Fundación Capital, de Martín Redrado, por ejemplo, el efecto principal negativo será en el poder de compra de los salarios. “Frente a una inflación estimada del 65% entre diciembre de 2021 y diciembre de 2022, los salarios del sector privado registrado verificarían un descenso en el poder de compra del 0,8%, mientras aquellos del sector público e informales advertirían una baja incluso mayor (1,8% y 5,6%, respectivamente)”, explicó el estudio.

Los analistas creen que la inflación agudizará los problemas distributivos, la presión sobre el cepo cambiario y una sensación de pérdida de la brújula

“Ante la incertidumbre, los gremios apuestan a sellar acuerdos cortos, menores al año, con el objetivo de volver a sentarse a negociar hacia los meses de septiembre-octubre y evitar una caída marcada en los salarios reales, como ocurrió en los primeros meses del 2021. Si bien por el momento cerraron pocos gremios bajo esta nueva convocatoria, los acuerdos se perfilan con subas mayores a las verificadas en las negociaciones de los meses previos”, continuó.

Por otra parte, estimó la FC que “para la primera parte del año se prevé que el poder adquisitivo se ubique en terreno ligeramente positivo (1,8% interanual); aunque para el segundo semestre el salario real caería (3,3%), en línea con una inflación más elevada en términos interanuales y salarios que se les dificulta empardarle”, advirtió.

“En el acumulado del año el salario real del sector privado registrado presentaría una baja del 0,8%. Por su parte, prevemos una pérdida cercana del 1,8% en el poder adquisitivo del sector público, en un marco de una meta fiscal desafiante acordada con el FMI. Asimismo, proyectamos que el salario real de los trabajadores informales continuará en descenso (5,6%). De este modo, los salarios culminarían el 2022 con una caída en términos reales del 2,4%”, plantearon los economistas de la Fundación Capital.

En definitiva, tanto desde el punto de vista del salario como de la calidad del empleo, el 2022 no se perfila como un buen año. “Se conjugan salarios que difícilmente le ganen a la inflación en el acumulado del año, con una recuperación del empleo donde gana participación el trabajo precarizado. Así, se vislumbra un nuevo año negativo para el poder adquisitivo de los trabajadores”, concluyeron en la FC.

En un sentido similar, la consultora PxQ, del ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis, destacó que “aunque la economía volvió al nivel prepandemia la remuneración de los trabajadores y la evolución de su participación en los ingresos no refleja la misma dinámica”.

“Actualmente el mismo nivel de actividad económica arroja una distribución del ingreso más regresiva que en otros momentos. En 2016 los trabajadores se llevaban el 54% del valor agregado bruto de producción; en 2018 el 46%; al cuarto trimestre de 2021 la participación del trabajo llegaba apenas a 44,6 por ciento”, estimaron.

Aunque la economía volvió al nivel prepandemia la remuneración de los trabajadores y la evolución de su participación en los ingresos no refleja la misma dinámica (PxQ)

“Parte de ese retroceso tiene que ver con que el nivel salario real actual se encuentra 15% debajo de 2016 y 2018. El nivel actual de salario real y la participación de la masa salarial sobre el valor agregado bruto es similar a lo observado en 2010″, amplió un reporte de PxQ.

En ese aspecto, la consultora vincula los límites a la política de recuperación de salarios que implica el acuerdo con el FMI. “La situación actual de las reservas es un límite para la recuperación del salario real. Además, implica que se debe compatibilizar una suba del poder adquisitivo con por los menos 2 dinámicas macroeconómicas: mantener el tipo de cambio real y reducir el nivel de subsidios a la energía”.

“Por un lado, el Gobierno acordó que el tipo de cambio real se mantenga estable con respecto a 2021. Por el otro, la reducción de subsidios implica aumentos en las tarifas con un impacto en el IPC. Además, el compromiso político de que el gasto corriente crezca en términos reales implica, por lo menos, una indexación de los egresos públicos. Por todas estas razones, el acuerdo carece de anclas nominales y es difícil que los salarios crezcan por encima de la inflación”, resalta el informe privado.

El Gobierno afronta un año con inflación récord en las últimas décadas. (EFE)

“Sin un programa anti-inflacionario integral y sin una flexibilización del esquema de control de cambios que incremente la oferta de divisas, cualquier mejorar del salario real está destinada a ser transitoria y potencialmente desestabilizante”, concluyó PxQ.

Analytica fue más allá y explicó que una inflación como la de los últimos meses pone en peligro otro objetivo previsto en el programa económico consensuado con el Fondo Monetario: la acumulación de reservas. Así lo explicaron en un informe reciente: “El Gobierno está obligado a hacer modificaciones en la política económica. Y entre ellas esperamos un endurecimiento del cepo cambiario”, sostiene un informe a clientes.

“Enciende una luz de alarma que durante los tres primeros meses del año a pesar de que los precios de las exportaciones y los términos de intercambio se encuentran en máximos el Banco Central terminó con una posición vendedora de dólares en el mercado de cambios. El causante son importaciones en niveles muy elevados a pesar de las limitaciones que sufren algunos sectores para abastecerse de bienes e insumos desde el exterior”, detalló la consultora que dirige Ricardo Delgado.

Una inflación como la de los últimos meses pone en peligro otro objetivo previsto en el programa económico consensuado con el Fondo Monetario: la acumulación de reservas (Analytica)

“El Gobierno tiene dos formas de ajustar las importaciones, un aumento importante en la depreciación del peso o profundizar el cepo cambiario. Producto del fuerte aumento de los precios durante el primer trimestre (+16%) la primera opción no es viable”, apuntó.

“Como mencionamos en informes anteriores el crecimiento de las importaciones para este año tiene un techo del 7,5% y eso implica profundizar el cepo cambiario, sobre todo viendo la dinámica durante el primer trimestre (+44,3% interanual). Para cumplir la meta establecida por el Banco Central el promedio de importaciones mensual para los próximos meses debería ubicarse alrededor USD 5.800 millones”, calcularon. Como referencia, en marzo fue de casi USD 7.100 millones.

Ahora bien, una pregunta que se hace Analytica es ¿Hasta qué nivel necesitaría profundizar el cepo cambiario el Gobierno?. Para eso planteó dos escenarios simulados. En el primero, las importaciones continúan creciendo respecto al PBI de los sectores transables según lo hicieron durante el primer trimestre del año. Mientras en el segundo se revierte esa relación “hasta el porcentaje que garantiza el cumplimiento de la meta del BCRA para el valor anual de las importaciones. De seguir esa política -concluye- el Gobierno puede ahorrarse USD 4.000 millones respecto al primer escenario”.

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