WAAF o Women’s Auxiliary Air Force es la forma con la cual se conoce a una brigada de mujeres británicas que estuvo en servicio durante la Segunda Guerra Mundial haciendo tareas auxiliares para la fuerza aérea del Reino Unido. Sus funciones se limitaban en las bases militares en el país, y nunca estaban expuestas a los peligros del frente de batalla, sin embargo, una miembro de las WAAF tuvo que atravesar uno de los episodios más terroríficos que puede imaginar un ser humano.
El viernes 9 de febrero de 1945, mientras las tropas aliadas avanzaban sobre las líneas alemanas asfixiando cada vez más a las tropas dirigidas por Adolf Hitler, amaneció gris, como suele suceder gran parte del año en Inglaterra. Aquel día, las tareas en la Royal Air Force (RAF) Hibaldstow -base satelital de la RAF ubicada en la región de Lincolnshire- se estaban desarrollando con normalidad.
Sin embargo, a última hora de la mañana, empezó un viento huracanado que hizo que el controlador aéreo de servicio indicara que se debían ensayar los procedimientos de “mal clima”. Una vez dada la orden, Margaret Horton, mecánica perteneciente a la WAAF se dispuso a realizar las tareas en torno al avión que tenía designado, curiosamente conocido como “T for trouble”.
“Había una orden para que uno de los miembros del personal de tierra se sentaran en la cola de los aviones Spitfire mientras rodaban en pista hasta la posición de despegue, para que el viento no los tumbe”, dijo Horton en una entrevista que le realizó Air Mail en 1952. “Si bien era un procedimiento habitual, esta vez mi piloto no recibió la orden de ‘procedimiento para condiciones climáticas adversas’ y, al no haberme visto saltar sobre la cola mientras los otros mecánicos sacaban los cazos, despegó directamente sin darme tiempo a bajar”, continuó relatando.
La violenta aceleración del avión en tierra le dijo a Horton que algo andaba mal, como un acto reflejo se lanzó sobre el fuselaje
La violenta aceleración del avión en tierra le dijo a Horton que algo andaba mal, como un acto reflejo se lanzó sobre el fuselaje y primero intentó llamar la atención del piloto, como no lo logró se aferró como pudo, logrando rodear la parte recortada del plano de cola del Spitfire con sólo tres dedos.
“No había posibilidad de atraer la atención del piloto o de alguien en tierra -narró Horton-, y estaba segura que ante el primer giro iba a caer al vacío”. La auxiliar militar se había dado por muerta pero no entró en desesperación, sino que la invadieron pensamientos de aceptación. “Lo he estropeado por última vez; soy mejor que la mayoría de las personas, ¡pero desearía que no hubiera sucedido!”, se dijo a sí misma en aquel momento extremo. Sin embargo, nunca relajó su mano.
“Al cabo de unos minutos empecé a sentir como se me ennegrecía la vista y sentía que la sangre me subía a la cabeza, hasta tuve un momento de gratitud donde me dije que la muerte se avecinada de una forma fácil, inconsciente”. Pero Horton seguía aferrada a la cola del avión, y como la pronosticada caída no acontecía, se dijo a ella misma que no todo estaba perdido, y que si el vuelo no duraba mucho más, podía estar a salvo.
Sentí como el avión descendía hasta que reconocí claramente que estábamos devuelta en la pista
“Poco tiempo después de esa nueva sensación de bienestar, sentí como el avión descendía hasta que reconocí claramente que estábamos devuelta en la pista. Cuando redujimos la velocidad, me deslicé de la cola y corrí hasta la boina que había permanecido en mi cabeza hasta que llegamos al suelo”, relató Horton, quien dijo que el piloto siguió su recorrido hasta la base sin saber todavía porqué su avión respondía mal.
“No sé como hizo el piloto para hacer un aterrizaje perfecto con una persona colgada de la cola”, dijo Horton en tono jocoso a pesar de que la situación fue terrorífica, de hecho, según su relato, quien operaba la aeronave no había sido notificado de que llevaba a una persona aferrada a la cola de su avión, al controlador del vuelo le apreció mejor dejar que el piloto regresase por su cuenta tras haber sentido que el aparato tenía algún desperfecto técnico.
El incidente de Margaret Horton es recreado en el salón “Women in the air” en el museo de la fuerza aérea británica, y es sin dudas una de las historias más insólitas e increíbles en la historia de la aviación.
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