La mayor recaudación producto de una inflación que es mucho más alta que la proyectada le permite al Gobierno hacer frente a los dos nuevos bonos anunciados ayer. Por eso el propio Presidente anunció que los $ 240.000 millones que costarán las medidas no están atadas a la aprobación del nuevo gravamen a la “renta inesperada”.
Sin medidas concretas para bajar la inflación, la única opción disponible para Alberto Fernández es apelar una vez más a la “ilusión monetaria”, largamente estudiada por la literatura económica. Es decir otorgar aumentos “por única vez” con la idea de equiparar los ingresos a la suba de los precios y que no se pierda poder adquisitivo. Sin embargo, se trata de un efecto de muy corto plazo. Rápidamente la inflación vuelve a hacer su trabajo y quienes recibieron esta mejora terminan al poco tiempo con menos ingresos que antes.
Según las estimaciones del economista Fernando Marull, las medidas anunciadas costarán alrededor de 0,34% del PBI. Más allá de que la inflación y las retenciones hayan inflado la recaudación, este esfuerzo fiscal provocará que la meta de reducción del déficit comprometida con el FMI quede todavía mucho más lejos. Ya había serias dudas sobre el cumplimiento de esa disminución del rojo de las cuentas públicas de 3% a 2,5% antes de la guerra en Ucrania y por supuesto previo a estos anuncios. Ahora luce todavía más improbable.
No es demasiado aventurado proyectar que este aumento del gasto impactará posiblemente en una inflación todavía más alta en el segundo semestre. Las miradas hoy estarán puestas en el dólar, que vive una suerte de “veranito” en pleno otoño. Ayer el “contado con liquidación” cayó por debajo de los $190, a su menor nivel del año, con inversores seducidos por el aumento de tasas en pesos.
El Gobierno también obtuvo un ingreso extraordinario vía IVA por el aumento de la inflación y a través de las retenciones. Si bien tiene más caja para otorgar los nuevos bonos, se aleja cada vez más el compromiso de baja del déficit fiscal al 2,5% acordado con el FMI para este año
Sin embargo, la expectativa de una mayor emisión de pesos para hacer frente a este nuevo gasto podría despertar al billete.
También corre peligro el buen momento de los bonos, con un riesgo país que había caído de los 1.700 puntos. Pero las renovadas dudas sobre el cumplimiento de las metas acordadas con el FMI agregan más presión sobre la deuda, que podría perder parte del terreno ganado en las últimas jornadas.
La historia reciente no juega precisamente a favor. Los tres IFE otorgados por el Gobierno en plena pandemia, que generaron una emisión récord de dos billones de pesos, provocaron un gran salto del dólar en 2020, pasando de $70 a 200 en pocos meses. En parte la inflación del 51% en 2021 y la acumulada en el primer trimestre de 2022 es al menos parcialmente un reflejo de aquella espectacular suba del tipo de cambio.
Martín Guzmán buscará defender ante el FMI este nuevo gasto ante el staff del FMI y su número uno, Kristalina Georgieva, cuando viaje a la reunión de Primavera del organismo en Washington a mediados de esta semana. En alguna medida tendrá cómo defenderlo, ya que el programa pone especial énfasis en la ayuda a los sectores de menores ingresos. Por otra parte, el organismo también reconoció que la guerra en Ucrania se trata de un evento extraordinario que provocó un fuerte salto en la inflación en todo el mundo. Claro que la Argentina es un caso aparte.
La ofensiva para cobrar un impuesto a la renta “inesperada” aumenta por supuesto la confusión y el posible impacto negativo sobre los activos argentinos. La medida recibió duras críticas de parte de las cámaras empresarias, que seguramente comenzarán a hacerse públicas en las próximas horas. La decisión fue considerada “anti inversión” y la incógnita es si pasará o no el filtro del Congreso.
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