En un contexto de la inflación más alta desde 1991, con un acumulado de 16,1% en el primer trimestre, la estabilización de las cotizaciones alternativas del dólar por debajo de los 200 pesos fue una noticia positiva, dada la incidencia de la evolución de los dólares libres en las expectativas de devaluación y su efecto en la formación de precios transables.
En las últimas siete semanas se concretó la fuerte baja del dólar libre de un 12,4%, desde el récord histórico de $222,50, a la par del descenso de 17,8% del bursátil “contado con liquidación”, desde su máximo de $231,03 pesos. Este desplome tuvo sus fundamentos de corto plazo en el acuerdo rubricado entre el Gobierno y el Fondo Monetario, una agresiva suba de tasas en pesos impulsada por el Banco Central y las liquidaciones de exportaciones récord del agro.
Hoy, el dólar libre es ofrecido a sus precios más bajos en seis meses, mientras que el “liqui” cayó a mínimos en cinco meses. En el mismo sentido, una brecha cambiaria en torno al 70% respecto del tipo de cambio oficial ($112,97 en el mercado mayorista), es la más corta en diez meses.
Es cierto que una inflación tan alta como la presente es un incentivo para la demanda de divisas como cobertura y un motor para que el precio del dólar suba. Pero en un marco de debilidad de la actividad económica, con ingresos que acumulan cuatro años de deterioro de poder adquisitivo, la inflación puede producir lo contrario: sin excedente de pesos en los bolsillos, la demanda de dólares se acota y crece la oferta de divisas de quienes necesitan liquidez para llegar a fin de mes.
El dólar libre es ofrecido a sus precios más bajos en seis meses y la brecha cambiaria es la más corta en diez meses
La disyuntiva es si el dólar seguirá tranquilo o si emprenderá un nuevo trayecto alcista. Y así como desde la última semana de enero se impusieron claramente los fundamentos bajistas, ahora hay cuatro factores que están activos para impulsar nuevos máximos nominales para el billete verde.
1) Inflación versus dólar. Con el dato de marzo “fresco”, la inflación acumulada en los últimos 29 meses, desde que se ajustó el “cepo” cambiario a un cupo de USD 200 mensual el 28 de octubre de 2019, alcanzó 158%. En el mismo lapso, el dólar “blue” ganó 158,3% (de $75,50 a $195), mientras que el “contado con liqui” avanzó un 135,4% (de $80,93 a $190,53). Es decir que aunque el dólar libre le vino sacando amplia ventaja al resto de los precios de la economía, en los últimos 18 meses, desde el “pico” de octubre de 2019, ese “colchón cambiario” se consumió, con una palpable inflación en dólares que le pone piso al bajón de la divisa.
En este aspecto, contemplar la inflación es clave para estimar lo vale un dólar. Según la analista financiera Mariela Capezzuoli, al valuar el billete a precios de hoy según el índice CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia) el dólar más caro en términos reales fue el de octubre de 2019 ($182 del “contado con liqui” y $195 del “blue”) equivalente a 333 pesos presentes. Del mismo modo, un “liqui” de $189 hoy regresó a su nivel de precios de las elecciones presidenciales de octubre de 2019.
2) Circulante versus dólar. En el reducido mercado informal del dólar, la cantidad de dinero en circulación marca el ritmo de la suba de la cotización. Y cuando el “blue” se dispara y rompe esta relación, tarda poco tiempo en ceder y volver a ajustarse a esta variable. Como fenómeno monetario, la evolución del circulante (dinero en efectivo más cuentas a la vista) es un buen indicador para predecir la inflación futura.
Según el BCRA, la circulación monetaria creció 194% desde el 28 de octubre del 2019 (cepo “hard”), unos 36 puntos más que el Índice de precios al Consumidor (IPC) de INDEC y que el dólar libre (+158%). Este desfasaje, lamentablemente, da margen no solo para que suba el “blue” en el corto plazo, sino también los precios de bienes y servicios.
3) Estacionalidad. Con el establecimiento del último control de cambios también se observó una llamativa estacionalidad para el movimiento de los precios de los dólares alternativos. En abril suelen darse los “pisos”, ante la expectativa de ingreso genuino de divisas a la economía por el aporte exportador del agro. Y en octubre, agotado este impulso y antes del inicio de la cosecha fina que liquida a partir de noviembre, reaparecen los “picos”.
Al comenzar abril de 2019 el “blue” era pactado a 84 pesos, pero en octubre llegó a un máximo de 195 pesos. Un semestre después, tocó un mínimo para 2020 de $139 el 7 de abril, para emprender otra vez las ganancias hasta tocar los $198 el 28 de octubre y estabilizarse en torno a los 200 hasta fin de año (cerró en $208). Según esta dinámica, los actuales $195 para la venta podrían ser piso para el 2022.
4) El límite del “solidario”. Después de diez meses, el dólar al público en bancos, con la carga tributaria del 65%, volvió a ser más caro que el dólar informal, a $195,22 en el promedio de venta. En este sentido, la demanda de los pequeños ahorristas puede volcarse al “blue” en lugar del segmento oficial, dado este incentivo, y apuntalar la cotización.
Desde el regreso del estricto “cepo” en octubre de 2019, el dólar libre acumula un alza idéntica a la inflación minorista. un 158%
Brian Torchia, gerente de Finanzas Corporativas de PGK Consultores, explicó que “alguien que se posiciona en dólares, en cualquiera de sus facetas -particularmente el dólar informal- es alguien que está con una aversión al riesgo muy significativa. Ya que no solamente se posiciona en dólares, que no es una inversión en sí misma, y actualmente, incluso, está sufriendo a nivel internacional el castigo de la inflación sobre su propia moneda. Ese tipo de personas hacen un resguardo adicional que es disponer del billete físico. Eso responde a un perfil de riesgo muy conservador”.
“En lo que son los dólares en general, en todas sus facetas, ya sea financiero o dólar Bolsa, como puede ser dólar blue, que actualmente están relativamente arbitrados, ahí en lo que hay que pensar es en una potencial devaluación. Es muy complejo poder tener una estimación a 30 días de su posible variación pero lo que sí podemos mencionar es que en el último tiempo no solamente ha mostrado una estabilidad nominal muy sólida sino que, hasta incluso, ha reducido su valor. Lo cual da una indicación de dos señales contrapuestas. La primera, muestra una evolución nominal en pesos muy deprimida, y que si continúa con ese efecto, con esa dinámica inercial, podría traerle muchas desventajas al compararla contra un retorno ya fijo en pesos. Pero, por el otro lado también es importante destacar que la caída nominal de los valores en dólares muestra una creciente y posible tensión sobre los valores de las cotizaciones financieras que podría invitar a estar a la expectativa de un posible despertar de sus cotizaciones. En caso de que eso suceda sí es posible que haya una aceleración de corto plazo y que pueda ganarle la pulseada a un plazo fijo si miramos rentabilidad nominal en peso. Pero ahí la clave va a ser pensar en saturación o no, lo cual es algo que se puede ver en el corto plazo pero es muy difícil de detectar en lo inmediato”, describió Brian Torchia.
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