Los bonos argentinos se contagian de la suba de las acciones y el riesgo país perforó los 1.700 puntos

La deuda arrancó la semana con sólidas ganancias, aunque se mantiene en niveles de default. Por qué habría más recorrido alcista a pesar de la incertidumbre y de la debilidad macroeconómica

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Foto Reuters/Marcos Brindicci
Foto Reuters/Marcos Brindicci

Los bonos argentinos abrieron la semana con sólidas ganancias, contagiados por un contexto positivo de los mercados internacionales. A pesar de la suba de tasas en Estados Unidos y la continuidad de la guerra en Ucrania, los inversores siguen dispuestos a asumir riesgos y esto favorece a la deuda local. El dato de la jornada fue la caída del riesgo país, que perforó los 1.700 puntos básicos luego de haber tocado los 2.000 hace apenas un mes, cuando estalló el conflicto bélico.

Las subas de ayer fueron generalizadas y oscilaron entre el 1% y el 2,5%. Un dato llamativo es que los más beneficiados fueron los títulos emitidos bajo ley local, que tienen precios más bajos que los que se rigen por ley neoyorkina. Esto dejó en claro que los inversores están buscando oportunidades en dos sentidos: eligen entre los bonos más baratos, pero también los que pagarán más cupones de intereses en el corto plazo.

La recuperación de los bonos es más lenta que la de las acciones argentinas, que el mes pasado subieron cerca de 20% en promedio. Pero ahora hay inversores que buscan aprovechar valores muy deprimidos para posicionarse aunque sea tímidamente en el país. En alguna medida la Argentina volvió al radar de los inversores, aunque está claro que la continuidad de este fenómeno está muy ligada a lo que suceda desde el punto de vista política y especialmente qué podría pasar en las elecciones del 2023.

La apuesta principal sigue siendo a que asumirá un candidato moderado, que buscará acercarse a los mercados financieros. En ese contexto, cabría esperar o una renegociación amigable de la deuda en dólares a partir de 2024 o bien que no se haga nada, intentando recuperar acceso al financiamiento genuino de los mercados.

El razonamiento es que, en un escenario negativo, la posibilidad de caída adicional de la deuda está acotada (entre 15% y 20%, o sea hasta los USD 25), mientras que un posible repunte permitiría sólidas ganancias. Algunos cálculos optimistas indican que los bonos argentinos, en una proyección algo más favorable, podrían subir a más de USD 50, cuando hoy apenas logran superar los USD 30.

Existe un factor técnico muy importante que ocurrirá ni bien arranque el segundo semestre y que también podría estar impactando positivamente en los precios. A partir de julio, los bonos reestructurados pasan a pagar un cupón más alto. Esto se debe a que la deuda fue emitida con una cláusula “step up”, que implica un pago creciente de intereses a medida que pasan los años. Estaba fijado que esto suceda a los dos años de haberse emitido los nuevos títulos.

El AL2041 es un bono emitido en dólares con cupones crecientes, según lo negociado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, en la reestructuración de 2020. Viene pagando un cupón de 2,5% anual en dólares sobre un valor de USD 100 nominales. Pero desde el 9 de julio próximo inclusive, ese cupón ya sube al 3,5% anual. Como cotiza a sólo USD 35, el rendimiento que ofrece es altísimo sólo por el cobro de esos cupones en forma semestral. En otras palabras, el inversor que hoy compra este bono se estaría llevando casi 10% anual en dólares sólo en concepto de pago de intereses. Además, si el título mejora su cotización se obtendría una rentabilidad adicional. El título que vence en 2038 pagará un cupón incluso más atractivo desde mediados de año, que rozará el 4% anual en dólares.

El razonamiento de muchos inversores es que vale la pena asumir el riesgo en bonos argentinos. La posibilidad de una pérdida importante sería acotada, debido a que las cotizaciones siguen en niveles cercanos al default. Pero en un escenario favorable la suba podría acercarse al 80% ó incluso 100%

El escenario es que por lo menos hasta 2024 no habría mayores inconvenientes para hacer frente al pago de intereses de esta deuda, ya que la amortización de capital recién cae en 2025. Mientras tanto, la rentabilidad en dólares es lo suficientemente atractiva como para asumir el riesgo.

Los desembolsos del FMI luego del acuerdo (ya entraron los primeros USD 9.800 millones) y el ingreso de divisas por la cosecha gruesa también dan cierta tranquilidad respecto a la habilidad del Gobierno de honrar la deuda en dólares.

Por otro lado, el principal problema que enfrentará el gobierno que asuma el 10 de diciembre de 2023 no es tanto la deuda en dólares sino la gran acumulación de deuda en pesos. El déficit fiscal llevó al Banco Central a emitir una fortuna en Leliq y ahora el que tomó la posta es el Tesoro con bonos ajustados por inflación. Esa deuda en moneda local está creciendo a un ritmo muy acelerado y la gran incógnita es cómo conseguirán la refinanciación en forma voluntaria.

Claro que por ahora se trata de puras especulaciones. Al final del día lo más importante es si se recupera o no la confianza de los inversores, lo que eventualmente podría permitir a la Argentina recuperar el acceso a los mercados de deuda internacional, algo que no sucede desde 2018.

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