Un nuevo acuerdo con el FMI no fue suficiente para despejar las expectativas de incertidumbre y consecuente aceleración del deterioro del ya mínimo valor del peso que se observa con anterioridad a la irrupción de la pandemia de COVID-19 y, más recientemente de la invasión de Rusia a Ucrania, al punto que el billete de máxima nominación en circulación equivale a apenas USD 5 al cambio libre, y menos de USD 10 al oficial limitado para el comercio exterior.
De ahí que una vez más, como hace tres décadas, se alzan las voces de quienes proclaman un cambio de régimen monetario, con pocas variantes, aunque no menores, que giran en torno a la dolarización y libre flotación y circulación de monedas. Uno de los estudiosos del tema es actualmente Alfredo Romano, Magister en Finanzas y Políticas Públicas, autor del libro “Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica” que dio a luz hace pocas semanas, presidente de Romano Group (economía, finanzas y negocios del sector real), y director de la Diplomatura de Mercado de Capitales de la Universidad Austral.
En una entrevista con Infobae Romano respondió a muchas de las preguntas que se hacen tanto quienes se manifiestan en contra del cambio del régimen monetario, como quienes creen que es necesario pero manifiestan reparos e inquietudes sobre sus efectos en una economía con mínimo nivel de reservas propias del BCRA; notable disparidad de ingreso; alto índice de pobreza y con gran parte de la dirigencia política gobernante y también de la posición que parece preocuparse por las consecuencias de la ausencia de una moneda de curso legal fuerte, pero poco le dedica a atacar las causas que llevaron a ese estado y que no encuentra piso.
— Cada vez que la tasa de inflación se acelera -pasó de un ritmo del 50% anualizado hasta diciembre 2021, a 70% en febrero y se prevé un marzo con un ritmo de más del 90%- se alzan las voces que alientan el cambio del signo monetario y experimentar con la dolarización. Como estudioso del tema ¿Por qué cree que ocurre eso?
— Porque es un fenómeno que se repite constantemente en la Argentina y lamentablemente desde 1935 no hemos podido resolver el drama de la inflación. Desde la creación del Banco Central en dicho año, hemos tenido sólo 8 períodos de inflación de 1 dígito porcentual anual, sacando el proceso de convertibilidad fija. Pasaron más de 62 presidentes de dicha institución, cuando debería haber tenido únicamente 15. La inflación es un drama histórico en la Argentina y la dolarización la elimina definitivamente.
“He sido siempre muy enfático en que no están dadas las condiciones para llevar adelante este cambio de paradigma”
— En diversas notas periodísticas, y especialmente en su primer libro “Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica”, destaca las bondades de ese régimen monetario para economías como la Argentina, pero tanto en la profesión, como más aún en la política, se destacan diversos reparos. Uno es el vinculado a la baja disponibilidad de reservas líquidas propias en el BCRA ¿A qué tipo de cambio se podría dolarizar hoy y qué efectos tendría sobre la pobreza y competitividad de las empresas radicadas en el país?
— El libro destaca las bondades, pero también señala los desafíos y posibles problemas que puede traer un régimen tan estricto a nivel monetario. Respecto a la posibilidad de dolarizar hoy la Argentina he sido siempre muy enfático en que no están dadas las condiciones para llevar adelante este cambio de paradigma. El gobierno de turno no tiene la confianza ni las herramientas para hacerlo posible, pero sí será una realidad para la nueva gestión política a partir del 2023-2024.
— En una nota en Infobae en noviembre 2021 sostenía que al BCRA le faltaban unos USD 16.000 millones para poder canjear la base monetaria a un cambio de $170. Hoy con dólares alternativos que cotizan en torno a $200, ¿Cuántos dólares les faltan y quién los proveería?
— Como bien menciona, hice un ejercicio teórico en mi libro para demostrar que USD 16.000 millones, es decir, 3% de nuestro producto bruto interno, eran necesarios para llevar adelante el plan económico más ambicioso de nuestra historia. La Argentina tuvo un superávit prácticamente de ese importe en el 2021 en el frente comercial, pero el cepo cambiario, la falta de confianza, y este gobierno esfumaron esos excedentes que tendrían que haber ido en parte a reservas del Banco Central. Nuevamente remarco que es inviable un proceso de dolarización sin confianza y con la actual gestión gobernante.
— El ex ministro de Economía, y ex presidente del Banco Central, Alfonso Prat Gay dijo que quienes impulsan la dolarización ocultan que previamente hubo un Plan Bonex que canjeó depósitos bancarios a 7 días por bonos en dólares a 10 años ¿Es así?
— Respecto a las afirmaciones de que un plan de dolarización debería venir acompañado de un Plan Bonex, como el de fines de 1989, creo que lo primero que hay que hacer es estudiarlo más detenidamente al programa de dolarización para dar afirmaciones que resultan incorrectas técnicamente. Por otro lado, la Argentina va a volver a tener indefectiblemente una nueva crisis de deuda en pesos con o sin dolarización como tuvimos en el 2019 bajo el gobierno de Cambiemos. También, la Argentina convive actualmente con una crisis de deuda en dólares ya que el riesgo país se mantiene en torno a 1800 puntos, por ende, es fundamental no mezclar conceptos o dar afirmaciones que resultan ser apresuradas.
“La Argentina convive actualmente con una crisis de deuda en dólares ya que el riesgo país se mantiene en torno a 1800 puntos básicos”
— El superávit comercial fue en 2021 de unos USD 15.000 millones, pero el BCRA apenas pudo retener el 5% de ese monto…
— Exacto, a eso iba con la pregunta anterior. Pensar que la Argentina no puede atesorar 3% de su PBI en reservas es irrisorio, sobre todo analizando que este 2022 nuestro país volverá a tener la oportunidad histórica de tener un superávit comercial similar al 2021 por la revalorización de las materias primas que exporta. Es decir, si proyectamos 2022, en dos años la Argentina habrá generado un exceso de dólares en el frente comercial por más de USD 30.000 millones. Para arrancar el proceso de dolarización se necesita alrededor de la mitad.
— También destaca en su libro la necesidad de llevar a cabo desde el día 1 de la dolarización diversas reformas estructurales, como la fiscal, impositiva, laboral, y desregulaciones para atraer inversiones productivas, pero en gran parte del electorado, y más aún en el Gobierno no hay intenciones de avanzar en esa línea ¿Qué cabe esperar?
— Status quo. Como ha sido la historia argentina en materia de política económica en los últimos 22 años. Los gobiernos kirchneristas solo avanzaron en generar más impuestos y en hacer crecer fuertemente el gasto público, haciendo crecer el número de personas que viven en estado de vulnerabilidad. Si uno analiza el salario real del 20% más empobrecido de nuestro país en los últimos 20 años, creció solamente un 9%, mientras que en países como Chile, Ecuador subió arriba del 65% mientras que en Venezuela cayó 34%. Si nos regimos por los últimos 40 años, el salario real cayó 20% en términos reales para dichos sectores populares mientras que en Chile creció 238%. Lo que quiero remarcar es que los populismos se nutren de la ignorancia, por eso son el mayor cáncer de las democracias. Mientras que el efímero paso de Cambiemos estuvo enmarcado en la improvisación económica, la falta de un plan económico coordinado entre la política monetaria y la fiscal y la falta de valentía para reformular la economía. Esperaron durante meses los “brotes verdes” que nunca llegaron y nunca llegarán si no hay condiciones de estabilidad prolongada en el tiempo.
— Lo más parecido a la dolarización en la Argentina fue la Convertibilidad fija entre el peso y el dólar la cual tuvo singulares resultados en la búsqueda de erradicar la inflación, luego de un largo proceso hiperinflacionario ¿Es condición necesaria volver a ese estadio para cambiar el régimen monetario? ¿Se está en ese camino?
— Según Daniel Heymann (1996), el término hiperinflación se aplicaría aquellos países donde el uso de la moneda nacional como medio de pago casi ha cesado. Viendo lo que sucede en la sociedad argentina, creo que vamos camino a ella. Por otro lado, según Noemí Brenta (2002): “la hiperinflación es la mejor antesala para la introducción de reformas estructurales profundas, ya que destruye la moneda doméstica y el sistema de precios relativos, elevando la incertidumbre sobre la toma de decisiones, a tal punto que la economía se paraliza y los agentes económicos comprenden que es necesario establecer nuevas reglas de juego”.
— El mayor temor de volver a un régimen monetario inflexible como la convertibilidad de los 90′ esta asociada a la posible destrucción de la Industria Nacional por la pérdida de competitividad…
— Es interesante como en la Argentina se construyen “mitos” respecto a determinados temas para desalentar su debate y discusión pública. Algunos datos respecto a la industria Argentina: En 1875, es decir hace 147 años la industria representaba el 8% del producto bruto interno. En 1974, luego de 100 años dorados, se llega al máximo histórico de 27,4% del PBI. ¿Qué sucedió en los últimos 20 años? En 2003 se contrajo a 19,4% del PBI, y en 2019 bajó a 15,7%, y se recuperó parcialmente a 20,2% en 2021. Es decir, que la Argentina ha sufrido una desindustrialización dramática desde 1975 a la fecha, con distintas épocas de regímenes cambiarios y distintos tipos de cambio reales. El siguiente gráfico lo refleja con nitidez:
— ¿Cuál sería el primer impacto de la dolarización sobre la inflación y el consumo de las familias
— Alivio a partir del segundo año porque hoy en la Argentina tenemos 57% de pobreza en la juventud y de manera ficticia contabilizamos más de 42% de pobreza a nivel nacional. Digo “de manera ficticia” porque el Estado sostiene cada día una parte más importante de la sociedad argentina para que no caiga sobre la línea de pobreza. La suba de alimentos a un ritmo de 6% - 8% mensual solo genera más incertidumbre para todas aquellas familias que no saben si van a poder llegar a fin de mes. Esta situación es dramática y va a recrudecer en los próximos tiempos. Por otro lado, el día que se ponga en marcha este plan económico tan disruptivo, será el día en que se termine esa angustia de tener un escenario de suba sistemática de precios sin un horizonte temporal que te asegure que ese estadio va a cesar. La dolarización puede erradicar definitivamente la inflación, llevándola a niveles bajos durante décadas.
— Hay quienes sostienen que con un esquema de dolarización parte de los USD 400.000 millones guardados por muchos residentes en los colchones y en activos externos fuera del país saldrían a la luz y generarían un brutal impulso de la actividad y el empleo ¿Qué motivaciones tendrían para hacerlo antes de que maduren las reformas estructurales que se deben encarar?
_ Dolarizar no resulta ser únicamente una reforma monetaria. Dolarizar Argentina significa llevar adelante el plan más ambicioso de nuestra historia en materia económica, porque es una condición necesaria pero NO suficiente para volver a la prosperidad económica en el mediano plazo. Argentina necesita realizar cambios y reformas profundas en su dinámica económica, que abarcan el frente fiscal, laboral, comercial para volver a crecer de manera sostenida en el tiempo. Sin estos cambios no estaría de acuerdo en avanzar únicamente en una reforma monetaria.
“Dolarizar Argentina significa llevar adelante el plan más ambicioso de nuestra historia porque es una condición necesaria pero NO suficiente para volver a la prosperidad”
Volviendo al caso del PBI argentino guardado en el colchón, no creo en los “brotes verdes”. Creo que únicamente un camino de estabilidad prolongada, con baja inflación, con moneda y con disciplina fiscal, puede generar las condiciones en el mediano plazo para que se derrame parte de esa liquidez en la economía real. El argentino se quemó con leche no una sino mil veces, por ende la política económica va a tener que mostrar constancia y previsibilidad en el tiempo para recuperar la confianza. La dolarización empezaría a blindar esa confianza en el canal monetario.
— El economista Steve Hanke dijo a Infobae que el país es “inmanejable” y que ya ha tenido “demasiados shocks” con tipo de cambio flexible ¿La dolarización asegura que el país pueda ser “manejable”?
— Es verdad que una nueva caja de conversión o dolarización acelerarían dramáticamente la baja de la inflación. También es verdad que aplicar el modelo monetario peruano requiere de más de una década para bajarla a un dígito o que un programa similar al Plan Real de Brasil requiere de enormes esfuerzos y tiempo. Entonces, podríamos afirmar correctamente que en la baja de la inflación la dolarización sería contundente. Pero bajar únicamente la inflación ¿nos llevará a tener una economía ordenada, próspera y atractiva para ser destino de inversiones? Es un no rotundo, ya que la Argentina no necesita únicamente bajar la inflación sino un cambio de régimen económico. Hasta hace pocos meses la inflación era historia pasada en más de 180 economías del mundo. Por ende, es un error pensar que llevando adelante únicamente una reforma monetaria como la dolarización se van a resolver todos los problemas de nuestro país, ya que estamos inmersos en una economía poco flexible, absolutamente cerrada al mundo, muy regulada por el Estado, con leyes laborales arcaicas y con un régimen impositivo ineficiente e ineficaz. Es decir, reina el status-quo desde hace décadas. Es por ello, que todos estos problemas no se van a resolver como arte de magia si no hay un programa económico detrás de un cambio de régimen monetario.
— ¿Por qué está tan convencido de la dolarización y no de otros planes de estabilización?
— Saliendo de los resultados económicos y analizando desde una visión institucional, lo interesante de este régimen y de la zona Euro es que tanto en Ecuador como en Italia, España, Estonia, Francia, Portugal y la zona mediterránea europea, la aplicación de reformas monetarias tan profundas como cambios de regímenes de moneda han logrado mantenerse en el tiempo, generando políticas de Estados y alejándose de la improvisación y los atajos que ha propuesto la política Argentina en los últimos 100 años. Recordemos que de 118 años hemos tenido únicamente 8 años de superávit fiscal y en materia monetaria ya mencioné la tremenda indisciplina del país. Lamentablemente las crisis económicas recurrentes, la falta de una moneda creíble, el descontrol monetario e inflacionario, la falta de reglas claras, el desorden fiscal, nos han llevado a tener una dinámica operativa de inversión donde “sálvese quien pueda” ha sido el modo de operar y donde los atajos han sido los mejores aliados de esta decadencia. A pesar de ello, si queremos transformar la economía argentina no podemos pensar más en atajos y tenemos que empezar a pensar en políticas de Estado que trasciendan en el tiempo y que no pueda modificar la política de turno. La dolarización será la primera de un cambio de paradigma económico.
“Si queremos transformar la economía no podemos pensar más en atajos y tenemos que empezar a pensar en políticas de Estado que trasciendan en el tiempo”
— ¿Cuáles serían las primeras medidas adicionales que complementarían el plan de dolarización?
1) Eliminación del déficit fiscal total en un lapso de 12-18 meses para lograr equilibrio y luego superávit en un período de 18 a 36 meses;
2) Eliminación de todas las regulaciones monetarias que no permiten acceder al dólar americano. Es decir, libertad para elegir la moneda para ahorrar y transaccionar;
3) Construcción de una reforma laboral que flexibilice el régimen arcaico que rige en el país. Entre ellas, eliminación de la doble indemnización por despido, incentivos impositivos a la contratación de nuevo personal regido por escalas. Premios impositivos al mantenimiento del nuevo personal regido por escalas. Fortalecimiento del régimen “hibrido” laboral;
4) Construcción de una reforma impositiva integral, que priorice y ponga el foco en premiar al pequeño, mediano emprendedor y empresario pyme que invierta en la economía real; eliminación de varios de los más de 168 impuestos vigentes, empezando por el que rige sobre el cheque, que destruyen los mercados de capitales; devolución del IVA a los contribuyentes más vulnerables; eliminación progresiva de las retenciones a todos los exportadores, hasa llegar a cero en un lapso de 8 años. Respecto del tributo del pago sobre el reparto de dividendos, debería haber una política fiscal que incentive la reinversión de las ganancias de las empresas, subiendo drásticamente al 15% la alícuota por el retiro de dividendos y fortaleciendo el canal de reinversión en economía real.
5) Programa de subsidios y créditos para el pequeño y mediano productor para producir y vender al exterior;
6) Fortalecimiento del ahorro y la inversión a partir de brindar mecanismos de previsibilidad para el desarrollo de los mercados de capitales;
7) Ofrecer tasas de interés reales positivas para el ahorrista prolongadas en el tiempo;
8) Eliminación de todas las trabas y regulaciones que lentifican, retrasan y destruyen el comercio exterior; entre ellas, la sustitución de importaciones y la eliminación de todos los decretos actuales del BCRA que limitan la compra de productos fuera del país; y
9) Un programa titulado “Recuperación de la soberanía argentina” donde debería haber incentivos profundos para repatriar los dólares exteriorizados, que como hemos mencionado, según estimaciones oficiales alcanzan USD 400.000 millones; eliminación de la diferenciación del tributo en la alícuota por bienes personales localizados en el exterior, ya que solo incentiva a la pérdida de residencia fiscal, achicando la base tributaria; baja drástica en el Impuesto a las Ganancias a aquellas empresas y personas humanas que deciden repatriar liquidez generando incentivos reales para dinamizar la inversión y desarrollar la economía real, según montos y escalas. Es importante mencionar que no es un blanqueo de capitales. De una vez por todas hay que premiar aquellos que pagan impuestos en la Argentina y no seguir incentivando la evasión a partir de los blanqueos de capitales cada 4 años, como viene sucediendo en promedio en la Argentina.
— Ante la decisión de la FED de iniciar una política de suba de tasas, cabe esperar que se revalúe el dólar y bajen los precios de las materias primas que exporta la Argentina ¿Cómo afectaría eso sobre la muy debilitada competitividad local y con la rigidez que impondría la dolarización?
— Al contrario, creo que esta inflación en los EEUU del orden del 8% será mas prolongada en el tiempo. Es real que la suba de tasas de interés debería fortalecer al dólar y por ende afectar el valor de las materias primas, pero creo que entramos en un nuevo ciclo de política monetaria internacional donde la inflación dejará de estar en niveles muy bajos o hasta negativos. La inflación, bien sabemos los argentinos, deteriora el poder de compra de la divisa, por ende, veo un dólar no tan fortalecido en la próxima década, siendo un escenario muy promisorio para llevar adelante un plan de dolarización. Por otro lado, se presenta una nueva oportunidad, ya que la inflación más elevada en los Estados Unidos va a generar incentivos a invertir los capitales del colchón debido a que se desvalorizan con el nuevo escenario.
“La inflación más elevada en los Estados Unidos va a generar incentivos a invertir los capitales del colchón debido a que se desvalorizan”
— ¿Cómo les ha ido a las pequeñas economías que optaron por la dolarización como recurso de última instancia para terminar con crisis recurrentes de sector externo e interno, y, consecuentemente de deterioro socioeconómico? ¿Cuáles fueron los principales logros y qué les falta para pasar al estadio de economías desarrolladas?
— Ecuador es un caso muy interesante para analizar. De los 22 años desde la creación del régimen de dolarización el país estuvo gobernado por el populista Rafael Correa en 10, prácticamente la mitad de vida de este nuevo régimen monetario. Así y todo algunos datos duros muestran resultados positivos contundentes:
1) El salario real en dólares creció un 70% para el sector más vulnerable en los últimos 20 años (el 20% más humilde de la población total) mientras que en la Argentina subió un magro 9% para ese segmento de trabajadores;
2) En 1980 el PBI era equivalente a USD 16.840 millones, según estimaciones del WEO FMI; en 2000 -previo a la dolarización- era de USD 18.319 millones; a partir de 2001, cuando el país logró la estabilidad macroeconómica con la dolarización, comenzó a crecer, teniendo solo un período, en 2016, con recesión económica -cayó 1,2% (sin contabilizar la caída global por la pandemia)-. Ahora, el PBI se estima en USD 104.48 millones, es decir casi se quintuplicó en los últimos 20 años; en contraste, en nuestro país quedó a mitad de camino para duplicarse, según la misma fuente.
3) Si se analiza los últimos 20 años en materia inflacionaria, se observa un escenario de estabilidad, donde la tasa de inflación ha convergido a la de Estados Unidos, y en 2021 se ubicó en 1,91 por ciento.
4) Uno de los mayores temores que se asocian con la dolarización se vincula a la pérdida de empleos en el largo plazo, causado por la incapacidad monetaria de la economía para ofrecer herramientas que apuntalen el crecimiento económico, pero, mientras que en 1999-2000 la tasa de desempleo de Ecuador era mayor al 13% (como porcentaje de la población activa) en 2019 se redujo a 4,1 por ciento.
Así y todo, frente a algunos resultados excepcionales en materia económica, Ecuador no ha sabido avanzar en las reformas necesarias que exige un régimen de dolarización. Durante la pandemia avanzó en una reforma laboral, lógicamente apremiado por un shock internacional extraordinario. Sin embargo, tiene que seguir avanzando con cambios que estimulen la inversión y el desarrollo económico. Por desgracia, como dije anteriormente, 10 de los 22 años gobernó el populismo, generando un deterioro fiscal muy marcado y llevando a Ecuador a más de 14 años consecutivos de déficit fiscal continuados a la fecha. Sin embargo, es fundamental remarcar que la dolarización le puso un freno al populismo en Ecuador, limitándole el accionar desde el punto de vista monetario y fiscal.
— ¿Qué piensa de todos los comentarios que han hecho últimamente aquellos presidenciables como Patricia Bullrich, Martín Lousteau, Mauricio Macri o algunos economistas reconocidos; y del proyecto de Ley que se presentó el diputado Alejandro Cacace y las declaraciones de apoyo de Javier Milei?
— Es extraordinario que se empiece a discutir en el ámbito político la posibilidad de una dolarización de la economía argentina. El debate, los planteos, los argumentos sólo fortalecen la posibilidad de que este plan económico sea una realidad en el futuro mediato. La sociedad argentina se está educando respecto a lo que significa dolarizar el país, que no tiene nada que ver con el plan de convertibilidad de los 90′. Luego, siempre habrá detractores y otros que apoyen este programa económico. Lo que debemos tener es la suficiente humildad para aceptar que la Argentina aplicando las recetas del pasado para resolver los problemas actuales, no ha logrado los resultados esperados. Y es por ello, que un programa completo de dolarización debería estudiarse en profundidad y no descalificarse rápidamente.
“El debate, los planteos, los argumentos sólo fortalecen la posibilidad de que este plan económico sea una realidad en el futuro mediato”
Respecto al proyecto de ley del diputado Alejandro Cacace, he sido consultado y he dado mi opinión técnica. En algunos puntos falta mayor debate ya que es una etapa inicial de la propuesta, pero felicito el coraje para llevar al poder legislativo un proyecto de dolarización para la Argentina. En cuanto a Javier Milei, tiene la valentía necesaria para hacer este proyecto realidad.
Fotos: Adrián Escándar
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