Entre los años 1947 y 1991 tuvo lugar la llamada Guerra Fría, en la cual los Estados Unidos y la por entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), libraron una carrera armamentística que sirvió para la creación de algunos de los artefactos más impresionantes de la historia.
Tal es el caso del B-2 Spirit, el avión más costoso jamás creado por el hombre. El célebre bombardero militar también conocido como Stealth Bomber, fue desarrollado en los Estados Unidos por Northrop Corporation entre finales de la década del 80′ y principios de los 90′ y fue especialmente diseñado para un hipotético ataque nuclear a la URSS. Afortunadamente, la Guerra Fría finalizó sin la necesidad de que se utilice armamento de esta clase.
Originalmente los Estados Unidos planeaban adquirir un total de 132 aeronaves B-2 Spirit, pero debido al elevado costo de los mismos -en 1997 rondaba los USD 2.200 por cada avión, incluyendo gastos de desarrollo, ingeniería, fabricación, pruebas, repuestos, equipamiento, actualizaciones y soporte de software-, sólo se hicieron de unos 21 de los cuales al día de hoy hay 20 en servicio, ya que uno de ellos se accidentó durante un despegue en el 2008.
El B-2 Spirit cuenta con capacidad para 2 o 3 tripulantes, dependiendo de la misión para el cual se lo emplee, capacidad de cargar hasta treinta y seis toneladas de bombas JDAM -que pueden rastrear objetivos, lo que le permite atacar 16 blancos en simultáneo-, una autonomía de vuelo de 11.100 kilómetros y puede hacer actividades a grandes altitudes, lo que le otorga una gran versatilidad.
Sumado a estas características, el Stealth Bomber es un avión que emplea tecnología furtiva, también llamada de muy baja detectabilidad o de invisibilidad. Estos términos no deben confundirse con la invisibilidad para el ojo humano, sino para los radares de detección. Lo logra gracias a su diseño, un poco extraño si se lo compara con otras aeronaves y a los materiales con los cuales se fabrica.
A pesar de que los Estados Unidos cuentan con una veintena de aviones B-2 Spirit hace casi tres décadas, los mismo sólo fueron empleados en combate en cuatro ocasiones, esto se explica por el alto riesgo que implica exponer las aeronaves al combate debido a su alto costo.
Tuvieron su “bautismo de fuego” en 1999, en la Guerra de Kosovo. En aquella ocasión la Fuerza Aérea de los Estados Unidos empleó 6 de sus B-2 que volaron desde Misuri hasta la zona en conflicto, atacaron sus objetivos y regresaron a los EEUU.
Luego participaron de las misiones en Afganistán e Irak. Esto es posible gracias a que los B-2 Spirit están altamente automatizados lo que permite que mientras un piloto se encarga de la aeronave, el otro puede dormir, ir al baño y hasta prepararse comida.
La última vez que los emplearon para atacar objetivos fue en 2011, durante la Operación Amanecer de la Odisea: volaron 25 horas desde Misuri a Trípoli, en Libia, y lanzaron unas 45 bombas. Sin embargo, volvieron a volar durante 2013, en medio de la tensión con Corea del Norte, que hizo una prueba nuclear en respuesta a la Resolución 2.087 del Consejo de Seguridad de la ONU, que la sancionaba por el lanzamiento del satélite Kwangmyongsong-3 2. En aquella ocasión, los B-2 Spirit no bombardearon ningún objetivo sino que fueron utilizados para demostrar el poderío militar de los Estados Unidos.
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