De las tres centrales atómicas que tiene el país, Atucha II es la más potente del país. Funciona desde 2014, luego de décadas de espera y demoras, y genera 745 Mwe (megawatts eléctricos), frente a Atucha I (362 Mwe) y Embalse (656 Mwe), según Nucleoeléctrica Argentina, la empresa del Estado que las opera.
Pero Atucha II hoy no funciona, está parada. Su actividad de generación por estas horas es igual a cero. Está en lo que en la jerga se conoce como “parada programada”, una instancia obligatoria de mantenimiento –tanto operativo como de seguridad– a la que sometidos periódicamente estos complejos mecanismos de generación eléctrica por medio de energía nuclear. La parada iba a ser de entre cuatro y cinco meses, pero será 30 días más corta: el Gobierno no quiere llegar a la parte más cruda del invierno sin Atucha II funcionando.
En medio de un contexto energético muy complejo, por el impacto de la suba de los commodities del sector que provocó la invasión de Rusia a Ucrania y la falta de dólares de Argentina, la secretaría de Energía apuró está revisión.
Según un comunicado oficial “la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) fue notificada por la entidad responsable Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), según se encuentra establecido en la licencia de operación, de la parada programada anual de la Central Nuclear Atucha II (CNA II) y su salida de servicio el 9 de marzo de 2022, para cumplir con tal fin”.
“Se estima que la parada programada tenga una duración de cuatro meses y medio, durante los cuales se prevé que se realizarán tareas de mantenimiento relevantes desde el punto de vista de la seguridad”, aseguraron. Entre ellas se destacan reemplazo de los tubos guía de las sondas de flujo neutrónico, la extracción de los tubos guía de las barras de control hidráulicas y la implementación de mejoras en el sistema de ventilación del edificio del reactor, entre otras tareas”.
“Si bien lo que aporta Atucha II a la red no es alto, sí es relevante en momentos de picos. No podemos tenerla parada”, destaco una fuente oficial. ¿Qué implica que los tiempos de trabajo se acorten? “Nada, es un parate formal, las normas así lo establecen. Se postergó una prueba. No hay implicadas cuestiones de seguridad”, destacaron, por su parte, desde Energía.
“La paradas en centrales de agua pesada, como las argentinas, se hacen cada un año y medio para mantenimientos que no pueden hacerse con el reactor en operación. Esta vez se iban a hacer tareas importantes que tienen que ver con la seguridad: reemplazo de tubos guía y otros internos que están dentro del recipiente de presión en el que está el reactor nuclear. La parada se va reducir por la necesidad de energía, en tiempos de poca agua en los embalses y de gas que escasea. No es momento para que una central entre en parada programada. ¿Lo podrán lograr? No se sabe. Son tareas complejas y hay que ver con qué se encuentra. Hay que evaluar daños y puede haber demoras”, destacó un ingeniero nuclear recibido en el Instituto Balseiro.
Para ilustrar ese contexto de dudas, un ejemplo de la historia. En agosto de 1988, en plena crisis energética del gobierno de Raúl Alfonsín, se rompieron internos del reactor de Atucha I. Hubo que pararlo y la reparación demoró alrededor de un año y medio. La primera Atucha volvió a operar recién en enero de 1990.
“El aporte nuclear total llega al 10% de la generación eléctrica del país. Atucha II representa entre 2 y 3% de la potencia y un poco más, un 4%, de la generación total. La energía va a la red y se gestiona desde ahí, pero como hay costos de transporte y pérdidas en los tendidos, en general, lo que se allí se genera se usa para Buenos Aires, que está cerca. Suena a poco, pero en los picos esa falta puede generar cortes y tensión en la red. Ahora no es un problema, pero si en julio no está funcionando, puede ser un problema grave”, destacó Julián Gadano, ex subsecretario de Energía Atómica de Cambiemos.
La construcción y puesta en marcha de Atucha II es una historia larga que llevó muchos años. Está sobre la margen derecha del Río Paraná, en Lima, partido de Zárate, a unos 100 kilómetros de CABA. Según el sitio de Nucleoeléctrica, su piedra fundamental se colocó en 1982, tuvo un derrotero muy demorado y en 1994 se paralizó hasta su reactivación en 2006. “Tras la finalización de su construcción en el marco de la reactivación del Plan Nuclear, Atucha II alcanzó su primera criticidad el 3 de junio de 2014, y el 27 de ese mismo mes se sincronizó al Sistema Interconectado Nacional”. La inauguró Cristina Kirchner, quien la rebautizó con el nombre de su esposo, el fallecido presidente Néstor Kirchner.
“El costo histórico de la central, desde que arrancó en la dictadura, es imposible de calcular. La segunda etapa iba a costar USD 700 millones y terminó en más de USD 4.000 millones. La verdad es que tuvo muchos problemas de disponibilidad, pero nunca de seguridad, eso hay que dejarlo muy claro. Hubo muchas paradas no programadas luego de la puesta en marcha, lo que generó pérdidas económicas también. Por eso operó y opera hora con menos potencia: nunca más del 70%. Atucha I tiene 40 años y en los últimos 20 es un relojito, lo mismo que Embalse. Atucha II va a encontrar su punto, pero aún tiene problemas de su puesta en marcha”, resumió Gadano desde Viena, Austria, donde asiste a un evento nuclear global en el que los precios de los commodities energéticos y la tensión nuclear entre Rusia, Ucrania, Europa y EEUU son los temas centrales. .
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