El Banco Central (BCRA) pareció recurrir al manual ortodoxo cuando respondió al sorpresivo dato de inflación de febrero, un 4,7% que estuvo por encima hasta de las previsiones más pesimistas, con una suba de tasas. La entidad conducida por Miguel Pesce le sumó 2 puntos porcentuales a la tasa de referencia, del 42,50% al 44,50%, y otro tanto hizo con las tasas de plazos fijos, al llevarlas al 43,50% nominal anual. Sin embargo, la reacción de la autoridad monetaria no parece haber hecho mella en las expectativas de un mercado que ve completamente desanclado al ritmo de avance del nivel general de precios.
Las expectativas de inflación suelen ser un insumo esencial para los bancos centrales, ya que permite utilizarlas para ajustar herramientas como la tasa y la base monetaria, de manera tal de torcer previsiones pesimistas y ayudar así a calmar remarcaciones defensivas de precios. Por eso, el propio BCRA y entidades privadas hacen sus encuestas entre especialistas de manera tal de poder seguirlas de cerca.
Pero las encuestas tienen sus límites y no son la única forma de conocer qué niveles de inflación cree ver venir el mercado. Lo que pagan fondos e inversores por bonos en el mercado también puede dar una pauta clara sobre cuáles son las expectativas de inflación que creen ver venir los operadores.
El cálculo es complejo, pero la lógica implícita es bastante simple. Si un bono a tasa fija y otro bono que ajusta por inflación vencen en momentos más o menos parecidos, los precios que están dispuestos a pagar los inversores por esos dos papeles indican cuál es la variación del Índice de Precios al Consumidor que el mercado cree que se avecina en el futuro cercano. ¿Por qué? Porque lo que van a pagar los bonos indexados dependerá del dato de inflación. Y si el rendimiento de los bonos a tasa fija es mucho mayor que el rendimiento esperado de los bonos CER, sus precios estarían demasiado baratos y subirían a toda velocidad. A la inversa, cualquier desajuste en el precio de los bonos CER sería arbitrado a toda velocidad.
Entonces, hay un precio de bonos a tasa fija y un precio de bonos CER en el que al mercado le da igual comprar uno u otro. Un umbral de indiferencia. En ese punto, es posible calcular cuál es la inflación futura que haría indiferente invertir en uno u otro. Ahí está la expectativa de inflación del mercado. Y no surge de una encuesta, sino de los precios a los que están dispuestos a arriesgar su capital los inversores. No es una previsión perfecta, pero al menos es “por los puntos”.
Así, los precios de bonos CER y a tasa fija dieron mucha información los últimos días. Por ejemplo, al analizar bonos que vencen en 2023 -tanto CER como renta fija- se ve que hasta el 14 de marzo, un día antes de la publicación del IPC de febrero, una serie elaborada por Consultatio arrojaba que el mercado esperaba que la inflación se moviera al 51% anual el próximo año y medio. Publicado el dato del Indec, mucho peor a lo que se esperaba, esa cifra saltó al 57%.
Con letras de más corto plazo -Ledes y Lecer con vencimiento en mayo- Martín Przybylski de Consultatio también asegura que las previsiones de cortísimo plazo también saltaron. Antes, más alineadas a la encuesta de expectativas del BCRA, las cifras mostraban una inflación esperada por debajo del 4% para marzo y abril. Ahora, eso cambió seriamente.
“A precios de hoy, dado que la inflación de febrero salió en 4,7%, la Lede mayo versus la Lecer mayo se arbitra en una inflación de marzo del 4,8% aproximadamente”, explicó.
“Para las letras de junio, se arbitran Ledes y Lecer con los próximos dos datos de inflación entre 4,8% y 4,9%, en promedio mensual”, agregó el especialista.
“Si bien el dato por encima del 4% se esperaba, un valor de 4,7% más cercano a 5%, precipitó las tasas de los bonos CER, llevando a los inversores a buscar más cobertura de cara a los próximos meses” (Gette)
Es decir que el mercado ahora se cubre contra un fogonazo inflacionario que no quedó sólo en febrero, sino que continúa, al menos, dos meses más.
El impacto que tuvo la sorpresiva aceleración de la inflación es claro. “Si bien el dato por encima del 4% se esperaba, un valor de 4,7% más cercano a 5%, precipitó las tasas de los bonos CER, llevando a los inversores a buscar más cobertura de cara a los próximos meses”, dijo Esteban Gette, estratega de Cohen.
“Puede que tras la suba de tasas de ayer, los bonos CER tengan un respiro temporal impactando en menor inflación implícita 2023. De todas maneras, la inflación implícita suele acompañar las expectativas y la vemos muy alineada”, concluyó el especialista en renta fija.
Pero el respiro no llegó: “Hoy los bonos CER siguen al alza, en lo que creo una respuesta a que la suba de ayer no alcanza para ubicarse por encima de las estimaciones de inflación”, concluyó Gette. Tras la suba de tasas, las previsiones de inflación implícitas en los precios del mercado no se alteraron.
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