El acuerdo con el FMI afianzó la “paz cambiaria”, pero en Wall Street le bajaron el pulgar

Para los inversores no se cumplirá con la baja del déficit y critican el arreglo por carecer de reformas y de contenido. La expectativa pasa por cómo será el futuro del Gobierno tras el desplante de La Cámpora y de Cristina Kirchner

Martín Guzmán

La caída del dólar fue el movimiento más relevante que se produjo en el mercado financiero en paralelo con la aprobación del acuerdo con el FMI. El Gobierno puede dar por cumplido el objetivo de cortísimo plazo que se había impuesto al evitar un default con el Fondo: evitar una estampida cambiaria que hubiera tenido no arreglar, tal como se vislumbró hacia fines de enero pasado. El escenario que hay por delante, sin embargo, luce mucho más complejo tanto desde el plano económico como político.

Alberto Fernández ya había manifestado hace poco más de un mes que sin el acuerdo con el Fondo hubiera tenido que decretar un feriado cambiario para evitar un gran salto cambiario. Un concepto parecido dejó esta semana el ministro de Economía, Martín Guzmán, a la hora de justificar en el Congreso la necesidad de que se apruebe el acuerdo.

Al final se trató de una aprobación a medias, pero suficiente como para que sea aceptada por el directorio del organismo en los próximos días. Diputados autorizó al Gobierno a endeudarse con el FMI por USD 45.000 millones, pero por pedido de la oposición no se trató la carta de intención. Así quedó totalmente desvirtuada la idea original de Guzmán, que era conseguir un amplio respaldo del arco político para la negociación.

El arreglo ayudó a descomprimir el frente cambiario. El dólar Bolsa cayó el viernes a $187, mientras que la brecha cambiaria se redujo desde el 100% hace un mes a sólo 80%. Y podría seguir en descenso (aunque mucho más lento) en las próximas semanas. El Banco Central conseguirá recomponer al menos parcialmente sus reservas en esta primera mitad de año. El FMI efectuará en las próximas dos semanas un desembolso de casi USD 10.000 millones en Derechos Especiales de Giro. De ese monto tendrá que pagar USD 2.800 millones por el famoso vencimiento del 22 de marzo, lo que le permitirá consolidar su stock de reservas netas, que habían caído a cero en los últimos meses. También ingresarán los dólares de la cosecha gruesa por las exportaciones del complejo sojero.

En el corto plazo, el acuerdo con el FMI traerá alivio especialmente para las arcas del Banco Central. La recomposición de reservas será notoria en el primer semestre, aunque el peligro es volver a perderlas en la segunda parte del año, como ya pasó en 2021

Pero no hay que confiarse demasiado. El Central había comprado casi USD 7.000 millones en el primer semestre de 2021, pero luego en el segundo semestre terminó perdiendo todo lo que había sumado en el arranque del año.

El peligro es que suceda lo mismo en 2022. Las importaciones aumentarán exponencialmente por la invasión de Rusia a Ucrania durante el invierno, generando un fuerte impacto en la balanza comercial y en las reservas. Según la consultora Economía & Energía, las compras al exterior de gas natural licuado, combustibles líquidos y gas boliviano pasarían de USD 3.200 millones el año pasado a USD 7.500 millones, es decir un salto superior al 130%.

La recuperación de corto plazo de las reservas y el mayor flujo de divisas que liquidará el sector agroexportador explican sólo parcialmente la estabilidad cambiaria, que a muchos tomó por sorpresa.

En realidad, un repaso de lo ocurrido desde que Alberto Fernández es presidente ayuda a entender mejor estos comportamientos. El 2020 será tristemente recordado por la pandemia, pero además fue el año en el que el dólar pegó su mayor salto en décadas: pasó de $70 a $200, eso significa que subió casi 200%. En cambio, la inflación de ese año fue de “apenas” 36%, en parte controlada por el frenazo de la actividad económica.

Lo que ya se vio en 2021 y ocurrirá aún con más fuerza en 2022 es que la inflación va recuperando el terreno perdido en relación al tipo de cambio. Y lo hace en forma cada vez más acelerada. Por eso, no es exagerado pensar que el índice de precios se ubique por lo menos 10 puntos por encima del 48% que el FMI y el equipo económico estimaron como techo para este año.

El famoso “traspaso” del dólar a precios se dio más lento el año pasado pero está sucediendo de manera mucho más rápida en lo que va de 2022 y todo indica que seguirá el mismo recorrido a lo largo del año.

En Wall Street no sobró el entusiasmo por el acuerdo con el FMI. Consideran que el Gobierno incumplirá rápidamente las metas acordadas y que no modificará la mediocridad de la economía de los últimos años. Los bonos argentinos no lograron escapar de la búsqueda de refugio de los inversores ante el recrudecimiento de la guerra en Ucrania.

Más allá de la evolución cambiaria, el acuerdo despertó bajas expectativas entre los inversores. Prueba de ello es que el riesgo país continúa bordeando los 1.900 puntos básicos y que las acciones prácticamente no repuntaron. Por supuesto que el contexto internacional tampoco ayuda. Los inversores salen de inversiones riesgosas, y los mercados emergentes lo son, para refugiarse en activos más seguros como el oro y los bonos del Tesoro americanos, como también acciones del sector energéticas o mineras.

El contenido acuerdo no pasó el filtro de los principales analistas locales y mucho menos de los bancos de inversión en Wall Street. En general hubo duras apreciaciones sobre el mismo. Aún antes de que estalle la guerra, ya se veía como altamente improbable cumplir con la meta de reducción del déficit primario del 3% al 2,5% este año. Pero más interesante aún es el ajuste adicional al que se comprometió el Gobierno para el año electoral. En 2022 ese rojo debería caer a 1,9%. Sin embargo, no hay indicios claros sobre cómo se logrará ese objetivo.

El economista Agustín Monteverde calculó, por ejemplo, que con el ajuste de tarifas que se viene y tal como fue comprometido con el Gobierno, los subsidios no van a bajar sino que incluso subirán este año. Exactamente al revés de lo comprometido con el Fondo, ya que se calculó un ahorro de 0,6% del PBI por este concepto para este año. “Para que ello ocurra todas las tarifas de energía deberían subir 140%”, explicó.

La expectativa entre los inversores por saber cómo seguirá la política el Gobierno luego del portazo de La Cámpora y de Cristina Kirchner que se opusieron al acuerdo con el FMI. En cambio, esperan muy poco de la economía, que tendrá un alto nivel de inflación y crecimiento mediocre

La mayoría de las consultoras económicas y bancos opinan de la misma forma. Por lo tanto, es prácticamente imposible que se cumpla con la reducción del rojo fiscal y, por ende, tampoco sucederá el freno a la emisión comprometido. Salvo que el Gobierno tenga un as en la manga, nada indica que se cumplirá con las metas comprometidas.

El acuerdo queda así totalmente vacío de contenido, ya que tampoco contiene reformas estructurales o futuras medidas que incentiven inversiones.

La economía del 2022 estará marcada por una inflación galopante, que muy posiblemente supere el 51% del año pasado. Febrero habría terminado arriba del 4% (el Indec divulga el dato oficial el martes) y marzo vendría todavía más picante. La suba de la energía y de los precios internacionales de los commodities también agregará varios puntos a la inflación del año. La contracara será la debilidad de la economía, con salarios que tendrán una mejora en dólares, pero que difícilmente mantengan su poder adquisitivo.

El presidente Alberto Fernández, dialoga con su par ruso, Vladimir Putin, en el Kremlin, en febrero pasado

La mirada de los inversores está puesta mucho más en los futuros acontecimientos políticos que en la economía, que no pasará de mediocre. La votación en el Congreso dejó una fuerte grieta en el oficialismo. La mayoría de los votos en contra del acuerdo con el FMI fueron del propio Frente de Todos. Desde la Cámpora y la propia Cristina Kirchner se ocuparon de repudiar explícitamente el arreglo con el FMI. La vicepresidenta fue más allá y responsabilizó al organismo de la creciente pobreza en la Argentina, sin asumir culpas propias.

En este punto se disparan todas las dudas por lo que viene. ¿Cómo seguirá gobernando el Presidente sin el apoyo del kirchnerismo duro, que fue responsable de su candidatura? ¿Qué rol tendrá de ahora en más Cristina? ¿Alberto tiene planes de intentar su reelección? ¿Cómo se tomarán de ahora en más las decisiones de política económica?

Algunas declaraciones difundidas ayer muestran que no será fácil la convivencia en lo que resta hasta diciembre de 2023. Andrés “Cuervo” Larroque, funcionario bonaerense e histórico de La Cámpora, salió a criticar duramente el “silencio” del Gobierno por la agresión sufrida por la vicepresidenta en su despacho. La diputada ultra K Fernanda Vallejo fue todavía más allá: “Qué proyecto despreciable el de la derecha argentina en todas sus variantes. ¿Cómo no se iban a abrazar al FMI?”. Si bien fue un mensaje dirigido al gobierno porteño, también resultó un tiro por elevación al propio Presidente.

Mientras tanto, el Gobierno sigue demostrando su errática estrategia internacional, luego de la polémica visita de Alberto Fernández a Vladimir Putin, semanas antes de la invasión rusa a Ucrania. El Presidente le hizo un verdadero desplante a los jeques de los poderosos jeques de los países árabes, bajándose a último momento de la gira a Emiratos Árabes (incluyendo Abu Dhabi y Dubai).

Finalmente la misión fue encabezada por el canciller Santiago Cafiero. Varios encuentros fueron cancelados por los árabes por la ausencia del Presidente. Incluso se suspendió la segunda parte de la gira, que estaba programada a Arabia Saudita el 16 y 17 de marzo. Dentro de la comitiva argentina, donde participan además cinco gobernadores, no ocultaron su malestar por la suspensión a último momento. La desorientación y falta de preparación en los detalles de la gira quedó de manifiesto cuando uno de los gobernadores le regaló un vino a uno de los jeques. El consumo de alcohol está expresamente prohibido en esas latitudes.

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