El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional tiene en la acumulación de reservas del Banco Central uno de sus capítulos centrales. Junto con la reducción del déficit fiscal y de la emisión monetaria, constituye el eje sobre el cual el Gobierno espera estabilizar la economía y salir de los niveles tan elevados de inflación y brecha cambiaria. Ahora bien, la complejidad de la situación argentina lleva a que acumular reservas no signifique lo mismo que poder utilizarlas como escudo frente a una corrida cambiaria.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, anticipó que uno de los efectos inmediatos de la firma del acuerdo será un incremento de USD 6.200 millones de las reservas del BCRA, que el viernes cerraron en USD 37.106 millones. De ese modo, las reservas brutas tendrán una suba cercana al 17%. Eso ayudará también a mejorar la cantidad de reservas netas, que es uno de los principales indicadores que medirá el FMI cada trimestre para calificar el cumplimiento de la Argentina.
Entre el swap con China (USD 21.000 millones), los préstamos del Banco de Basilea (USD 3.200 millones) y los encajes (USD 13.000 millones) restados a las reservas brutas, la cuenta neta queda en números negativos
Pero el desembolso de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI tiene bajo impacto en las reservas líquidas, las que el Banco Central necesita como “poder de fuego” en caso de tener que enfrentar una corrida cambiaria.
Tener los DEG libera al Banco Central de la preocupación de enfrentar los vencimientos con el FMI pero no le otorga la disponibilidad inmediata que en ocasiones se requiere para domar al dólar. Y esa distinción es, justamente, la que el mercado suele mirar con mayor atención, aún en estos días en que el mercado cambiario está estable y la brecha entre el dólar oficial y los demás tipos de cambio insinúa una leve reducción.
El acuerdo con el FMI que esta semana será analizado por el Congreso define a las reservas netas restando a las reservas brutas todo aquello que el Banco Central tiene “prestado”: las “líneas swap”, los seguros de depósitos, los encajes de los depósitos en dólares y “otros pasivos externos”. Entre el swap con el Banco Central de China (USD 21.000 millones), los préstamos del Banco de Basilea (USD 3.200 millones) y los encajes (USD 13.000 millones) dejan la cuenta de las reservas netas en números negativos.
La proyección del acuerdo de ese indicador parte de USD 1.500 millones negativos para 2021. En base a los desembolsos de DEG, se prevé que las reservas netas crecerán en USD 5.800 millones en 2022, USD 4.000 millones en 2023 y USD 5.200 millones en 2024. En forma aproximada, los pagos del FMI irán “calzados” de manera de cancelar los vencimientos con el propio organismo, tanto los que vienen como los que ya se cancelaron provenientes del acuerdo por USD 45.000 millones firmado en 2018.
“El Gobierno Nacional entiende que el crecimiento sostenido de las reservas es un eje clave de la estrategia macroeconómica a aplicar, dados sus efectos sobre la estabilidad cambiaria. Es por ello que la política de intervención en el mercado de cambios seguirá guiada por el objetivo de proteger las divisas y de mantener la competitividad del tipo de cambio, mientras que en el corto plazo continuarán las regulaciones sobre la cuenta capital,” destacó Economía en el proyecto que ingresó al Congreso.
Otra vía elegida para incrementar las reservas es una ampliación del swap con China en otros USD 3.000 millones. El Gobierno solicitó ese incremento a China y añadió al pedido que el swap tenga otros usos, uno de los cuales podría ser la cancelación de deudas de comercio exterior. Pese a que el Presidente Alberto Fernández lo mencionó en su discurso de apertura de sesiones ordinarias, el trámite del swap no parece haberse iniciado, por lo que ese dinero aún está lejos. Aún cuando haya acuerdo político, las complejidades técnicas pueden llevar mucho tiempo para las urgencias de la Argentina.
Las reservas líquidas son aquellas en las que no están incluidos ni los DEG ni las tenencias de oro y que el Banco Central necesita ante cualquier presión de los mercados
La idea de ampliar los usos del swap podría darle a esos yuanes la única utilidad que tienen hoy: engrosar las reservas brutas. “Hay que estudiar la posibilidad de que se pueda utilizar para otras cuestiones y que no sea únicamente un asiento contable, que es el uso que se tiene en este momento”, se sinceró días atrás la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti. Para transformar esos yuanes en dólares -es decir, en “poder de fuego”- habría que pagar una tasa del 7% anual, previa autorización del Gobierno chino. La única vez que se hizo esa operación fue en 2015, en el comienzo del gobierno de Cambiemos, que quería más dólares disponibles para salir del cepo cambiario.
De este modo, las dos vías que tiene el Gobierno para incrementar las reservas, los desembolsos del FMI y la incierta ampliación del swap de monedas, no impactarán en las reservas líquidas, aquellas en las que no están incluidos ni los DEG ni las tenencias de oro y que el Banco Central necesita para defender la estabilidad cambiaria ante cualquier presión de los mercados.
A la hora de ilustrar la diferencia entre reservas netas y líquidas, el economista Ivan Baumann Fonay destacó: “Un depósito a la vista es mucho más líquido que un depósito a plazo fijo o que las tenencias de oro. Otra forma de verlo es qué se usaría primero para una corrida contra el peso.”
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