La demanda de refugios preparados para sobrevivir un ataque nuclear o situaciones de contaminación radiológica, biológica o química, una pandemia o calamidades de la naturaleza como tormentas, tornados y huracanes, ha aumentado en las últimas semanas, según reportan diferentes medios y portales desde países como España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
La demanda de este tipo de refugios había aumentado en EEUU en 2017, cuando se intensificaron los temores a un eventual ataque nuclear de Corea del Norte, en 2020, en la etapa inicial de la pandemia de coronavirus, y nuevamente ahora, a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania, el ataque a la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, que derivó en un incendio, y las amenazas del presidente ruso, Vladimir Putin, de recurrir a la “opción nuclear” en respuesta a las represalias occidentales por su agresión bélica.
Charles Hardman, fundador y director de la empresa Subterranean Spaces, dijo que en las últimas semanas el número de pedidos se duplicó en el Reino Unido. “Desde la entrada de Rusia en Ucrania el teléfono no ha dejado de sonar, las consultas son constantes”, incluso desde otros países europeos, como Francia, declaró Hardman al sitio NIUS.
La construcción de estos refugios puede llevar un mínimo de cuatro meses y no es una opción para o por los pobres: su precio puede oscilar entre 300.000 y un millón de euros, según la cantidad de personas para las que se diseñe, dijo el empresario.
Altos costos
Los altos costos se deben a la complejidad de la construcción, desde la perforación a buena profundidad del pozo subterráneo, el aislamiento del refugio con al menos un metro de espesor de hormigón en el techo, una fuerte estructura de acero, capaz de soportar el impacto o las repercusiones de una bomba y también una fuerte estructura en el piso, para asegurar el aislamiento de la capa freática del subsuelo. Además, un buen refugio debe tener puertas herméticas, generadores de energía, sistemas de filtración de aire, espacio de almacenamiento de agua embotellada y alimentos enlatados y otras provisiones de larga duración, así como baños y drenaje. Según Hardman, “en un búnker bien equipado, una familia puede estar escondida hasta seis meses sin tener que salir al exterior”.
En España, en tanto, el empresario Cristian Sadic, dedicado a la construcción de búnkeres, aseguró que hasta ahora la demanda de refugios llegaba de países como Francia o Suiza: “Era gente con gran poder adquisitivo y gente paranoica con los extraterrestres”. Sin embargo, agregó, desde el inicio de los rumores de una guerra entre Rusia y Ucrania, la demanda de bunkers aumentó entre los propios españoles. “Desde hace tres semanas he dado 20 presupuestos. Ahora mismo estoy construyendo uno en Toledo, tengo que empezar uno en Madrid y otro en País Vasco”, dijo Sadic, cuyas modalidades de refugio van hasta un máximo de 100 metros cuadrados. Los búnkers, dijo, deben tener un mínimo de dos habitaciones, una de las cuales es para la maquinaria, donde están los generadores, el agua y el gasoil. Dependiendo del tamaño y del número de personas, las personas pueden pasar desde un mes o dos hasta un máximo de dos años.
Santiago Soria, subdirector de parques y viveros de Madrid, empezó a ser consultado acerca de un refugio en la zona de El Retiro, utilizado durante la Guerra Civil en España. “Se está pensando en abrirlo al pueblo de Madrid una vez que se acabe de acondicionar y tengamos un estudio de seguridad para que se pueda visitar sin problemas. Se trata de una construcción que sirve para que la onda expansiva de una explosión no afecte a quienes se refugian allí, pero tiene sus limitaciones. “Más vale esto que nada, pero el armamento moderno destruiría este refugio”, aclaró Soria.
En tanto, la publicación norteamericana Business Insider consultó a tres constructores de búnkers que coincidieron en que se registra un aumento en el interés por la construcción de esos refugios, aunque citó también a un antropólogo que destacó la futilidad de ese tipo de “soluciones”
Noticias impactantes u olas de violencia suelen impulsar la venta de armas y productos de defensa personal, pero ante amenazas existenciales como una guerra nuclear o el cambio climático los requerimientos son más complejos y costosos, desde la construcción de un búnker hasta el almacenamiento de agua, alimentos y combustibles y el uso de maquinaria específica.
Un febrero especial
Gary Lynch, gerente de Rising S (por Shelter, “protección” o “refugio”), empresa especializada en construcciones de sobrevivencia dijo las consultas aumentaron desde la invasión rusa a Ucrania y proveyó a Business Insider documentos sobre la venta de 5 bunkers el 24 de febrero, el día de la invasión, de un rango de precios de 70.000 a 240.000 dólares. Esto representa un notable aumento respecto de la actividad habitual. Típicamente, precisó Lynch, Rising S vende entre dos y seis búnkers por mes, y el invierno es una estación de baja demanda.
Despuès del 24 de febrero, dìa de la invasiòn a Ucrania, la demanda aumentò fuertemente
“Rusia es una superpotencia, y la amenaza de una superpotencia en conflicto con EEUU es algo delicado”, dijo, además de señalar que aún hay gente en el país que recuerda la crisis cubana de los misiles, en tiempos de la presidencia de Kennedy, cuando Washington y Moscú estuvieron a punto de un enfrentamiento nuclear. De hecho, aquel episodio dio lugar a la instalación del famoso “teléfono” rojo entre los jefes del Kremlin y de la Casa Blanca.
US Building Group, otra empresa especializada en bunkers, coincidió en que hay un aumento de la demanda. “El malestar internacional está teniendo un impacto en nuestro negocio, dijo David Davis, director de marketing, quien precisó que 47 de las 97 conversaciones con potenciales clientes en el mes de febrero ocurrieron después de la invasión rusa, lo que llevó a un aumento del 130% respecto de febrero 2021.
Una tercera empresa del rubro es Atlas Survival Shelters, cuyo CEO, Ron Hubbard, había notado ya en septiembre pasado un aumento de las consultas y demandas por parte de conservadores texanos insatisfechos con la presidencia de Joseph Biden. En estos días, la empresa está recibiendo más consultas de lo habitual, dijo Hubbard. Tampoco es habitual, notó, que un país invada militarmente a otro.
El inglés Hardman se interesó por los refugios en la década del setenta, durante la guerra fría y fundó Subterranean Spaces en 1997 y amplió su oferta a bunkers antinucleares y refugios antiaéreos en 2018, después de ver un folleto en el que el gobierno sueco alertaba a todos sus ciudadanos sobre la ubicación de refugios antibomba y consejos básicos de supervivencia en caso de guerra, justamente a raíz de incursiones rusas en el espacio aéreo y marítimo sueco.
La mayoría de los búnkers que hay en el Reino Unido datan de la Segunda Guerra Mundial y están en la costa del sur de Inglaterra, por donde podían entrar los alemanes. “En Londres solo hay dos refugios colectivos. Ninguno está preparado para un ataque nuclear; el Reino Unido y la mayor parte de Europa están un poco dormidos y no están preparados si se produce un ataque nuclear. En este sentido, Suecia está arriba del todo”, dijo Hardman.
Al bunker, que se acaba el mundo
En EEUU existen empresas como Bunkeralia, dedicada a “preparar a la población ante lo que pueda pasar” y entidades como Vivos, la mayor red de refugios subterráneos, cuyo director ejecutivo, Dante Vicino, la define como “un proyecto épico de supervivencia humanitaria, totalmente preparado para lo que sea y cuando sea que se desarrollen los acontecimientos”. Según Vicino, los miembros de la comunidad son gente normal y bien informada que quieren afrontar “las innumerables amenazas a las que nos enfrentamos”.
Más allá de la reacción paranoide, dijo el antropólogo Chad Huddleston, de la Southern Illinois University Edwardsville, estudioso de estos grupos e iniciativas, la búsqueda de ese tipo de protección es “tácticamente tonta”. Si se produce una situación real de colapso social, todos van a ir a tu bunker, explica. Los costos de construir refugios así están fuera del alcance de la mayoría y además, concluyó Huddleston, las personas más obsesionadas con la posibilidad de un desastre asumen que la opción más práctica es morir del mejor modo posible. “Si algo realmente malo sucede y todo explota, me tomo una píldora con whisky, ¿qué sentido tiene vivir en una tierra arrasada?”, sería la síntesis de esa filosofía.
En caso de ataques o situaciones que exijan “guardarse” durante un período más o menos prolongado, una cuestión básica es qué cosas básicas, además de agua, almacenar. Entre los alimentos más aconsejables, por su durabilidad, se cuentan la miel, el arroz, que crudo puede durar hasta 30 años, la manteca de maní, alcohol, lentejas, barras energéticas o de cereal, ciertos dulces o golosinas, carne seca, caldos, frutas, verduras, sopa e incluso carne en lata, leche en polvo, café instantáneo, galletas del tipo marinera y extracto puro de vainilla.
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