Como viene sucediendo en los últimos años, para satisfacer el abastecimiento de gas en el mercado interno durante los meses de invierno el Gobierno deberá importar Gas Natural Licuado (GNL) a través de los barcos que ingresan por el puerto de Bahía Blanca o Escobar, donde se produce el proceso de regasificación para luego inyectar el combustible al sistema local.
Sin embargo, la guerra en Ucrania disparó los precios internacionales, lo que pone presión al Gobierno en medio de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional por la reducción de los subsidios a la energía y la escasez de divisas en el Banco Central.
Este invierno se va a requerir de la importación de unos 69 buques de GNL, 13 más que el año pasado, de acuerdo a fuentes cercanas a la operación. El año pasado, de acuerdo a la información publicada por la empresa Ieasa (la ex Enarsa), se importaron 56 buques —a través de cinco licitaciones— por un total de USD 1.096 millones a través de los puertos de Escobar y Bahía Blanca y con un precio promedio de USD 8,33 por MMBTU.
Este miércoles el precio internacional del GNL superó los USD 60 por MMBTU en el Dutch TFF (punto de comercio de gas natural en los Países Bajos), aunque luego el precio descendió. En tanto, en la cotización de Japón, otra referencia del mercado internacional, se acercó a los USD 39.
La mayor demanda de gas importado a través de barcos para satisfacer la demanda del invierno corresponde a una menor entrega de gas desde Bolivia, que atraviesa un declino en su producción, y a la sequía que bajó la generación hidroeléctrica. Esta caída genera más demanda de combustibles líquidos para generar electricidad.
El GNL se utiliza para poder trasladar el gas en estado líquido mediante buques metaneros. Luego, al llegar al puerto se regasifica para poder ser inyectado a la red de gasoductos local. Los buques provienen de Estados Unidos, Qatar, Trinidad y Tobago. El traslado del buque desde puerto de carga hasta la Argentina puede durar hasta 35 días.
La expectativa del Gobierno es que recién en el invierno de 2023 las importaciones de GNL comiencen a reducirse si se concreta la inauguración de las obras del gasoducto Néstor Kirchner, cuya licitación ya fue anunciada. Los plazos son ambiciosos y esperan que la primera etapa pueda estar finalizada para mediados del año próximo.
“Solamente el caño, sin compresión, nos estaría generando un ahorro por más de USD 1.000 millones en importación de combustible gas y líquidos y en el orden de los USD 400 millones de ahorro en subsidios. Al tener un hidrocarburo más barato se abarata toda la cadena de generación de energía eléctrica”, indicó Agustín Gerez, hace dos semanas en declaraciones radiales. De todas formas, la previsión es que en 2023 se vuelva a contrata el buque regasificador por una cuestión preventiva, aunque los volúmenes de importación serán más bajos.
Según datos de la Secretaría de Energía presentados el 31 de enero pasado, durante la última audiencia pública, del volumen total demandado de gas para este año, la producción nacional abastecerá el 84% de la oferta total (el gas importado de Bolivia aportará el 7% y el GNL importado el 9%). Durante el invierno, la producción local representará 73%, el gas de Bolivia el 9% y el GNL importado el 18% restante.
Para este año, se espera que el precio promedio del gas de producción local sea de USD 3,53 por MMBTU. Mientras que el costo del gas importado de Bolivia —derivado del contrato entre Ieasa y la empresa YPFB de Bolivia— se estima en USD 7,46 por MMBTU. En los últimos años, la producción de gas en Bolivia comenzó a decaer y también cayeron las importaciones hacia la Argentina. Según datos de Ieasa, está entregando un 25% o un 30% menos y la empresa se encuentran en un proceso de negociación para la provisión durante el invierno que culmina el próximo 31 de marzo.
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