Mientrasel ministro de Economía Martín Guzmán trata de cerrar con el FMI las diferencias en torno del recorte de subsidios que el gobierno debería hacer para reducir este año el déficit fiscal a 2,5% del PBI, se hace cada vez más acuciante la necesidad de empezar a revertir el problema que tanto el ministro como los negociadores del Fondo consideran más agudo: la escasez de reservas del Banco Central.
“La desacumulación de reservas es un fenómeno preocupante de los últimos años. Desde el máximo de reservas netas alcanzado en 2008 de US$44.760 millones, perdimos aproximadamente US$ 44.875 millones y desde el pico alcanzado en 2018 se perdieron US$34.600 millones, que alcanzarían los US$42.000 millones si contamos el fortalecimiento de reservas del FMI”, dice al respecto un informe de la consultora ACM.
El trabajo calculó el nivel de reservas “adecuado” que debería tener la entidad presidida por Miguel Pesce usando la misma metodología de un documento de 2006 del propio BCRA. ¿El resultado? Las reservas brutas deberían ser hoy de USD 68.245 millones, un nivel cercano a los USD 69.000 millones que para este año había proyectado el FMI en su primera revisión del préstamo stand-by de 2018, con un monto de reservas netas de poco más de la mitad: USD 35.800 millones, que hoy luce como un puente demasiado lejos.
La realidad está bien lejos de esas cifras. Según el informe de la consultora que dirige el economista Javier Alvaredo, las reservas brutas son hoy de USD 37.241 millones, poco más de la mitad del nivel “adecuado”, y las netas son negativas en unos USD 1.100 millones. Esto es, las reservas brutas son inferiores a la suma de conceptos como los “encajes” que guardan los bancos comerciales en el BCRA por los depósitos que reciben de personas y empresas en los bancos, el canje de monedas con China y otros ítems que son, a la vez que “reservas”, obligaciones hacia una contraparte.
Por eso un punto clave de la negociación con el FMI es la acumulación de reservas netas. Este año, la meta serían USD 5.000 millones, ritmo glacial para la situación del BCRA. A ese paso, dice ACM, se necesitarían más de 6 años para alcanzar el nivel de reservas adecuado.
Comparaciones
El cotejo de las cifras con las de otros países sudamericanos confirma la necesidad urgente de reconstituir reservas que el estudio califica de “famélicas”. La escasez resalta incluso en términos absolutos, pese a que la economía argentina es la segunda más grande de Sudamérica. Sobre los 7 países considerados (Brasil, Bolivia Chile, Colombia y Perú, además de la Argentina), las reservas brutas del BCRA solo superan las de Bolivia y Uruguay, quedan por debajo de economías más pequeñas como Colombia, Chile y Perú, y son poco más de una décima parte de las de Brasil.
La comparación en términos relativos resalta aún más la endeblez de las reservas argentinas: equivalen a apenas 8% del PBI, el guarismo más bajo de los países considerados, y a 58,9% de las importaciones, ratio solo superior al de Bolivia (51,6%) y cercano al de Chile, un país con acceso al crédito internacional, pero lejano a los porcentajes de entre 103 y 163% que exhiben los demás países de la muestra.
“Es imprescindible un esfuerzo por aumentar las reservas, sobre todo las netas, donde es más notorio el desgaste. Es un gran desafío y requerirá de un nivel de disciplina y consistencia no usual en la historia económica argentina reciente”, dice el informe. La evolución de las reservas es importante en casi todo momento, pero -subraya- “en la situación actual se vuelve fundamental”.
A partir del “cepo” de 2011 se ensanchó la brecha entre reservas brutas y netas. Las primeras dependieron cada vez más de la contabilización de ítems como los encajes (que no son en verdad recursos del Central, sino de los particulares) y el canje con China (hoy más de la mitad de la cuenta) y las netas se volvieron negativas
El estudio muestra además la evolución de las reservas de 2003 a la fecha. Superávits gemelos mediante, las reservas brutas pasaron de USD 7.744 millones en 2003 a un pico de USD 44.760 millones en marzo de 2008. Siguió una suave declinación que se fue agudizando y no logró revertir el “cepo cambiario” impuesto en noviembre de 2011, días después de la reelección presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Además, a partir de entonces se ensanchó la diferencia entre reservas brutas y netas. Esto es, las reservas brutas dependieron cada vez más de la contabilización de ítems como los encajes (que no son en verdad recursos del Central, sino de los particulares) y el canje con China (hoy más de la mitad de la cuenta).
Más cerca en el tiempo, dice el estudio, se verifica una tendencia similar: entre febrero de 2018 y la actualidad se perdieron reservas por USD 34.600 millones, o USD 42.000 millones si se considera que USD 7.500 millones de desembolsos efectuados por el FMI eran para fortalecer las reservas internacionales. El rojo actual de las reservas netas, de USD 1.100 millones, dice el estudio, “repite el episodio de fin de 2015″.
La estimación de USD 68.245 millones de reservas brutas como nivel “adecuado” responde a una metodología establecida en 2006 por el BCRA, que resulta de sumar dos criterios: uno “comercial” (las reservas deben alcanzar para financiar 4 meses de importaciones) y otro “financiero” (deben ser suficientes para cubrir los vencimientos de deuda de un año, más el 12,5% del M2, un agregado monetario, ponderado por el nivel de riesgo-país). La cifra resultante coincide además con los USD 69.000 millones de reservas que, según la primera revisión que hizo el FMI del crédito de 2018, debería alcanzar el BCRA este año, con un “neto” de USD 35.800 millones, a años luz de la verdadera situación.
Según el estudio, si bien la meta planteado por Guzmán apunta a mejorar la posición de reservas, lo hace a un ritmo muy lento. El interrogante más incómodo, concluye, es si el nivel actual del dólar oficial es el adecuado para lograr una dinámica como la que se necesita para una recomposición más veloz.
Los datos del FMI
Por otra parte, un repaso al template del FMI sobre las reservas internacionales de los países que lo integran muestra que al 31 de diciembre pasado las reservas internacionales brutas del BCRA eran de USD 39.662 millones, de los cuales USD 34.291 millones son en monedas convertibles, USD 3.213,7 millones en oro y USD 1.456 millones están en bancos situados fuera del país. Lo más alarmante es un apartado sobre “drenaje neto predeterminado de divisas a corto plazo”, el saldo neto de fondos que el BCRA y el Tesoro deben afrontar en breve: USD 22.467 millones en el primer trimestre, y USD 50.032 millones a lo largo de todo el año. Esto significa que según el FMI, las reservas brutas del BCRA en moneda convertible (de las cuales unos USD 15.000 millones son depósitos en dólares de particulares en los bancos y otros USD 20.000 millones yuanes chinos de un canje de monedas) están USD casi 17.000 millones por debajo de las obligaciones netas a afrontar este año.
La misma base de datos del Fondo arroja lo siguiente para otros países sudamericanos:
- Brasil: USD 367.722 millones de reservas brutas, de las cuales USD 326.368 millones son en divisas convertibles y USD 7.437 millones en oro, contra un “drenaje neto predeterminado” de solo USD 2.541 millones.
- Chile: USD 51.330 millones de reservas brutas, de las cuales USD 47.128 son en divisas convertibles, montos muy superiores al “drenaje neto predeterminado” para el año, de USD 3.598 millones.
- Uruguay: USD 15.942 de reservas brutas, casi todas (USD 15.904 millones) en divisas convertibles, que más que cuadruplican el “drenaje neto preterminado”, que para 2022 el FMI calculó en USD 3.350 millones.
- Colombia: USD 58.010 millones de reservas brutas, de las que USD 53.466 millones son en divisas convertibles, contra un “drenaje neto predeterminado” de USD 3.442 millones a lo largo de 2022.
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