Ni la invasión a Ucrania pudo desbancarla: la Bolsa porteña sigue dominando el podio de las mayores caídas del último siglo

Un rastreo de las más fuertes caídas bursátiles de los últimos cien años muestran a la Argentina en el primer y el tercer puesto

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Una imagen de una jornada
Una imagen de una jornada de febrero de 2020 en la bolsa moscovita REUTERS/Maxim Shemetov/File Photo

Se necesitó que un vecino gigante y potencia militar como Rusia invadiera Ucrania para que el riesgo-país del invadido, que trepó hasta los 2.500 puntos, superara el de la Argentina, que en la jornada volvió a quebrar la marca de los 1.800 puntos.

Pero ni la fenomenal desconexión con la economía global que la agresión militar ordenada por Vladimir Putin implica para Rusia alcanzó para que el derrumbe de la bolsa de Moscú pudiera treparse al podio de las peores caídas bursátiles de la historia.

En su peor momento la bolsa moscovita, medida por el índice MOEX, llegó a caer el 45 por ciento. Y a media tarde, cuando todo el mundo asistía azorado al avance de las tropas y maquinaria bélica rusa sobre Ucrania, promediaba una pérdida del 38%, que le alcanzaba para superar, por una décima de punto, la caída del 37,9% de la bolsa argentina del 12 de agosto de 2019, el día después de las PASO en que la fórmula Fernández-Fernández arrolló la oficialista Macri-Pichetto y anticipó el resultado de las elecciones presidenciales que, en octubre, marcarían el futuro cambio de gobierno.

Ni siquiera con el 45% de caída inicial la bolsa rusa podía empardar el desplome de la bolsa porteña de enero de 1990, luego de un nuevo golpe hiperinflacionario y del Plan Bonex, anunciado el 28 de diciembre de 1989, el día de los Inocentes

Pero ni siquiera con el 45% de caída inicial la bolsa rusa podía empardar el desplome de la bolsa porteña de enero de 1990, en las postrimerías de un nuevo golpe hiperinflacionario y del Plan Bonex que había anunciado el 28 de diciembre de 1989, día de los Inocentes, Antonio Erman Gonzáles, el recién ascendido y tercer ministro de Economía de la presidencia de Carlos Menen. Un día de ese fatídico enero, según la búsqueda de registros históricos de Bloomberg, tuvo lugar en Buenos Aires la caída más brutal de una bolsa de los últimos cien años, comparando siempre las respectivas caídas en moneda local.

El desplome post-PASO

La bolsa de Moscú cerró la jornada del jueves con una pérdida del 33%, con lo cual tampoco pudo superar la caída porteña post-PASO de 2019. De resultas, la Argentina sigue detentando el oro y el bronce de las caídas bursátiles de la historia, con la medalla de plata en manos de otra república exsoviética, Kazakhstán que en julio de 2002, amenazada por otro zarpazo del oso, cayó 38,5%, esto es apenas 0,6 puntos porcentuales más que el record argento de 2019, pero 14,6 puntos por debajo del primado establecido por la bolsa porteña en 1990.

No es fácil superar a la Argentina en materia de desventuras como inflación, devaluación, riesgo-país o desplomes bursátiles, ni siquiera con rastreos estadísticos como los de Bloomberg, que incluyó 90 países del mundo, desde la pequeña Jamaica hasta los 48 billones (millones de millones) de dólares del mercado bursátil norteamericano, cuya peor caída fue en 1987, cuando en un solo perdió USD 50.000 millones de capitalización bursátil.

Si se tiene en cuenta los 35 años transcurridos desde entonces, aquella pérdida de valor en Wall Street, aunque porcentualmente menor a la moscovita, fue superior en valor real y relativo a su tiempo que la pérdida de riqueza implícita en la caída de la bolsa rusa, que fue este jueves de poco menos de USD 200.000 millones. Fundamentalmente, debido al anuncio de los gobiernos occidentales de severas sanciones económicas contra Rusia, que incluyen la exclusión del sistema SWIFT de transacciones bancarias internacionales.

Otras caídas bursátiles notables fueron las de Mongolia, otro vecino de Rusia y China, en el año 2014, Hong Kong en octubre de 1987 (correlacionada con la caída de Wall Street) y Brasil en octubre de 1991.

La mayoría de las bolsas del mundo tienen sensores que interrumpe las transacciones cuando las pérdidas llegan a cierto nivel, lindante con el pánico. En EEUU, por ejemplo, el interruptor para el índice S&P 500 se acciona si pierde 20% de su valor en una jornada.

Otro factor a tener en cuenta es que ya en las jornadas previas las cotizaciones en Moscú se habían devaluado (en la jornada de hoy el valor promedio de las firmas rusas cerró a menos de 3 veces su proyección de ganancias, tras haber iniciado el año en 5,4 veces), a medida que sonaban más fuerte los tambores de guerra y se volvía más cierto un escenario de sanciones y de convulsión mundial, a lo que se sumará un aumento de las tasas de interés de la Fed de EEUU, apurada ahora por un nuevo respingo inflacionario.

El mérito del bronce

El presidente Alberto Fernández, flanqueado
El presidente Alberto Fernández, flanqueado por Massa y Tolosa Paz, cuando convocó a celebrar el "triunfo" electoral del oficialismo y anunció que a principios de diciembre enviaría al Congreso un plan económico plurianual, base del acuerdo con el FMI Foto NA: MARCELO CAPECE

Como sea, no deja de ser un raro logro el de la Argentina de ocupar el primer y el tercer puesto del ranking mundial de caídas bursátiles en un siglo. Si se tratara de una olimpíada, en la cual acceder al podio es un mérito, Kazakhstan tampoco podría celebrar demasiado: sería víctima de lo que la economista e investigadora Victoria Medvec, especializada en organización empresaria y factores motivacionales, llamó “la paradoja del bronce”. Tras estudiar las reacciones de los atletas en las Olimpíadas de 1992, en Barcelona, Medvec notó que aquellos que ganan la medalla de bronce se sentían mejor que quienes conseguían la de plata, porque se comparaban con quienes no llegaron al podio, no con el del escalón superior, el ganador del oro. Una suerte de “victoria moral”, como el “triunfo” que, después de la derrota oficialista en las elecciones legislativas, el presidente Alberto Fernández convocó en noviembre pasado a celebrar en Plaza de Mayo.

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