La economía argentina enfrentará este año 7 factores de desequilibrio y 5 elementos de riesgo, entre los que se destacan la falta de reservas internacionales y de un ancla clara para frenar la inflación por debajo del 50 por ciento. Más allá de que se firme el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), estos problemas estarán presentes en el escenario del 2022, según un informe de la consultora Abeceb para sus clientes.
Allí se indicó que “el Gobierno anunció que habría acuerdo con el FMI, pero la letra chica sigue sin conocerse”. Fuentes oficiales afirman que todavía resta una semana más de negociación técnica.
Además, indica Abeceb, “el consenso político para apoyar el eventual acuerdo lejos está de haberse fortalecido. Por el silencio de Cristina, por la renuncia de su hijo y por una oposición que, naturalmente, pide conocer el programa para fijar posición”.
Al respecto, “no sorprende que el Banco Central se haya quedado prácticamente sin reservas líquidas luego de pagar sus obligaciones con el FMI”.
El consenso político para apoyar el eventual acuerdo lejos está de haberse fortalecido. Por el silencio de Cristina, por la renuncia de su hijo y por una oposición que, naturalmente, pide conocer el programa (Abeceb)
“La falta de dólares ya está teniendo dos consecuencias clave: más restricciones a las importaciones vía AFIP -se ajustó la capacidad financiera para acceder a permisos de importación- y Pesce aceleró el ritmo de las devaluaciones diarias a valores que no se veían desde que se empezó a atrasar el tipo de cambio oficial por las elecciones, al comenzar 2021″.
Según Abeceb, “el Gobierno no va a cambiar su estrategia de administrar desequilibrios sin solucionarlos. Si hubiera funcionarios con voluntad de avanzar con reformas encontrarían resistencias en el FdeT y tendrían serias dificultades para avanzar con un gobierno loteado y débil en la coordinación de decisiones. El ruido político, además, resentiría la gobernabilidad”.
Por otra parte, “el FMI podría ‘digerir’ un acuerdo en el que el gobierno siguiera con la estrategia de administrar desequilibrios. Dejaría la renegociación de un acuerdo económicamente más sustentable para luego de 2023″.
“Si no hay reformas para solucionar los desequilibrios, será de cualquier forma imprescindible que haya medidas para sacar a la economía del umbral de crisis”.
“El FMI, por lo tanto, pondrá una condición inamovible: la administración de los desequilibrios debe ser mucho más prolija y macroeconómicamente más consistente que lo visto hasta ahora”, según la consultora del ex ministro Dante Sica.
“Sacar a la economía del umbral de crisis implica, como mínimo: cumplir con el sendero para el déficit fiscal ya acordado, recomponer las reservas y el tipo de cambio real y bajar la inflación”.
Para Abeceb, hay siete “desequilibrios que empujan a nuestro país hacia el umbral de crisis”:
- Una aceleración de la inflación (50,9% en 2021). “Cuanto más alta es la inflación, mayor es la volatilidad de los precios relativos, lo que dificulta la formación de expectativas y aumenta la preferencia por cobertura”.
- Distorsiones crecientes del tipo de cambio oficial y las tarifas. “Son insostenibles por el efecto en el déficit fiscal y sobre el superávit comercial. El mercado anticipa que habrá modificaciones. Pesce ya empezó a devaluar más rápido y subió tasas”. “Guzmán quiere llevar el peso de los subsidios energéticos al 1.7% del PBI. Pero esto generó una grieta en el oficialismo que erosiona la credibilidad”.
Las distorsiones crecientes del tipo de cambio oficial y las tarifas son insostenibles por el efecto en el déficit fiscal y sobre el superávit comercial
- Emisión monetaria excesiva (4,5% del PBI en 2021). “Alimenta la inflación y la especulación cambiaria. Para tener chances de controlarla, incluso el déficit del FMI es excesivo si no se consigue financiamiento extra, por ejemplo, de organismos regionales o multilaterales”.
- Falta un ancla nominal creíble que guíe la formación de expectativas de precios. “Esto se agravó desde que el Central empezó a acelerar la devaluación sin explicitar qué política cambiaria piensa seguir en el futuro”.
- Aumento acelerado de la deuda pública: USD 40.000 millones en dos años (neto de adelantos del BCRA), cerca de 10% del PBI. “Economía aclaró que le no preocupa tanto porque la mayor parte es en pesos y no en dólares. ¿Se piensa licuar la deuda en pesos?”
“Que se plantee esa duda puede debilitar sensiblemente la demanda de deuda pública cuando casi un tercio del déficit fiscal se financia con deuda doméstica y el Central tiene más Leliqs y pases en su balance que base monetaria”.
- La economía global tampoco sonríe. “La FED hizo saber que es muy probable que corrija la tasa de referencia en marzo. El dólar índex se está reforzando y esto juega a favor de la tendencia a la depreciación de las monedas emergentes y aumenta la necesidad de corregir el tipo de cambio local”.
- Las importaciones de gas van a ser más caras e insumirán parte del superávit comercial. “Afortunadamente, el incremento del precio de la soja está compensando en parte lo que se pierde por la sequía”.
A la vez, hay cinco riesgos que agravan el escenario:
- La escasez de reservas líquidas propias priva a las autoridades de un insumo indispensable para administrar desequilibrios. “El país será dependiente de los desembolsos del FMI y correrá cada tres meses el riesgo de tener que pedir un waiver o incurrir en arrears. Esto será una fuente de incertidumbre si los mercados anticipan desvíos de las metas”.
La escasez de reservas líquidas priva a las autoridades de un insumo indispensable para administrar desequilibrios
- ”Las divisas no se pueden inventar, pero las reglas de juego se pueden manipular si hay necesidad. Siempre estará la posibilidad de que se intensifiquen regulaciones, intervenciones y racionamientos”. En particular: a) “Control de importaciones con un sesgo de flexibilidad en los permisos para las empresas que puedan aportar por el lado de las exportaciones o las inversiones directas; (b) si la devaluación y con ello la inflación suben, se intensificarán los controles de precios; (c) es posible que haya aumento de tasas de interés real y ello va a afectar la hoja de balance del Central que podría imponer regulaciones a los bancos para que mantengan en cartera los activos de la autoridad monetaria; esto va a desplazar al sector privado del mercado de crédito”.
- Sin un ancla nominal firme, “la inflación del 50% de 2021 va a ser un piso y no un techo. En esto influiría también el racionamiento de importaciones y eventuales ajustes cambiarios o de tarifas, que presionarían por el lado de los costos. Podría favorecer, no obstante, la demanda de bienes durables de consumo como refugio y, también, las importaciones”.
- Si el déficit fiscal se descontrola o las reservas no se recuperan, “el FMI podría poner objeciones en la revisión trimestral. Si el gobierno ajustara de forma abrupta el tipo de cambio o las tarifas, habría una fuerte aceleración inflacionaria”. “Como ocurrió repetidas veces en el pasado esto podría ser funcional para licuar deudas en pesos, salarios y gasto público. Pero sería muy recesivo y afectaría la gobernabilidad, elevando la incertidumbre”.
- ”Cuando la incertidumbre traspasa ciertos límites, se convierte en una fuente autónoma de desequilibrios. Cuando los precios son excesivamente volátiles o están distorsionados por intervenciones y controles, aumenta la probabilidad de que el sector privado tome decisiones equivocadas y ello contribuye a retroalimentar los desequilibrios existentes”, concluyó este tajante informe, que refleja el desánimo de los inversores más allá de que esperen que se concrete el acuerdo con el FMI para que la tormenta no se vuelva más peligrosa.
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