Las dificultades de las empresas para importar, ante la necesidad del Gobierno de cuidar los escasos dólares que le quedan al Central, también repercutirá en la inflación de los próximos meses. La escasez de stock llevará a fuertes remarcaciones, tal como ya se está viendo por ejemplo a la hora de conseguir repuestos de autos, insumos médicos o electrodomésticos.
El comportamiento del mercado cambiario generará así una doble presión sobre los precios a lo largo de 2022. Por un lado, la decisión del BCRA de acelerar la suba del dólar oficial impacta de manera directa sobre la compra de insumos importados.
Sin embargo, la decisión de “planchar” el tipo de cambio con subas de apenas 1% mensual, aplicada no funcionó como el ancla antiinflacionaria que esperaba Martín Guzmán en 2021. Una parte de responsabilidad fue la brecha cambiaria que volvió al 100%, alentando mayores expectativas de devaluación.
La escasez de dólares es todavía más inflacionaria que el incremento del tipo de cambio oficial. Por un lado, aumenta la incertidumbre sobre la posibilidad de acceder a las divisas necesarias para comprar insumos y poner en marcha la producción. Pero como además ya hay más certezas sobre las dificultades para conseguir divisas, concretamente habrá menor oferta de productos y esto desatará mayores remarcaciones.
La política cambiaria tendrá un doble impacto sobre los precios. La suba del dólar oficial implica un encarecimiento de los insumos importados. Pero al mismo tiempo las dificultades para importar llevarán a una escasez de mercadería que también se traducirá en mayores remarcaciones
La inflación arrancó alta en enero, con un incremento de 3,9% y seguiría en niveles parecidos por lo menos hasta abril. Las estimaciones de las consultoras económicas es que el índice podría subir a 55% para este año. Los problemas de oferta de la economía, sin embargo, podrían generar un aumento adicional. Además, estos posibles faltantes convivirán con aumentos nominales de salarios, lo que implica echar más nafta al fuego.
El acuerdo que está a punto de cerrarse con el FMI incluye una drástica reducción de la emisión monetaria del BCRA al Tesoro, que debería pasar del 3,7% en 2021 a sólo 1% del PBI este año. Si el Banco Central cumpliera con esta exigencia, el impacto sobre la inflación se sentiría recién el año próximo.
Los problemas de oferta de la economía podrían generar un aumento adicional a la ya elevada inflación, que se ubicará cerca del 4% mensual por lo menos hasta abril
En los últimos días se multiplicaron las quejas de las cámaras empresarias como la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Cámara Argentina de Comercio (CAC) por las últimas trabas impuestas por la AFIP. Ya son cientos de compañías que denuncian la manipulación de la Capacidad Económica Financiera (CEF), un número que define si esa empresa tiene o no capacidad para comprar en el exterior y que fue recientemente modificado por las autoridades para evitar que sigan saliendo divisas del país.
La medida resultó sorpresiva y al mismo tiempo reveló lo que ya es algo evidente, aunque desde el Banco Central lo siguen negando: ya no quedan reservas líquidas para intervenir en el mercado, por lo que la única manera de equilibrar el mercado es ponerle trabas temporales a las importaciones. Se trata de un endurecimiento extremo del cepo cambiario.
La apuesta ahora es recomponer gradualmente el nivel de reservas. El Fondo planea enviar USD 4.300 millones en Derechos Especiales de Giro en marzo, que corresponde a lo ya pagado por la Argentina en los últimos meses. Y a eso se sumaría lo que el BCRA consiga acumular durante la liquidación de la cosecha gruesa, es decir entre abril y junio. El objetivo planteado es acumular alrededor de USD 5.000 millones anuales, algo nada sencillo teniendo en cuenta que el BCRA viene perdiendo reservas en forma persistente a pesar del cepo cambiario.
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