Además de incluir en su vértice a la directora-gerente del organismo, la búlgara Kristalina Georgieva, que en septiembre fue ratificada por el directorio luego de un fuerte cuestionamiento por su pasado rol como funcionaria del Banco Mundial en un informe supuestamente manipulado para favorecer a China, el elenco de funcionarios del FMI que fiscalizará los tratos con el gobierno exhibe un notable cambio respecto del que siguió las peripecias del crédito concedido en 2018 a la Argentina.
De aquel stand-by, originalmente de USD 50.000 millones, luego aumentado a USD 57.000 millones y del que el Fondo desembolsó poco más de USD 44.000 millones, queda una deuda de USD 40.912 millones, según reportó el propio organismo al 31 de diciembre pasado.
En el camino salieron de escena la entonces directora del Fondo, la francesa Christine Lagarde, hoy titular del Banco Central Europeo, el entonces director del Departamento Hemisferio Occidental, el mexicano Alejandro Werner, y el jefe de misión para la Argentina, el italiano Roberto Cardarelli, todos corridos de sus puestos por Georgieva, que hace poco promocionó a Gita Gopinath, una economista india-estadounidense, como su lugarteniente.
Georgieva, Gopinath, Goldfajn: del G3 a las 3G
Georgieva, criada en la Bulgaria de la época de la Cortina de Hierro, desarrolló un fuerte rechazo a la escasez y el autoritarismo de la era soviética. En la secundaria componía e interpretaba odas contra Moscú. Tras la caída del Muro y la implosión de la ex Unión Soviética fue profesora en la Universidad de Sofía y luego hizo una exitosa carrera como funcionaria internacional a partir de su alta ejecutividad y el fuerte foco y dedicación en los temas que más le interesan.
Profesora en Harvard, Gopinath, que compartíó cursos en la Universidad de Washington, en el vértice noroeste de EEUU, con el actual rector de la Universidad Torcuato di Tella, Juan José Cruces, ascendió desde su posición de economista-jefa del Fondo, que hoy tiene así, por primera vez en su historia, a dos mujeres en las máximas posiciones ejecutivas.
Cuando recientemente se la consultó sobre la Argentina, Gopinath, experta en balanza de pagos y cuestiones cambiarias, reiteró el mantra sobre un programa “sólido y creíble” para corregir los “desequilibrios” de la economía del país. En su nueva función, no querrá repetir la experiencia de David Lipton, funcionario de extracción demócrata que supervisó el acuerdo de 2018, empujado por la gestión republicana de Donald Trump, y es ahora el encargado de asuntos internacionales en la secretaría del Tesoro de EEUU, que encabeza otra mujer, Janet Yellen. Lipton conoce la historia y prehistoria del nuevo acuerdo.
Como director del Departamento Hemisferio Occidental, el 1 de enero pasado entró en funciones Ilan Goldfajn, otro economista de doble nacionalidad, israelí y brasileña. Académica y profesionalmente reputado, Goldfajn fue funcionario de línea del Fondo, trabajó en bancos privados y tuvo un exitoso paso como presidente del Banco Central de Brasil, al punto que en 2017 y 2018 fue elegido Banquero Central del año por las revistas The Banker y Global Finance.
Un ogro ortodoxo
Nacido en Haifa y criado en Brasil, Goldfajn habla fluido español y su formación ortodoxa no le impide el juicio político, así como su peso y su robusta constitución física no le impedían, cuando era economista raso del FMI, fungir como habilísimo 9 en las canchas de fútbol de Bretton Woods, el recreo de fin de semana de la institución. Una suerte de “Ogro” Fabbiani brasileño, alimentado desde el mediocampo por otro economista sudamericano, el argentino Eduardo Levy Yeyati. En cualquier caso, Goldfajn no querrá repetir la experiencia de Werner, crítico del actual equipo económico argentino.
Al pie del volcán
Por debajo de Goldfajn y con abundante millaje y horas de diálogo -presenciales y virtuales- con Guzmán, el acuerdo será seguido de cerca por Julie Kozack, subdirectora del Departamento Occidental, que hizo de bombera en la crisis bancaria y económica de Islandia de 2008/09. La recuperación islandesa se produjo con control de capitales y casi sin inversión a partir de 2010, pero es dudoso que Kozack crea que esa sea una fórmula aplicable a la Argentina. La fortísima recuperación islandesa debió mucho a la erupción del volcán Eyjafjallajokull, que a partir de 2010 provocó un boom de arribos de europeos para observarla a buen resguardo. El ingreso de turistas se quintuplicó, hasta 2,5 millones de visitas anuales, y en el pico llevó a que hubiera siete turistas por habitante. La ¿inversión? consistió en autorizar el arribo de aerolíneas extranjeras y el alojamiento en casas de familia. Kozack sabe que es difícil repetir “milagros” de ese tipo.
Argentinólogo
Como jefe de la “misión argentina” seguirá Luis Cubeddu, economista venezolano muy vinculado a la Argentina: fue representante-residente del organismo entre 2003 y 2004, es casado con una argentina y tiene una hija nacida en el país. En 2019 Cubeddu fue coautor, con Gopinath y un economista argentino, el tucumano Gustavo Adler, del área de investigación del FMI, de un paper sobre el “furor cambiario”. El estudio planteó que no podía confiarse en una política monetaria expansiva y la devaluación del tipo de cambio para mejorar de modo permanente la balanza comercial de un país. Pero difícilmente Gopinath y Cubeddu crean sostenible una política cambiaria con una brecha de más del 100% entre el tipo oficial y sus variantes paralelas, aunque el presidente Alberto Fernández y el ministro Martín Guzmán reiteren que el nuevo acuerdo no implicará un “salto devaluatorio”.
De Ankara a Buenos Aires
La más reciente incorporación al elenco del “caso argentino” es el británico Ben Kelmanson, nuevo representante del FMI en la Argentina, en reemplazo del jamaiquino Trevor Alleyne. Se trata de otra elección confirmatoria de que, para tratar con la Argentina, el FMI optó por funcionarios fogueados. Kelmanson fue hasta diciembre pasado, representante del Fondo en Turquía, que también atraviesa un proceso de crisis financiera, alta inflación y fuerte devaluación monetaria. El Fondo había abierto su oficina en Ankara, la capital turca, en el año 2000, en medio de otra de las recurrentes crisis del país. El primer representante había sido Odd Per Brekk, el economista noruego que, tampoco casualmente, redactó la Evaluación ExPost del fallido crédito otorgado a la Argentina en 2018.
En suma, para lidiar con la Argentina el Fondo alistó un crisol de economistas curtidos en crisis.
SEGUIR LEYENDO: