Sin señales respecto de la decisión que tomará el Presidente en las próximas horas respecto al vencimiento con el Fondo Monetario por USD 717 millones, el Gobierno se aferra por estas horas a la expectativa de una señal contundente por parte del organismo que permita justificar el pago sin afrontar el costo político del “amague” de default. Pero, ante la alta probabilidad de que ese gesto no llegue, el mercado, aún incrédulo con una instancia de no pago, ya evalúa no sólo el impacto que tendría no sólo el incumplimiento en sí mismo sino también el marco que se construya para anunciarlo.
Es que, como dice el tango, 20 años no es nada y todavía es vívido el recuerdo de los aplausos en el Congreso cuando el efímero ex presidente Adolfo Rodríguez Saá anunció el default más grande de la historia que, paradójicamente, no incluyó a los organismos internacionales, considerados por convención internacional acreedores privilegiados. Nadie, al menos dentro del Gobierno, imagina escenas de ese calibre. Sin embargo, en los matices del anuncio -creen algunos- podría marcarse la diferencia. Por supuesto que si, finalmente, Alberto Fernández resuelve no pagar, el golpe sobre los activos locales será contundente y las presiones sobre el dólar prácticamente inmanejables.
Sin embargo, la debacle tendría consecuencias dramáticas si la decisión es acompañada de una retórica inflamada que sugiera un ánimo de ruptura con el organismo. Está claro que no es ésa la postura del ministro de Economía, Martín Guzmán, y mucho menos del presidente del Banco Central, Miguel Pesce. Pero durante todo el día surgieron ayer algunas declaraciones inquietantes que, sobre última hora, salieron de boca de la propia vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
“Las consecuencias de un default con el FMI serían necesariamente malas, pero si fueran con un portazo serían mucho peores. No es igual que un default seguido de mostrar voluntad de cooperar en la adopción de medidas correctivas (remedial measures, en la jerga del FMI)”, sintetizó el ex director ante el organismo, Héctor Torres, quien agregó que en caso de un escenario de “portazo”, el mercado va a anticiparse a una mayor radicalización.
En esa línea, desde Honduras, la ex mandataria criticó las políticas de ajuste que exigen los organismos multilaterales de crédito. Más temprano, la ex diputada Fernanda Vallejos -quien se hizo célebre por expresar sin rodeos lo que se asume es el pensamiento de Cristina Kirchner-, realizó un virulento posteo en redes sociales contra el FMI, al que calificó “el mayor violador de los derechos humanos en la historia moderna”. También Leopoldo Moreau, otro referente del kirchnerismo más duro, sugirió que “el default no debe aterrorizar tanto” al tiempo que aclaró que aunque “no somos el partido del default, nos empujan al default”.
El tono de esas declaraciones se contrapone con el que, en el peor de los escenarios, mitigaría los daños inevitables. En definitiva, entre los operadores e inversores más experimentados de la plaza local, existe la convicción de que aun un impago no signifcaría “quemar las naves”. Es que, de acuerdo a los estatutos del propio FMI, recién a los 2 meses surgen las primeras consecuencias reales del incumplimiento, más allá del cierre inmediato del financiamiento. Se trata de la imposibilidad de hacer uso de los DEG´s que el Gobierno retendría al no pagar. Aún se conserva un saldo algo superior a USD 600 millones del giro excepcional que el organismo realizó en agosto, que aplicarían al pago si se hiciera. “Por supuesto que sería una pésima señal pero los precios de default no se verían en el mercado sino hasta la tercera semana de marzo, que es cuando vence la cuota importante. Si ahí no hay acuerdo, sería realmente muy difícil salir”, afirmó un reconocido broker.
“Este salto del dólar, casi 10%, fue generado por las pésimas expectativas generadas por el propio Guzmán a partir de su conferencia de prensa del 6 de enero”, opinó el analista Christian Buteler, quien consideró que en cualquiera de los contextos en que se enmarque una definición de no pagar “no habrá modo alguno en que se pueda moderar la noticia”.
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