El inicio de 2022 trajo aparejada una difícil conjunción de indicadores que confluyen en exacerbar las expectativas de devaluación.
Por un lado, urge un pronto acuerdo del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI), debido al desafiante calendario de pagos de este año, que ya cuenta con un vencimiento de más de USD 700 millones el viernes próximos. Por otro, un Banco Central carente de reservas líquidas, al que le está costando acrecentar sus activos, hoy por debajo de los 39.000 millones de dólares.
Además, el ritmo de expansión monetaria, sin dólares frescos, impulsa la suba de los dólares alternativos -por fuera del control de cambios- a valores récord, a una velocidad que en enero resultó muy superior a la de la inflación.
El dólar libre gana 1,50 peso y se pacta a $221 para la venta en el reducido mercado paralelo, en su precio máximo histórico. En enero trepa 13 pesos o 6,3 por ciento.
Y en la Bolsa, el “contado con liquidación” a través del Bonar 2030 (AL30C) se pactaba a $225, mientras que a través del Global 2030 (GD30C) alcanzaba los 233 pesos. El dólar MEP con el AL30D sube a 220 pesos.
El ritmo de expansión monetaria, sin dólares frescos, impulsa la suba de los dólares alternativos a valores récord
Con un tipo de cambio oficial a $104,69 en el mercado mayorista (+1,9% en enero), la brecha cambiaria se amplía a 111% respecto del “libre”, y hasta el 122% frente al “contado con liqui”.
La brecha cambiaria marca el sendero de expectativas devaluatorias de los agentes financieros, hoy dispuestos a convalidar esos valores para las divisas que no pueden obtener a través del circuito oficial.
La brecha actual lleva 105 días en torno a 100%, si se excluyen contados días de diciembre cuando cedió a 94% por factores estacionales. “Tomando perspectiva histórica, resulta evidente que es una rara avis para la macroeconomía argentina reciente: sólo estuvo por encima de estos valores durante un día en 2013 y durante doce en octubre 2020″, indicaron desde Portfolio Personal Inversiones.
“No hay vida para la economía con una brecha en tales niveles y la amenaza de una devaluación del dólar oficial será una constante. La única salida virtuosa para la brecha es que se desinflen los paralelos -suba el peso- con un anuncio de un acuerdo con el FMI. De lo contrario, la emisión monetaria del año pasado es combustible suficiente para que, sin acuerdo, siga escalando”, añadieron desde Portfolio Personal.
“Las expectativas continúan en torno al acuerdo con el FMI, y sin avances contundentes, la Argentina prepara para esta semana un desembolso de poco más de USD 700 millones. Aunque cabe destacar que trascendió la noticia de que el organismo mencionó que se esperan inminentes progresos, lo cual es una gran noticia en medio de las idas y venidas, como así también los rumores que se generan con relación al acuerdo”, comentó Noelia Bisso, analista de Rava Bursátil.
El economista Gustavo Ber afirmó que “con un ritmo en la regulación del crawling-peg que muestra idas y vueltas, la atención se centra en el saldo diario de las intervenciones a raíz de la actual posición de reservas netas líquidas, de ahí la expectativa - y urgencia - que despierta un acuerdo con el FMI a corto plazo. La inquietud de los operadores continúa viéndose reflejada en la marcha alcista de los dólares financieros y libres, todos convergiendo hacia los $220, con una elevada ‘brecha’ cuya evolución quedará rehén del entendimiento con el organismo en busca de estabilizar la dinámica de ‘más pesos, menos dólares’ vigente”.
Los límites para encarar una fuerte devaluación
Justamente, es dicho “crawling peg”, o devaluación gradual y controlada, un motivo para la elevada brecha. El dólar oficial se viene deslizando a un ritmo que es la mitad de la tasa de inflación, lo que incuba un proceso de atraso cambiario. Desde que asumió Alberto Fernández, el Índice de Tipo de Cambio Multilateral (ITCRM) que mide el BCRA se redujo en unos 23 puntos porcentuales.
Apelar a una suba más rápida del dólar oficial ayudaría a reducir las brechas, pero también traería otros problemas, pues presionaría al alza de la inflación por su influencia en productos y componentes importados. También podría retrasar la liquidación de exportaciones, a la espera de un tipo de cambio más alto. Y si la tasa de devaluación rivaliza con la tasa de interés en pesos produce tensiones en el frágil equilibrio financiero doméstico.
“Que la tasa de devaluación iguale a la tasa de interés podía redundar en un mercado de cambios trabado, en el que los exportadores no liquidan y los importadores adelantan sus compras, acelerando la pérdida de reservas del BCRA”, evaluaron en Portfolio Personal.
Una suba más rápida del dólar oficial ayudaría a reducir las brechas, pero también presionaría al alza de la inflación
“Las dos herramientas a mano de la autoridad monetaria para contrarrestar la compresión del spread a favor de la tasa en pesos era o bien aflojar el ritmo de suba del tipo de cambio o bien subir la tasa de interés. A luz de lo ocurrido, la entidad conducida por Miguel Pesce optó por la primera. Una nueva suba de tasas de interés, habiendo transcurrido apenas dos semanas del ajuste monetario de comienzos de enero (la tasa de Letras e Liquidez subió al 40% nominal anual), no era algo esperable, ya que sería tomado como un signo de debilidad y confusión de la autoridad monetaria”, agregaron.
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