Las conversaciones entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) alcanzaron un frenesí en que los contactos a distancia casi no tuvieron interrupciones en los últimos días. La negociación aceleró en las últimas semanas para tratar de cerrar la brecha en uno de los temas centrales que divide aguas entre el staff técnico del organismo y los funcionarios argentinos: el tamaño del ajuste de gasto que debería realizar el país como condición para poder firmar un nuevo programa con el Fondo que refinancie el Stand By de 2018.
Si bien es un listado amplio de cuestiones las que se negocian en una mesa técnica como la que conformaron el Ministerio de Economía, el Banco Central y el Fondo Monetario, el sendero fiscal aparece como el único en que por ahora las diferencias son tan grandes que en ambos bandos presionan públicamente para poder conseguir que el interlocutor ceda en la pulseada.
El ministro de Economía Martín Guzmán y el presidente Alberto Fernández hablaron en sus últimas intervenciones sobre la imposibilidad de acordar con el FMI un camino de recorte de los desequilibrios fiscales en el ritmo que pretendería Washington. El Fondo Monetario, por su parte, volvió a reclamar este martes que la Argentina presente un plan “creíble y sólido” como paso previo a la firma de un entendimiento técnico.
Según pudo saber Infobae, el contacto entre los técnicos del Poder Ejecutivo y los del organismo financiero es constante. La vía elegida, por cuestiones de comodidad y practicidad, es la aplicación de videoconferencias Zoom, la misma que utilizó Guzmán durante la mayor parte de las negociaciones con los bonistas privados y que, en tiempos de pandemia, apareció como la principal herramienta para reuniones de este tipo en cualquier parte del mundo.
El Fondo Monetario volvió a reclamar este martes que la Argentina presente un plan “creíble y sólido” como paso previo a la firma de un entendimiento técnico
Las autoridades de uno y otro lado supervisan el diálogo pero el protagonismo para discutir las minucias de un acuerdo de este tipo la tienen los funcionarios técnicos de cada lado. Los llamados continuaron durante todo el fin de semana, ayer lunes y desde esta mañana del martes. Este martes funcionarios que orbitan al equipo económico medían el peso de las palabras de la segunda de Kristalina Georgieva en el FMI, Gita Gopinath, que afirmó que espera progresos “en los próximos días”.
“Estamos trabajando de forma muy cercana con las autoridades argentinas para acordar un programa que ayude a la sociedad argentina a superar los desbalances de su economía. Tenemos que mejorar en esos desequilibrios para que el país pueda superar las dificultades. Entendemos que la situación social es desafiante, por eso estamos adoptando una visión flexible y pragmática (en la negociación) y esperamos progresos en los próximos días”, mencionó en conferencia de prensa la ex economista jefa del organismo y actual vicedirectora gerente Gita Gopinath. Además, reiteró que el país necesita un plan económico “sólido y creíble”.
Además de evaluar esa declaración como una señal, mencionaban en un despacho oficial que otra cuenta que el Poder Ejecutivo todavía no termina de medir es el costo de pagar (o no pagar) el viernes y martes de la semana próxima los USD 1.100 millones al Fondo Monetario. La cuestión que todavía se discute puertas adentro es si no hacer ese giro de divisas a Washington puede costarle más caro al Gobierno que ceder ese monto de reservas del Banco Central.
La lógica de esa línea de pensamiento es que para prevenir tensiones financieras y cambiarias adicionales como las que podrían sobrevenir si el Gobierno da una señal de alejamiento hacia el FMI debería haber medidas defensivas adicionales, es decir, un endurecimiento del cepo cambiario, para contener una eventual corrida contra el peso. “Necesitás más dólares para no pagar que para pagar”, razonaba un funcionario este martes.
La idea original del jefe de Estado había sido tener en concreto algún entendimiento técnico con el FMI a principios de diciembre, un deadline que se fue estirando semana a semana y que incluso tuvo como corolario el rechazo del proyecto de Presupuesto 2022 en el Congreso, una señal negativa en medio de la pulseada con el Fondo Monetario. El plan plurianual que había prometido Martín Guzmán todavía no está cerrado, a la espera de un acuerdo con el organismo.
Si bien no figuró en la primera versión del informe de expectativas mundiales (World Economic Outlook, WEO) actualizado de este martes, el FMI publicó en un archivo adjunto su estimación sobre la economía argentina. Para 2022 estimó un 3% de crecimiento, es decir 0,5 puntos más que lo que aguardaba en octubre. Para 2023, por su parte, calculó otra expansión de 2,5%, lo que también significa una mejora respecto al 2% que publicó en octubre. Las mejoras en sus proyecciones están relacionadas al recálculo que hizo el FMI sobre el resultado de la economía en 2021, ya que había pronosticado una mejora de 7,5% y terminó por recalibrarlo a 10 por ciento.
Las autoridades de uno y otro lado supervisan el diálogo pero el protagonismo para discutir las minucias de un acuerdo de este tipo la tienen los funcionarios técnicos de cada lado. Los llamados continuaron durante todo el fin de semana, ayer lunes y desde esta mañana del martes
Por otra parte, si bien el WEO no incluye estimaciones de inflación y déficit para los países incluidos en el informe, esas proyecciones suelen ser omitidas por el Fondo Monetario para la economía argentina, ya que considera que son variables que están en conversación en el marco de las negociaciones para el nuevo programa financiero.
La intención oficial es que en este 2022 el recorte del rojo fiscal sea leve, hasta un 2,9% del Producto Bruto Interno, desde cerca del 3% que informó Economía la semana pasada. Esa cifra, de todas formas, incluye ingresos que este año, según se espera, no podrá volver a conseguir el Tesoro como el aporte extraordinario de las grandes fortunas, los derechos especiales de giro (DEG) del FMI y la robusta entrada de derechos de exportación por el aumento de los precios internacionales de commodities. Por su parte, los técnicos del FMI pretenden un ajuste del gasto más resolutivo y que lleve el déficit de las cuentas públicas a un nivel más cercano al 1,9 por ciento.
Además del déficit, hay otro número clave que miran en ambos lados de la mesa: las reservas del BCRA. Según un cálculo de Ricardo Delgado, director de Analytica, “utilizando la metodología del FMI la liquidez en moneda extranjera en diciembre fue de USD 1.429 millones de dólares. Este dato ya incorpora los pagos de enero. Teniendo en cuenta que en febrero vencen USD 723 millones, el panorama de marzo te deja en un nivel de apenas USD 706 millones”.
Según un informe de la consultora 1816, las reservas netas del BCRA son de USD 1.500 millones, por lo que el país podría afrontar los pagos al FMI y al Club de París (200 millones de dólares a fines de febrero). “El pago de marzo podría hacerse con reservas, pero implicaría que el BCRA quede con una posición en dólares insuficiente para cubrir pasivos en en esa moneda”, mencionó.
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