TransAsia fue una aerolínea taiwanesa con sede en Taipéi, la ciudad más importante y capital del país. Fundada en 1951, voló entre 4 ciudades locales hasta que, en 1958, sus directivos decidieron concentrar las actividades de la empresa en el servicio de agencia y servicios de catering para otras compañías aéreas.
Durante 30 años TransAsia se dedicó a vender las comidas de los vuelos y a ofrecer servicios terrestres y asistencia para otras aerolíneas que volaban a Taiwán, hasta que, en 1988, tras tres décadas de ausencia, volvieron a operar aviones ploteados con la leyenda “TransAsia Airways” en el fuselaje.
Poco a poco, la compañía que había nacido como operadora de cabotaje y que había abandonado los cielos para servir a otras aerolíneas, comenzó a ganar terreno hasta convertirse en la tercer aerolínea más importante de Taiwán y convertirse en una de las protagonistas del mercado aéreo regional, conectando 31 ciudades en total y manteniendo rutas hacia 15 destinos del sudeste asiático y del noroeste continental.
A partir de allí todo seguiría bien para TransAsia hasta el 23 de julio de 2014. En aquella fecha, un avión ATR 72-500, del vuelo Nº 222, de la empresa había partido del aeropuerto Internacional de Kaohsiung y se dirigía hacia Magong, en China. Llevaba a 54 pasajeros y a 4 tripulantes: sólo 10 sobrevivieron. Los pilotos, ya cerca del destino debieron solicitar permiso para realizar un aterrizaje de emergencia y en el momento de descender se arrepintieron e intentaron realizar una maniobra “motor y al aire” –que requiere de experiencia del comandante quien deberá decidir en último momento si aterriza o aborta y vuelve a ascender–; la decisión fue fatal, el avión se estrelló y 48 personas murieron.
Las investigaciones posteriores demostraron que el piloto había descendido intencionalmente por debajo de la altitud mínima de descenso y que se había confiado. Este fue el primer golpe mortal para TransAsia Airways.
A partir de allí la empresa comenzó a percibir una baja en la demanda que intentó solventar ofreciendo ofertas en los pasajes, pero lo peor estaba por venir. Nuevamente, y a menos de 7 meses del primer siniestro, un avión de las mismas características de TransAsia se estrelló por culpa de los pilotos y dejó un saldo de 43 fallecidos.
Sucedió el 4 de febrero de 2015 cuando el vuelo Nº235 de la empresa se disponía a conectar el Aeropuerto de Taipéi Songshan y la isla de Kinmen, en Taiwán. A los pocos segundos de haber despegado, los pilotos informaron de una falla en uno de los motores de la aeronave. El comandante 1º decidió desacelerar sin darse cuenta de que estaba frenando el único propulsor de la aeronave en condiciones.
El resultado fue desastroso, el avión comenzó a descender y a volar peligrosamente cerca de edificios hasta que impactó una de sus alas contra un puente y se estrelló en el río Keelung. El informe posterior demostró que no sólo el avión había fallado y el piloto se había equivocado sino que, además, el mismo comandante había fallado un año atrás en los entrenamientos de simulador cuando no pudo responder ante un apagado de motores en el despegue.
La confianza del público en la aerolínea se agudizó todavía más. La empresa respondió contratando un gran número de profesionales de seguridad aérea y técnicos para que revisaran toda su flota. Además, todos los comandantes de aviones del fabricante ATR se sometieron a exámenes y no volaron los aparatos hasta que cumplieron con todos ellos. Sumado a esto, y gracias a la venta de su filial de servicios de catering, mejoraron sus instalaciones de entrenamiento, fundaron un centro de formación y compraron aviones de simulación. Pero nada de esto fue suficiente.
A la desconfianza de los taiwaneses se le sumó que el país había finalizado su sistema ferroviario de alta velocidad y la sociedad comenzó a tener otra opción, novedosa y más confiable, para desplazarse localmente. Por otro lado, el flujo de turismo chino cayó en esa época. La sumatoria de los factores configuró un cóctel que TransAsia no pudo soportar.
Tras perder cerca de 36,4 millones de dólares en 2015, empezó el 2016 con un nivel de ocupación promedio del 61% que subió hasta el 67% con el correr del año, sin embargo, estos números no alcanzaron y el 22 de noviembre comunicó que dejaría de operar y entraría en liquidación debido a las grandes deudas que mantenía.
La compañía de 65 años de edad se retiraba como la tercera aerolínea más grande de Taiwán, dejando a 1.795 empleados, abandonando una flota de más de 20 aviones en tierra, con conexiones entre más de treinta ciudades del país, China, el sudeste asiático y el noreste de Asia, y con la sombra de haber protagonizado dos accidentes fatales debido a errores de sus empleados en menos de un año.
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