Si hay algo inevitable para la economía de este 2022 es una aceleración del ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial, tras haber aumentado la mitad de la inflación el año pasado. Si bien el Banco Central niega rotundamente una devaluación brusca, en realidad la misma ya comenzó y se está acelerando con el correr de las semanas.
En los últimos días de la semana pasada el dólar empezó a subir de manera diaria a un ritmo anualizado que ya supera el 35%, cuando venía aumentando a menos del 15% anual en los meses previos a las elecciones. Un análisis realizado por PPI (Portfolio Personal Inversiones) arrojó que se trata del mayor ritmo de depreciación del peso desde el 25 de febrero del año pasado, cuando el ajuste diario llegó a 46,5% anual. A partir de aquel momento, el ministro de Economía, Martín Guzmán, decidió planchar el tipo de cambio oficial para utlizarlo como ancla antiinflacionaria, pero con escaso resultado que ya la inflación subió casi 51% el año pasado.
La nueva “tablita cambiaria”, o sea el ritmo diario de devaluación, pasó de 3 centavos en la previa electoral a más de 7 centavos y en algunas jornadas de la semana pasada se acercó a los 10 centavos por día.
Este recorrido representa además una importante aceleración respecto a lo sucedido en diciembre, cuando el dólar pasó de una suba de 1% mensual a poco más de 2%. Ahora ya se acerca al 3% mensual de ajuste, acercándose a la inflación mensual aunque todavía por debajo de ella.
La estimación de consultores y bancos es que el ajuste del dólar a lo largo del 2022 le terminará ganando incluso a la inflación. Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), el tipo de cambio oficial terminará el año arriba de los $ 160. El dólar mayorista en el Banco Nación finalizó ayer a $ 104,10, luego de haber subido 26 centavos el fin de semana (tres días).
La intención del titular del BCRA, Miguel Pesce, es seguir adelante con esta suerte de “devaluación silenciosa”. Es decir un ajuste más rápido del tipo de cambio que no haga ruido y que incluso pase lo más desapercibida posible. Al mismo tiempo, procura evitar por todos los medios la posibilidad de un ajuste brusco del tipo de cambio, que sí provocaría un fuerte impacto mediático y más incertidumbre.
La suba de tasas que definió el BCRA hace diez días fue el paso imprescindible antes de empezar a acelerar el ajuste del tipo de cambio oficial. Ofrecer mejores rendimientos en pesos es clave para que los exportadores no demoren la liquidación de divisas
La gran pregunta que se hacen los inversores por estas horas es si lo logrará o la situación cambiaria se volverá tan acuciante que no le quedará otro remedio que efectuar un salto discreto, parecido al que sucedió en enero de 2014, cuando el dólar oficial en medio de un estricto cepo cambiario saltó de $6,50 a $ 8.
La suba de la tasa de interés de referencia desde el 38% al 40% procuró preparar el terreno para esta aceleración del “crawling peg”, como se conoce en la jerga financiera a la tablita que ajusta el tipo de cambio.
La lógica es ofrecer tasas más atractivas para que los exportadores se vean tentados a liquidar sus divisas y pasarse a pesos. Claro que en la medida que el tipo de cambio ajusta más rápido es necesario ofrecer rendimientos más elevados en moneda local.
“El mercado esperaba que este movimiento más acelerado del dólar ocurriera luego de las legislativas, pero desde entonces sorprendió por el gradualismo con el que venía ejecutándolo el Central. Esto comenzó a cambiar más claramente a partir de la semana pasada”, señalaron el PPI.
El riesgo sigue siendo que la tasa se vaya atrasando en relación al ritmo de aumento del dólar oficial, porque se profundizaría la falta de oferta de divisas. Éste fue el motivo principal que precipitó la devaluación brusca ocurrida en el arranque del 2014.
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