Conocida la inflación oficial de 2021, con dudas sobre el acuerdo con el FMI, la certeza de futuros aumentos de la tasa de interés en EEUU, que podrían fortalecer al dólar, la fuerza de la nueva oleada pandémica y la amenaza de una sequía que, como en el ciclo 2017/18, menguaría fuertemente el ingreso de dólares por exportaciones agroindustriales, el escenario económico para 2022 se ensombreció marcadamente en lo que va del año.
Las malas relaciones políticas entre gobierno y oposición, peleándose acerca del lugar en que el ministro de Economía, Martín Guzmán, debería explicar a los legisladores el estado de las negociaciones con el Fondo, empujan todavía más hacia abajo las expectativas.
Por caso, la consultora Equilibra, que dirigen Martín Rapetti y Diego Bossio, un exfuncionario kirchnerista (fue titular de la Anses) dice que su “escenario base” para 2022 es el de una “Estanflación controlada”. Esto es un estancamiento con alta inflación, que precisa en dos cifras: 58% de inflación anual y apenas 1% de crecimiento del PBI.
Esto es así, dice un informe, porque hay poco espacio para crecer y porque la obligada corrección de precios retrasados como el tipo de cambio oficial y las tarifas energéticas, le ponen un piso muy alto a la inflación. De hecho, más alto que el 50,9% en que cerró 2021 e incluso que el 53,8% de 2019, último año del gobierno de Mauricio Macri.
Este escenario, de inflación del 58%, aclara Equilibra, “presupone que el gobierno alcanza un acuerdo con el FMI, aunque no necesariamente antes de marzo”. Si no, las cosas pueden ser bastante peores.
Desvío
“El principal desvío respecto de nuestro escenario Base es que, pese a que las partes desean llegar a buen puerto, no se logre un acuerdo con el FMI. Modelamos un escenario en el que Argentina incumpliría los pagos con el Fondo, cayendo a mediados de año -aunque sea transitoriamente- en un atraso”, dice un pasaje del informe de la consultora que advierte que el incumplimiento con el Fondo implicaría el cierre del acceso al financiamiento a otras entidades multilaterales, como el BID y el Banco Mundial, tener que pagar punitorios al Club de Paris y –para el sector privado- perder cartas de crédito de exportación, acceso preferencial a mercados internacionales e Inversión Extranjera Directa.
Por si lo anterior fuera poco, en tal escenario y debido a una mayor brecha cambiara, las empresas tendrían dificultades para prefinanciar sus ventas y perderían acceso a mercados externos, con lo que caerían las exportaciones y se potenciaría la presión sobre el dólar en un contexto marcado de entrada por la escasez de reservas y el bajo poder de fuego del BCRA. El consiguiente saldo del dólar llegaría tras la liquidación de la cosecha gruesa, en el tercer trimestre del año, descomprimiendo la restricción externa de la peor forma: devaluación y recesión, yunta típica de los peores momentos de la economía argentina en los últimos 70 años.
¿Y si no hay acuerdo?
En el escenario de “no acuerdo” con el Fondo, el PBI caería en promedio 2%, la inflación se aceleraría al 85%, el déficit primario no cedería y el bache fiscal se cubriría con más emisión, aumentando el riesgo país y la brecha, en un peligroso círculo de retroalimentación.
En un informe posterior, Equilibra subraya que Economía se había propuesto para 2021 financiar el déficit del Tesoro con un 60% de asistencia del BCRA y 40% de nueva deuda en pesos, pero al final la ayuda del Central representó más de $ 2 billones, ó 4,7% del PBI y el endeudamiento neto fue de $ 746.000 millones (1,6%del PBI), con lo que la proporción terminó siendo 74% y 26%, con lo que la emisión monetaria del Central se acercó a su límite legal.
Para peor, las colocaciones de deuda atada a la inflación ganaron relevancia, dada la expectativa de que la inflación seguirá elevada, hasta representaron casi 90% del endeudamiento neto.
La mayoría de las economías, dice Equilibra sufrieron un freno de la inflación en 2020, por el efecto depresivo inicial de la pandemia, y una brusca aceleración en 2021, con la apertura y los esteroides fiscales y monetarios que aplicaron en especial las economías ricas.
Por eso, “tras décadas, la inflación volvió a ser un tema de preocupación global”, dice el informe. Pero en la Argentina fue distinto. “Nuestro país perdió la oportunidad de bajar la inflación al rango del 30% anual” y debido al fuerte desvío de la inflación respecto de la pauta oficial (51% vs 29%), el Ejecutivo perdió credibilidad para coordinar la puja distributiva, se acumuló un atraso cambiario y tarifario significativo, con el tipo de cambio real apreciándose 13% frente al dólar y 17% en términos multilaterales y las tarifas de servicios públicos y los precios regulados se retrasaron 15% y 9%, respectivamente.
“En un año en que habrá que levantar el ancla cambiaria y la tarifaria sin altas chances de encauzar las paritarias por debajo del 50% anual, la inflación será mayor (o similar en el mejor de los casos) a la de 2021″, confluye el informe.
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