Los repetidos apagones en medio de una fuerte ola de calor volvieron a poner en el centro de la escena el atraso tarifario del sector eléctrico en la zona metropolitana y las deficiencias del servicio. La contracara es un fuerte aumento de subsidios para sostener las prestaciones, tanto de energía como de transporte, habiendo tocado un nuevo pico el año pasado de 3,2% del PBI, exactamente el doble de lo que había dejado Mauricio Macri cuando dejó el Gobierno en 2019.
Otra forma de analizarlo es que hoy los subsidios para mantener tarifas semi congeladas ya equivalen al total del déficit primario, que en 2021 habría estado levemente por encima del 3%. Martín Guzmán había presentado en su fallido Presupuesto 2022 un objetivo de mantener estable ese volumen de gasto en relación al PBI.
El ministro de Economía propuso un aumento tarifario para luz y gas que como máximo llegaría al 20%, mientas que se calcula una inflación del 55%, con lo que se acentuaría el atraso de las tarifas. Para compensar en parte esta diferencia al mismo tiempo se avanzaría con tarifas segmentadas, que aumentarían mucho más para los propietarios de inmuebles más caros de la ciudad de Buenos Aires y barrios privados de la provincia de Buenos Aires.
Un informe elaborado por el economista Fernando Marull grafica con mucha claridad qué paso con las tarifas eléctricas en los últimos años. Cuando Cristina Kirchner dejó el Gobierno en 2015, el usuario sólo pagaba un 15% del costo de la energía. Los aumentos que llevó adelante Mauricio Macri llevaron ese nivel a 65% para 2019. En abril de ese año se dispuso un congelamiento que duró dos años.
A mediados de 2021, la administración de Alberto Fernández dispuso un único incremento para el año del 9%. Como resultado, la tarifa fue representado una porción cada vez menor del costo de producción, hasta llegar al 35%. Claro que el peligro es acercarse peligrosamente a la situación que dejó Cristina en 2015. El resto debe ser cubierto por subsidios, que vuelven a crecer año a año.
Con la suba de 20% de febrero, la tarifa de luz mensual se iría a un promedio de $ 1084 promedio, todavía 60% abajo del pico de abril de 2019 (que a los valores actuales implicaban $ 2439 por mes). En ese momento arrancó el congelamiento y algo muy similar sucedió con la tarifa de gas.
Con el incremento que se avecina el consumidor estaría pagando sólo el 40% del costo de generación. Pero si tuviera que pagar el 100% del costo, la tarifa debería subir casi 150% más, a $ 2702 mensuales.
Con Cristina Kirchner era tan bajo el costo de la electricidad, que las tarifas apenas representaban el 15 del costo de generación. La contracara es un fuerte aumento de los subsidios y una fuerte caída en la calidad de servicio, algo que se vuelve a repetir en la actual gestión
“Parece una cifra alta, pero el tal el nivel de licuación que la tarifa de luz hoy representa sólo el 1% de un salario de $ 100.000″, explica Marull.
El FMI también sigue de cerca la evolución del costo tarifario y el aumento de los subsidios. Sin embargo, en el último comunicado del staff de mediados de diciembre, luego de la visita de la misión argentina, no se hizo particularmente mención a este asunto. En cambio, los técnicos enfatizaron la necesidad de ir hacia una consolidación fiscal, que resultaría imposible lograr si no se encara la bola de nieve en la que pueden transformarse los subsidios.
Al mismo tiempo, los problemas hídricos derivados de la falta de nevadas en invierno y ahora de la escasez de lluvia (producto de La Niña) acentuarían la necesidad de importación de gas en invierno para hacer frente a la demanda. Ello tendría un importante costo en dólares e impactaría sobre el nivel de reservas, por lo que también es algo que el equipo económico sigue con preocupación.
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