El cierre de operaciones de criptominería en China y su relocalización a países que también fueron limitando la actividad hicieron de la Argentina un lugar atractivo para “acuñar” cripto, en particular bitcoin, que explica casi la mitad del valor de las criptomonedas a nivel mundial.
El minado es muy rentable. Cada “prueba de trabajo” es recompensada con 6,25 bitcoins, unos USD 260.000 al precio actual, que llegaron a ser más de USD 430.000 en noviembre, cuando la cotización de la cripto rozó los USD 70.000. Pero requiere una gran capacidad computacional y un altísimo consumo de energía.
El reciente anuncio de Bitfarms, una empresa fundada por argentinos que cotiza en Wall Street y en la Bolsa de Toronto y opera 5 granjas de criptominería, cuatro de ellas en Canadá y una en EEUU, de que instalará en Río Cuarto, Córdoba, la granja de minado de bitcoin más grande de la Argentina, con una inversión de USD 250 millones, a partir de un contrato por el que el grupo Albanesi le proporcionará 210 megavatios (MW) de potencia, a un costo de 2,2 centavos de dólar por megavatio/hora (MWh), llamó la atención en un verano marcado por los cortes de luz a decenas de miles de familias.
No se trata de demonizar a la criptominería, pero es clave evaluar bien los proyectos (Berhongaray)
El 27 de diciembre, la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico SA (Cammesa, la empresa mixta que administra el despacho de electricidad del sistema), por instrucción del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, pidió a los grandes del sistema que identifiquen a los criptomineros y que estos precisen cuánta electricidad consumieron en 2020 y 2021 y cuánta planean consumir en 2022, indicio de que el Estado podría afectar los costos o imponer limitaciones de servicio.
Bitfarms destacó que su acuerdo con Albanesi es un contrato entre privados, que no impactará en el suministro de energía y que no se tratará de un consumo subsidiado.
Pedidos de informe
El diputado nacional Martín Berhongaray (UCR, La Pampa) ya había presentado un primer pedido de informe a los ministerios de Economía (del que depende la secretaría de Energía), Ciencia y Técnica, Ambiente y Desarrollo Sustentable y Seguridad, requiriendo al Ejecutivo una evaluación de los efectos energéticos, ambientales, financieros y tributarios de la criptominería y si esta involucra subsidios al consumo “transfiriendo al conjunto de los habitantes buena parte de los costos” y se evalúan medidas al respecto.
En un segundo pedido de informes, a raíz del anuncio de Bitfarms, Berhongaray adjuntó una nota de abril de 2021 que refiere un Memo de octubre de 2020 para dotar de 210 MWh de energía a 55.000 equipos de criptominado, que podrían generan USD 650 millones de ingresos “basado en el actual nivel de dificultad y en un precio del bitcoin de 55.000 dólares″.
Según esa comunicación, dijo el legislador, “el incentivo principal para instalarse en el país es, obviamente, económico: el costo de (minar) un Bitcoin durante el cuarto trimestre de 2020 fue de aproximadamente USD 7.500 en Quebec; con la tarifa anunciada en la Argentina, durante el mismo período el costo habría sido de USD 4.125″, un ahorro del 45 por ciento.
Berhongaray dijo a Infobae que su pedido de informes tuvo más eco en países como China, Vietnam y Emiratos Árabes que en la Argentina. “No se trata de demonizar a la criptominería, pero es clave evaluar bien los proyectos”, destacó. “Un parque eólico normal provee 50 MWh, y normalmente funciona al 70%, un aerogenerador produce 4 MWh. El requerimiento energético de Bitfarms, destacó, es similar al de una ciudad de 250.000 habitantes y está apenas por debajo de la capacidad de generación del sistema hidroeléctrico Nihuiles. Además, a diferencia de Canadá, donde el 60% de la energía es de origen hidroeléctrico (se trata del país con más agua dulce del mundo) en la Argentina cerca del 60% de la electricidad es de origen térmico (basada principalmente en gas natural).
“¿Vamos a gastar hidrocarburos para producir bitcoins?”, preguntó Berhongaray, y recordó que según el Cambridge Bitcoin Energy Consumption Index, CBECI), si se cuenta a bitcoin como país, figura en el lugar 31 del mundo por consumo anual, dos lugares detrás de la Argentina.
Consumo cripto
Un reciente cálculo de la economista Marion Laboure, especialista en criptomonedas de Deutsche Bank, precisó que el consumo de energía para minar bitcoin y ethereum (las dos principales criptomonedas) rankea en el lugar 15 y es similar al de México, un país de 130 millones de habitantes.
El primer día de 2022, DigiEconomist, un experto en criptomonedas, precisó en un tuit: “algunas estadísticas para comenzar el año: durante 2021 Bitcoin consumió 134 TWh (TeraWatts hora, equivalentes a un billón o millón de millones de MWh), comparable al total de energía consumida por un país como la Argentina”. Las emisiones de dióxido de carbono asociadas a ese consumo energético, agregó, equivalen a unas 64 millones de toneladas métricas, “suficientes para contrarrestar todo el ahorro de energía por el despliegue de vehículos eléctricos”. No es un tuitero más; ha sido consultado, por caso, por Raphael Auer, experto en criptomonedas que trabaja en el diseño del euro digital y que el jueves 6 de enero fue designado director del Hub de Innovación del Centro Eurosistemas del Banco de Basilea, suerte de banco central de los bancos centrales del mundo.
Los pedidos de informe de Berhongaray no tuvieron respuesta oficial y la Subsecretaría de Energía Eléctrica no respondió a Infobae si cuenta con una cifra o rango del consumo de energía en criptominería y si se estudian medidas al respecto.
Inversión en marcha
En tanto, desde Bitfarms reafirmaron que ya iniciaron “una inversión significativa en infraestructura en la Central Modesto Maranzana, producto de un acuerdo entre privados con la empresa Albanesi”, que la inversión “se está llevando a cabo durante el 2022 para asegurar un suministro fiable y de calidad, a un precio estable estipulado” y que la inversión le permitirá a la empresa “no estar conectada a la red”.
Infobae preguntó también si una disposición de HydroQuebec de limitar a 300 MWh el consumo en actividades de criptominería impulsó sus proyectos en la Argentina y Paraguay, a lo que desde la empresa respondieron: “En Canadá la empresa fue obteniendo permisos y contratos de acuerdo a la disponibilidad existente de HydroQuebec, y no fue afectada por la regulación mencionada”.
Según un experto cripto, Bitfarms actúa en blanco y la criptominería en la Argentina opera básicamente en negro. Son no menos de 220 operaciones, estimó, curioseando en foros cripto. Operan desde oficinas del microcentro porteño y galpones de parques industriales bonaerenses que dejaron de producir o trabajar metales, plástico u otros materiales para minar bitcoins. Es mucho más rentable, dejan atrás los problemas de ausencia de personal por Covid, tienen la infraestructura eléctrica ya instalada. La criptominería, dijo la fuente, “se transformó en el tupperware de la nueva era”.
Cuantos criptomineros hay
Otro conocedor del sector estiró el número de mineros en negro a cerca de 300. Más allá del número, dijo el primero, para muchos criptomineros la energía no es barata, sino gratuita, pues deducen el gasto en energía, que consumen las 24 horas del día, del impuesto a las Ganancias. Además, no es necesario tener súper equipos: uno pequeño se puede integrar a pooles de criptominería que les cobran 2 o 3% de comisión y les pagan por la proporción de capacidad de procesamiento aportada para resolver una operación y contar con la “prueba de trabajo” que genera la recompensa en bitcoins.
La acción de Cammesa de pedir a los criptomineros que se identifiquen, dijo, es ingenua o cínica: como pedirles registro a quienes compran y venden dólar blue. Si el Estado quiere saber cuánta criptominería se está haciendo, explicó, que vea en la Aduana cuántos equipos y placas de video se importan y dónde y para qué se usan. E incluso ese método no detectaría la importación de placas “por izquierda”.
Alejandro Einstoss, director de estudios económicos del Instituto Argentino de Energía General Mosconi, aclaró que incluso los contratos de energía entre privados pasan por la Secretaría de Energía, porque aunque no sean servicio público, son de interés público. El precio estacional de la energía, explicó, lo fija Cammesa. Que haya gente que se pone a minar bitcoin en casas, oficinas o galpones industriales, es el resultado de exacerbar el consumo mediante subsidios desmesurados. En 2021, precisó Einstoss, fueron más de USD 10.000 millones, equivalentes a 11% del gasto público y a 3% del PBI y crecen al 140% anual.
“El problema es un sistema estacional que reconoce solo el 40% del costo de generación e invita a cualquier actividad que consume mucha energía. El Estado se preocupa por el emergente y no por la raíz del problema, que es que estamos regalando la energía”, dijo Einstoss. “Con gas subsidiado hay subsidio encubierto. Si regalás la energía residencial, ¿cómo vas a evitar que una parte se utilice para minar criptomonedas? No es culpa de los criptomineros, sino de la mala política”, concluyó.
Que haya gente que se pone a minar bitcoin en casas, oficinas o galpones industriales, es resultado de exacerbar el consumo mediante subsidios desmesurados (Einstoss)
Aunque desde una base muy pequeña, la Argentina podría estar iniciando un camino ya transitado por otros países. Debido a que su matriz energética es muy dependiente del carbón, el hidrocarburo más contaminante, y a que avanza en el proyecto de creación y lanzamiento del yuan digital, China, donde se habían llegado a realizar dos tercios de las operaciones globales de criptominería, las redujo a casi cero a fines de 2021.
Evolución en otros países
EEUU explica ya casi 40% del criptominado, seguido por Kazajistán, Rusia y Canadá. La relocalización fue rapidísima, pero chocó contra sus límites.
En cuestión de semanas, unas 90.000 máquinas de criptominería fueron relocalizadas en Kazajistán. Canaan, una fábrica de computadoras china instaló un centro de asistencia y en pocos días vendió otras 2.000 máquinas, según informó a fines de noviembre pasado. Todo lo cual provocó un abrupto aumento del consumo de energía (hasta 12% en la capital, Alma Ata) y cortes de electricidad, que Kegos, el operador de la red nacional, atribuyó en parte a los criptomineros. Siguieron limitaciones al criptominado, un aumento del 100% del precio del gas licuado de petróleo (usado como combustible automotor) y una revuelta que llevó al presidente, Kassym-Jomart Tokayev, a anular el aumento, tomar distancia del “líder nacional” Nursultan Nazarbayev, que lo había designado, ordenar una sangrienta represión y pedir ayuda a Rusia.
En Canadá, como se señaló antes, HydroQuebec limitó a 300 MWh la energía para criptominería. “Esperamos ver nuevas intervenciones de actores gubernamentales a medida que la cantidad de energía para criptominería, junto con el uso de varias criptomonedas para facilitar actividades ilegales, siga creciendo. Para contrarrestar los efectos deletéreos de tales intervenciones en sus operaciones, esperamos que las empresas de criptominería se muevan hacia proveedores privados a medida que pase el tiempo”, dijo en un informe la consultora Global Legal Insights.
En Islandia, en tanto, la escasez energética llevó a Landsvirkjun, la compañía nacional de electricidad, a rechazar inversiones en criptominería que la elegían como destino porque, al igual que Canadá, gran parte de su matriz energética es de fuentes renovables, en su caso geotérmica. Hacia allí apuntaron la canadiense Hive Blockchain, una competidora de Bitfarms, además de Genesis Mining y Bitfury, provenientes de Hong Kong, que ahora deberán esperar.
En Irán, el 28 de diciembre, por segunda vez, el gobierno cortó la provisión de energía a operaciones de criptominería previamente autorizadas, luego de sufrir cortes de energía en pleno invierno. La veda energética para criptominado, precisó Mostafa Rajabi Mashhadi, director de la empresa estatal que maneja la red eléctrica del país, se mantendrá al menos hasta el próximo 6 de marzo y el gobierno iraní empezó a rastrear operaciones en negro que, se calcula, consumen más de 600 MWh.
Distritos menores, como Kosovo, también impusieron recientemente prohibiciones a la criptominería, para no sobrecargar su grilla eléctrica, e incluso en algunos estados norteamericanos, un informe del servicio de investigaciones del Congreso de EEUU ya había detectado, a fines de 2019, problemas en pequeñas localidades afectadas por cortes y encarecimiento de servicio por operaciones autorizadas de criptominería. El informe incluyó una suerte de “mapa mundial” de la criptominería (ver arriba).
El abrupto giro del último año, a raíz de la decisión de Beijing de prohibir la criptominería, se refleja a su vez en un reciente informe de la publicación británica The Economist, en base al índice de consumo de Bitcoin de Cambridge, que muestra hacia dónde se relocalizaron las operaciones expulsadas del gigante asiático.
Criptotijera
Apretado de un lado por los altos requerimientos de electricidad y el aumento del costo de la energía y por el otro por el halving del minado de bitcoins, que cada 210.000 bloques reduce la recompensa a la mitad (hasta el 2012 cada “prueba de trabajo” era recompensada con 50 bitcoins, en 2016 el premio se redujo a 12,5, en 2020 a 6,25 unidades, y se calcula que entre marzo y junio de 2024 se reducirá a 3,125 bitcoins), el mundo cripto busca cómo ahorrar energía cambiando el sistema de validación de operaciones.
El mundo cripto busca cómo ahorrar energía cambiando el sistema de validación de operaciones.
Pasar de la validación por “prueba de trabajo” a “prueba de participación” , como ya operan criptomonedas menos conocidas como Avalanche y Tezos, es la principal apuesta, aunque hay otras como “prueba de tiempo y espacio”, en el caso de Chia. Cada intento se topa con nuevos problemas, como una tendencia a la centralización (justo aquello que el mundo cripto dice combatir) o que el ahorro de energía en el proceso de validación por “prueba de participación”, requiere un tremendo salto en la capacidad de almacenamiento, que también tiene altos costos.
Robert Shiller, premio Nobel de Economía 2013, y coautor, con otro Nobel, George Akerlof, esposo de la actual secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, del libro “La economía de la manipulación”, señaló que más allá de las complejidades tecnológicas, el éxito del bitcoin tiene una base irracional extraordinaria. Muchos supuestos entendidos, escribió Shiller en su último libro, “Narrativas económicas”, elogian la “tecnología”, pero casi nadie la entiende. “Cuando me encuentro con entusiastas de bitcoin les pido que expliquen algunos de sus conceptos y teorías subyacentes, como el Árbol de Merkle o el Algoritmo de Firma Digital de Curva Elíptica, o les invito a que describan bitcoin como un equilibrio de un juego de colas de congestión con rendimiento limitado”, cuenta. La reacción es casi siempre el silencio. La “teoría” o la “tecnología”, concluye, no son la clave del éxito que tuvo hasta ahora Bitcoin, aunque fueron cruciales para su desarrollo.
Satoshi Nakamoto, la persona o grupo de personas que creó el bitcoin, se habría asignado a sí mismo 1 millón de los 21 millones de Bitcoins a “emitirse” hasta el año 2140. Actualmente hay poco más de 18,9 millones en “circulación”. Su “minado” está programado de modo de hacerse cada vez más lento, lo que contribuiría a preservar su valor. Pero los problemas de validación, al afectar la liquidez, podrían terminar operando en sentido contrario.
Criptoverdes
Recientemente, una coalición de organizaciones cripto y el Rocky Mountain Institute, un grupo ambientalista con sede en Colorado, EEUU, firmaron un “Acuerdo Cripto sobre el Clima” (CCA, por su sigla en inglés), cuya meta es que el sector sea “carbono neutral” en 2030, sea mediante bonos de carbono, el uso de nuevas tecnologías o la intensificación del uso de energías renovables.
Mientras ocurre todo eso, los criptomineros buscan lugares baratos y amigables donde instalarse. Arcane Research, una consultora especializada en finanzas, pronosticó que en los próximos años América Latina será uno de las principales regiones elegidas y apuntó a la Argentina, Paraguay, El Salvador y Venezuela como grandes candidatos.
Es hora, entonces, de que el país defina una política energética de base firme y diga claramente qué piensa respecto de la criptominería. En blanco y en negro.
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