En analista político Raúl Timerman opinó sobre la reciente autorización del Gobierno a la exploración off shore en tres zonas del Mar Argentino, cercanas a las costas de Mar del Plata, y la intensa campaña en contra de parte de los grupos ecologistas. También criticó que el Gobierno no haya implementado una amplia campaña de difusión acorde para explicar los beneficios de su decisión.
Días atrás, Timerman ironizó en Twitter sobre el tema: “Si seguimos contra el petróleo, la minería, los agroquímicos y la cría de salmones, ¿cómo carajo vamos a recuperar la economía? ¿fabricando pirulines, media hora, chuenga y gofio? No jodamos más!”. E ilustró el posteó con un envoltorio de caramelos chuenga, el invento artesanal de un vendedor ambulante porteño que se hizo famoso a mediados del siglo pasado.
Además, también en la red social, recordó la polémica por la pastera Botnia. “¿Qué pasó con Botnia, por ejemplo?. Nunca un problema. Pero las inversiones, los empleos y las exportaciones son uruguayas. Gracias a Romina Picolotti y sus ambientalistas progres”, escribió en referencia a la ex secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, condenada meses atrás a 3 años de prisión en suspenso.
— ¿Cómo analiza las repercusiones sobre la reciente decisión del Gobierno de autorizar la exploración off shore?
— Hay un tema general que se ha instalado, una extrema militancia en relación al ecologismo, que se opone intensamente a todo lo que consideran que puede alterar el orden natural. Se defiende al extremo de evitar un desarrollo económico. En un país donde hay millones de personas que viven en la pobreza, no tienen acceso al agua potable o están mal alimentadas. Hay que tomar como referencia a los que viven mal y no a los que viven bien.
“La Argentina no tiene estímulo a la inversión privada. No brinda seguridad al inversor que no viene a hacer bicicleta financiera. En la época de Macri no hubo inversiones, hubo especulación financiera”
— ¿Por qué cree que se da una oposición sistemática frente a estos temas?
— Han creado palabras que son más peligrosas que la actividad misma. Como extractivismo, que es un concepto que asusta y es más peligroso que las propias prácticas extractivas. Si no existiera la minería, no existiría el acero, los autos, los utensilios. Sin energía nuclear, no existirían los diagnósticos médicos más básicos como los rayos X. Todas las asociaciones en contra de la extracción ponen como pantalla el daño a la naturaleza y al ser humano ante posibles desastres. Pero lo hacen solo en países en vías de desarrollo. Están en la Argentina, en Brasil, pero no están en Alemania. Inglaterra, Estados Unidos o Suecia. Yo recuerdo las manifestaciones en la Argentina contra la empresa Botnia, la papelera. ¿Qué hizo la empresa? Cruzó al otro lado del río, se instaló en Uruguay. ¿Qué desastre produjo? Produjo empleo, aportes a los obras sociales, pago de impuestos, ingreso de divisas a Uruguay. En Chubut, con la marcha atrás a la minería, se manejaron mal las cosas políticamente, a parte de la falta de información. Se deja que circulen noticias que no son verdaderas. Se habla de arruinar las costas de Mar del Plata cuando la exploración es a más de 300 kilómetros. Y se deja que se instale la idea de que la costa se va a llenar de petróleo.
— ¿Cuál es el motivo del crecimiento de estos movimientos a nivel local?
— Hay un problema de educación. No sé si hay otros intereses en evitar que se desarrollen ciertas industrias que mejorarían la calidad de vida y las economías locales. El gran deterioro de la Argentina empieza con el deterioro de la educación pública, que comenzó cuando la educación pasó a depender de las provincias que no tenían los recursos, cuando se terminaron las evaluaciones docentes y cuándo la capacitación quedó en manos de los sindicatos.
“Han creado palabras que son más peligrosas que la actividad misma. Como extractivismo, que es un concepto que asusta y es más peligroso que las propias prácticas extractivas”
— ¿Qué impacto económico tienen estas discusiones?
— Hay un impacto fuerte en el ingreso, o no egreso, de divisas. En la generación de empleo. Me parece pornográfico que se discuta el tema en un país con un 40% de pobreza. Un segmento de clases medias acomodadas en contra de algo que generaría ingreso de divisas al país que está al borde del default.
— ¿Qué opina de la actitud del Gobierno frente al tema?
— Falta un ímpetu comunicacional por parte del Gobierno. Una campaña de comunicación masiva. En la Argentina no hay debate público de los temas. Un lugar espectacular para el debate público es la televisión, pero no hay debate porque no hay programas de periodismo independiente. Hay canales con periodistas de la oposición o con periodistas oficialistas. No existe la repregunta. Y el público elige el sesgo de la información que le confirma lo que ellos ya piensan.
“Todas las asociaciones en contra de la extracción ponen como pantalla el daño a la naturaleza y al ser humano ante posibles desastres. Pero lo hacen solo en países en vías de desarrollo. Están en la Argentina, en Brasil, pero no están en Alemania. Inglaterra, Estados Unidos o Suecia”
— ¿Cómo afecta esto a la falta de inversiones extranjeras?
— Hay un clima oficial, del Gobierno, que no alienta la inversión privada. Tampoco lo había en el Gobierno anterior, de Mauricio Macri. La Argentina no tiene estímulo a la inversión privada. No brinda seguridad al inversor que no viene a hacer bicicleta financiera. En la época de Macri no hubo inversiones, hubo especulación financiera. La inversión es fábricas, exploración petrolera, minería. La oposición tampoco tiene propuestas para atraer la inversión. Está lleno de títulos, como bajar impuestos o transformar planes sociales en empleo, pero nadie dice cómo se va a lograr. Las luchas internas dentro de la coalición neutralizan la existencia de propuestas viables. En esta situación sufre la ciudadanía, no la política.
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