La historia del aeropuerto más inútil del mundo: costó más de USD 300 millones, es muy peligroso y casi no recibe pasajeros

Se trata de la terminal de Santa Elena, una isla británica en el Atlántico. Las razones del extraño fenómeno y los detalles de su construcción

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Los amantes de la historia conocerán sobradamente la isla Santa Elena, ella fue escenario de los últimos años de vida de Napoleón Bonaparte. Al perder la batalla de Waterloo, fue enviado a la pequeña porción de tierra de 121 kilómetros cuadrados, donde permaneció desde 1815 hasta el 5 de mayo de 1821, día en el que murió. Gracias a sus condiciones geográficas, la isla era ideal para ser utilizada como prisión del Imperio Británico, no sólo el militar francés estuvo retenido allí, sino que otros enemigos de la corona también pasaron años aislados en Santa Elena.

Por muchos años la única forma de llegar hasta la isla perteneciente a Inglaterra era en barco, partiendo desde Ciudad del Cabo en un navío que tomaba 5 días hasta llegar a destino. Sin embargo, en 2001 apareció la opción de construir un aeropuerto que prometía cambiar la realidad de Santa Elena.

Por aquel entonces el barco que era utilizado para viajar hacia la isla estaba averiado y era necesario cambiarlo. Se presentaron dos proyectos: uno era comprar un nuevo navío por 27 millones de libras, y el otro correspondía a la construcción de un aeropuerto en la isla, y estaba presupuestado en 39 millones de libras esterlinas.

Una imagen de la inauguración,
Una imagen de la inauguración, en 2016

Al comienzo todo indicaba que a largo plazo convendría invertir en un aeropuerto más que en otra embarcación, por lo que las autoridades locales decidieron celebrar un referéndum para consultar la opinión de los cerca de 6.000 habitantes de la isla, que optaron por la construcción de una inédita terminal aérea.

Finalmente, el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido dio el visto bueno al proyecto, pero avisó que de su parte sólo saldrían 27 millones de libras, es decir lo mismo que hubiese costado un nuevo barco. Por lo tanto, el resto del dinero debía ser invertido por inversores privados, algo complicado teniendo en cuenta la dificultad de la construcción. Sin embargo, habían conseguido cuatro empresas internacionales interesadas en el proyecto, que se retiraron en simultáneo en el año 2006, tras comprobar que la única ubicación posible para el nuevo aeropuerto era muy riesgosa para los aviones que debiesen aterrizar en él.

En 2007, nuevamente desde cero, Impregilo, una compañía italiana, y la africana Basil Read, expresaron su intención de invertir en el proyecto y comenzar su construcción. Por aquel entonces, el Primer Ministro británico, Gordon Brown, otorgó la licencia de construcción a la empresa europea, la cual en 2008 se declaró insolvente y abandonó Santa Elena sin colocar un solo ladrillo.

La pista está en medio
La pista está en medio de montañas y peligrosos riscos

Tres años más tarde, Basil Read se hacía de la licencia para de una vez por todas comenzar con la construcción del aeropuerto. En ese momento el presupuesto original de 39 millones de libras había ascendido a 205 millones. De esta forma, y gracias a la participación de otras firmas inversoras, en el mes de junio de 2015 se daba por terminada la obra y la terminal aérea de Santa Elena se volvió una realidad.

En septiembre de aquel año comenzaron los trabajos de calibrado de los sistemas de navegación aérea, tareas que continuaron demorando su inauguración. Tras dar muchas vueltas, los responsables del aeropuerto decidieron que antes de permitir el arribo de vuelos comerciales, se debían hacer numerosas pruebas.

Los vuelos de prueba se prolongaron durante todo 2016, confirmando los miedos: los fuertes vientos que reinan en la zona y la presencia de montañas cercanas sobre ambos costados de la pista, provocaban el fenómeno conocido como “cizalladura”, que se estima que entre 1964 y 1985 causó directamente o contribuyó en 26 accidentes aéreos sólo en los Estados Unidos.

El 18 de abril de 2016 aterrizó el primer vuelo comercial en el aeropuerto de Santa Elena

Pese a su escaso uso, la construcción del aeropuerto de Santa Elena significó un gasto de 285 millones de libras esterlinas, equivalente a 368 millones de dólares. De allí surgió el apodo del “más inútil del mundo”. En un informe del año 2016, se aseguraba que las condiciones climáticas no habían sido previstas. “El aeropuerto no sirve ni a su pueblo ni a los contribuyentes que pagan los impuestos”, sentenciaba el documento.

Era un callejón sin salida, para buscar una solución se permitió el arribo de aeronaves pequeñas y maniobrables como el Boeing 737. Así, el 18 de abril de 2016 aterrizó el primer avión comercial de pasajeros en el aeropuerto de Santa Elena, un 737-800 de Comair, que tuvo que abortar tres veces el aterrizaje hasta poder completarlo.

Luego de muchas idas y venidas, la Civil Aviation Authority (CAA) otorgó el certificado de operaciones al nuevo aeropuerto, el cual todavía no permitía operaciones regulares. Los vientos eran el problema principal, tan fuertes que representaban un verdadero riesgo para los pasajeros y la tripulación.

Otra imagen de la terminal
Otra imagen de la terminal aérea de la isla que tiene unos 6.000 habitantes

Por lo tanto se limitó operaciones a aviones pequeños como el Embraer E190, o el Avro RJ100, ya que aeronaves de mayor tamaño se podrían encontrar con serios problemas para frenar dentro de la pista si el viento soplaba demasiado fuerte.

Fue como un baldazo de agua fría para los habitantes de Santa Elena que preveían convertir a la isla en un destino turístico que impulsaría su economía, con aviones llegando directamente desde Europa y el resto del mundo.

Sin embargo, en mayo de 2017 la compañía aérea Airlink se hizo con el contrato para explotar la ruta Johannesburgo-Santa Elena, utilizando para ella aviones Avro Rj100. Con vuelos semanales, la nueva empresa contribuyó a que aumentara el volumen de pasajeros que optan por un viaje de 5 horas, en vez del viaje en barco que demora 5 días.

Al día de hoy, el aeropuerto se encuentra abierto tras haber estado cerrado como muchas terminales del mundo a causa de la crisis sanitaria, y recibe vuelos operados por Titan Airways. El sueño de que Santa Elena se posicione como un destino turístico más sigue intacto, y hay planes para sumar rutas directas entre la isla y el Reino Unido, incluso hay planes para que aviones puedan conectar directamente con las Islas Malvinas.

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