El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un informe en tono autocrítico sobre el fuerte crédito que le otorgó al gobierno de Mauricio Macri, en el que cuestionó la falta de control de capitales y de una reestructuración de la deuda con los bonistas en 2018.
Se trata del informe que fue debatido este miércoles 22, mientras el país le hacía otro pago de capital al Fondo, por el directorio del organismo multilateral y que, como lo admitieron fuentes del Gobierno, no tiene vinculación con la negociación actual para renegociar aquella deuda de USD 45.000 millones con un nuevo programa.
Allí, en su comienzo, resume las claves del plan fallido, “frágil desde el comienzo”, y acepta que debe revisar en adelante las excepcionalidades a las que accedió para otorgar un volumen de crédito como el que le dio al país y asegurarse de que la población de país entienda el programa, entre otras cosas. Reconocen también que el intento del program de proteger a los más vulnerables “resultaron insuficientes”. Además, remarca que es una evaluación técnica y no política.
“En última instancia, la estrategia del programa resultó demasiado frágil para los desafíos estructurales profundamente arraigados y las realidades políticas de Argentina. El problema fundamental fue la falta de confianza en la sostenibilidad fiscal y externa”, concluyó el Fondo.
El informe destacó que el gobierno de Macri “abrió rápidamente la cuenta capital y los préstamos en el extranjero, al tiempo que adoptó un enfoque gradual para enfrentar los desequilibrios, en particular el déficit fiscal, preparando el escenario para un ‘sudden stop’ y un pedido de Stand By”. Tras ese comienzo, ingresaron “capitales de cartera” al país, pero “al mismo tiempo que persistieron los desequilibrio macroeconómicos y las distorsiones estructurales”.
La Ex post evaluation of exceptional access under the 2018 stand-by arrangement (EPE) menciona las nuevas lecciones para el organismo luego de acuerdo con Argentina:
- Asegurar la solidez del programa utilizando supuestos de referencia conservadores pero plausibles y probando la sensibilidad a supuestos alternativos y explicaciones de la crisis. O sea, supuestos realistas.
- Adaptar el programa a las circunstancias del país, incluso si eso significa adoptar medidas no convencionales cuando el espacio de políticas ofrecido por las políticas tradicionales es limitado.
- Mejorar la aplicación del marco de acceso excepcional, o Exceptional Access Framework (EAF). En buenos Aires interpretaron está línea como “El análisis de los riesgos que subyacen a las principales evaluaciones realizadas al aplicar el Marco de Acceso Excepcional deben exponerse claramente y comunicarse a la Junta de Directores”.
- Equilibrar cuidadosamente la propiedad con la calidad y adecuación de las políticas del programa y los riesgos para la reputación del Fondo.
- Asegurar una comunicación externa eficaz, de modo que un programa sea bien entendido por la población y en los mercados financieros y tenga el efecto catalizador deseado.
- Revisar los procesos internos del Fondo para evaluar y mitigar los riesgos más amplios asociados con los arreglos del Fondo a gran escala.
Entre las explicaciones del programa fallido argumentan que:
- “El Fondo había puesto de relieve las vulnerabilidades de Argentina antes del programa, pero dio por sentada la decisión de la administración de abrir la cuenta de capital y perseguir metas de inflación”.
- “El diagnóstico del programa de un shock temporal de liquidez no era irrazonable al principio, pero se volvió menos sostenible a medida que avanzaba el programa”.
- Con respecto a sí diseñaron bien el programa, explican que se siguió el diagnóstico inicial del problema argentino y que “los intentos del programa por proteger a los vulnerables resultaron insuficientes a medida que se desarrollaba la crisis”.
- ¿Por qué el programa no tuvo éxito?, según el FMI: fue frágil desde el principio, y la estructura de la economía argentina limitó las opciones. “La fragilidad se vio agravada por las limitaciones políticas en el diseño de políticas y por la interacción entre la política y la confianza del mercado”, dicen.
- ¿Autocrítica? El Fondo se pregunta si siguieron correctamente sus propios los procedimientos. “Se siguió el marco de acceso excepcional, pero su aplicación no fue sencilla”, reconocieron. “Se siguieron los procedimientos estándar para evaluar los riesgos para el FMI, pero los riesgos más amplios podrían haber aparecido de manera más prominente en las deliberaciones”, argumentaron.
El organismo aclara que la EPE tiene por objetivo hacer una análisis posterior del contenido del programa aplicado y de sus efectos sobre la economía, siempre dentro de un plano técnico. El equipo del FMI encargado de evaluar los resultados del acuerdo que selló con la Argentina en 2018 no fija ninguna posición en términos políticos ni aporta ningún elemento en ese terreno.
Análisis desde Argentina
Por supuesto que el Ejecutivo utilizará las conclusiones de este informe de evaluación ex post, elaborada por el auditor Odd Per Brekk, para la lucha política interna y para reforzar el mensaje de que el Fondo otorgó un crédito “político”, apelando a un argumento sesgado, ya que se trata de un organismo en el que siempre la política (internacional) tiene la última palabra, en cualquier circunstancia y con cualquier gobierno.
El reporte llega a una serie de conclusiones, según las fuentes oficiales en Buenos Aires:
- El programa de 2018 debió incluir mecanismos de control de capitales para evitar la salida de dólares y una reestructuración de la deuda con el sector privado.
- Se basó en un diagnóstico de la inflación con excesivo foco en lo monetario en lugar de contemplar que se trata de un fenómeno multicausal.
- Estaba diseñado para financiar lo que el gobierno de Macri quería financiar. Hubo un desvío del objetivo de mejorar la situación de la balanza de pagos; esa mejora terminó siendo una excusa para cumplir otros objetivos.
Al respecto, las fuentes subrayaron que “es muy significativo que haya habido cuatro revisiones del programa y que en ninguna hayan aparecido observaciones”.
En realidad, estas cuestiones formaban parte de las discusiones entre el staff negociador -el Departamento del Hemisferio Occidental- y otras áreas, como el Departamento de Asuntos Monetarios. Mientras la primera -como es habitual- era la que supervisaba la negociación y el cumplimiento del programa, la segunda, entre otras, presionaba para que se ajustaran las clavijas. En este sentido consideraba que el crédito otorgado a Macri no tenía “sustentabilidad” si no se cumplían con esos requisitos: poner un “cepo” e ir a un default.
Las autoridades económicas en Argentina de aquel entonces afirman que ni el staff ni la entonces directora gerente, Christine Lagarde, plantearon estos temas en ese momento. Además, destacaron que el gobierno de Macri no podía defaultear en 2018 luego de haber salido de la cesación de pagos en 2016 y, por otra parte, que el control de capitales sí se implementó cuando se aceleró la crisis en 2019.
Pero el área que conducía Alejandro Werner entendía que no eran condiciones imprescindibles para que el programa fuera exitoso, en línea con lo que pensaban también los principales accionistas del Fondo y parte del mercado financiero.
Al respecto, el director de uno de los principales accionistas del organismo indicó a Infobae: “Claro que fue, como todos, un crédito político, al igual que lo fue la decisión de darle un roll over a Néstor Kirchner en 2003, cuando no se cumplían las premisas para hacerlo, pero Estados Unidos no iba a dejar que el país volviera a caer en una crisis como la del 2001″, expresó. En la misma sintonía, aclaró que “en 2018 se priorizó la visión del mundo que tenía Macri: íbamos a tratar de que el país no regresara a políticas populistas”, una premisa que falló, pero por el fracaso de la gestión de Macri y no por el apoyo internacional.
Las fuentes oficiales en Buenos Aires admitieron que el impacto de este informe en la negociación actual será escaso: “El objeto de este informe se ciñe a lo que ocurrió en 2018. Extrapolar esa discusión hacia el próximo programa es aventurado, pero, a la vez, no podemos ser tan inocentes de creer que no tiene ninguna vinculación”.
“No se puede pensar que este informe estuvo pensado para generar el ‘esqueleto’ del nuevo programa, pero a la vez hay mucha expectativa con este informe porque es el programa más grande de la historia del FMI, que fracasó. Si bien alguna implicancia tiene, no hay que extrapolar”, indicaron.
Respecto a la cuestión fiscal, el gobierno considera que “el crecimiento trae la estabilidad y no al revés y también creemos que el corazón del problema de la Argentina es la restricción externa más que la fiscal”.
“Estos programas como el de 2018 suelen partir de que la restricción externa es consecuencia de lo fiscal. No funciona así. Como tampoco funciona lo de bajar la inflación con tasas del 80 por ciento”, expresaron.
“No hay visión sustentable de la economía argentina si no se entiende la restricción externa”, agregaron.
La postura argentina
En este sentido, la postura argentina respecto del informe del Fondo es que el programa Stand By del año 2018 fracasó porque no logró cumplir con ninguno de los siguientes cuatro objetivos:
- Restaurar la confianza del mercado
- Proteger a los más vulnerables de la sociedad
- Fortalecer la credibilidad del marco de metas de inflación del Banco Central
- Progresivamente, disminuir las tensiones en la balanza de pagos -Es aún insuficiente la advertencia sobre los riesgos de un ajuste fiscal en contextos recesivos.
En base a estas conclusiones, el Gobierno recomendó:
- Que el Fondo revise en forma adecuada el cumplimiento del artículo seis de su estatuto.
- Que se precise una definición adecuada al concepto de “ownership” de un programa, para que en el futuro esta “apropiación” del programa incluya al Congreso, a la sociedad civil, y a los sindicatos.
- Que se establezca la necesidad de evitar el uso político de los programas del FMI.
- Considerar en el futuro realidades específicas, como en el caso de la Argentina, donde el crecimiento es condición precedente para la estabilidad y no al revés.
Ya con un tono más político, las fuentes indicaron que “cuando el FMI dice que el gobierno de Macri debió poner control de capitales, está aceptando que parte del préstamo se fugó”.
“Cuando el FMI dice que el Gobierno de Macri debió reestructurar deuda, está aceptando que parte del prestamos se utilizó mal y cuando dice que la inflación es multicausal, está diciendo que el diagnóstico de Macri estaba equivocado”, indicaron.
“El FMI está aceptando que en el gobierno de Macri no entendieron el problema de la inflación. Lo que hace el informe del FMI es atacar la visión, y la gestión macroeconómica de Macri y su Gobierno”, expresaron las fuentes del Gobierno.
En realidad, estas afirmaciones son ex post y parten de una premisa inconsistente, como si el Fondo no hubiera compartido en aquel entonces la visión del gobierno de Macri en torno de estas cuestiones en el momento en que aceptó firmar no uno, sino dos programas en 2018. Esta visión es similar a confundir un debate actual con un “caso cerrado” o una autopsia y solo servirá para el debate político, pero no para facilitar el acuerdo que el país necesita tener firmado en menos de tres meses.
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