La acumulación de reservas es uno de los objetivos prioritarios que impuso el FMI al gobierno argentino para el 2022. A tal punto que fue un aspecto resaltado por el comunicado del organismo que se conoció el viernes último, luego de las reuniones mantenidas en Washington entre el staff del Fondo y los representantes del ministerio de Economía argentino. Se trata, sin embargo, de una expresión de buena voluntad: nadie hasta ahora explicó de qué manera se logrará fortalecer al Banco Central.
En teoría, los casi USD 42.000 millones de reservas que posee el BCRA serían suficientes para prevenir cualquier tipo de shock externo y reducir la fragilidad económica. Representan el 10% del PBI, un “piso” a la hora de evaluar niveles óptimos para cualquier país. Claro que se trata de una cifra “mentirosa”: incluye unos USD 10.000 millones de encajes de depósitos en dólares (corresponden a los ahorristas) y otros USD 20.000 millones del swap de monedas con China, que es difícilmente aplicable.
Los cálculos coincidentes de las consultoras económicas estiman que quedan sólo unos USD 5.000 millones de reservas netas y el nivel de reservas líquidas está en valores críticos. Es decir, el BCRA ya casi se quedó sin divisas para intervenir en el mercado cambiario, sólo puede hacerlo a cuentagotas.
Todo esto a pesar del espectacular superávit comercial conseguido este año, cercano a los USD 15.000 millones. La buena cosecha y los altos precios internacionales fueron claves para semejante resultado. A eso se sumó el equivalente a USD 4.300 millones que otorgó el FMI a través de la distribución de Derechos Especiales de Giro (DEG). El Banco Central se perdió una oportunidad posiblemente única para fortalecer su posición de reservas y quedar en una posición de menor fragilidad.
Para el año próximo ya no habrá giros extraordinarios del Fondo. Además, bajará sustancialmente el superávit comercial, porque los precios de la soja y otras materias primas ya no será tan alto y aumentarán más rápido las importaciones. El propio ministro de Economía, Martín Guzmán, ratificó ayer al presentar los lineamientos del Presupuesto 2022 en Diputados que el saldo comercial llegará a unos USD 9.000 millones el año próximo.
Acumular reservas en este contexto es casi imposible, salvo que se produzca una repentina recuperación de la confianza. El equipo económico ya tomó algunas medidas concretas que apuntan a perder menos dólares. En esa dirección fue la decisión de dejar de vender reservas para mantener la cotización de los dólares financieros. Esto provocó un salto inicial fuerte del dólar MEP y del “contado con liquidación”, aunque en las últimas jornadas las cotizaciones cedieron significativamente. En el último año, el BCRA vendió más de USD 3.000 millones para evitar que aumente la brecha cambiaria, aunque los intentos fueron infructuosos.
El Gobierno dejó pasar una oportunidad extraordinaria este año. A pesar del superávit comercial de USD 15.000 millones, el Central quedó en una posición crítica de reservas y se complica la reducción de la brecha cambiaria
El acuerdo con el Fondo también apunta a dedicar menos dólares del superávit a reducir los compromisos con organismos multilaterales. Habrá, eso sí, que destinar dólares para el pago de deuda con bonistas privados, aunque los montos no son tan significativos. En enero, por ejemplo, hay vencimientos por casi USD 700 millones que tendrán impacto directo en las reservas, pero luego el volumen se reduce sustancialmente.
Por otra parte, el BCRA seguirá interviniendo para suavizar la suba del tipo de cambio oficial. El objetivo es acelerar el ritmo de depreciación, pero de manera gradual. El propio Guzmán aseguró que la intención es que no haya movimientos bruscos del tipo de cambio en 2022, pero para eso precisará mantener un estricto cepo cambiario y seguir con la intervención oficial para abastecer la oferta de dólares. Por otra parte, las empresas también demandan divisas para hacer frente a los vencimientos de deuda que se presenten, aunque sólo pueden acceder al 40% del total. El resto deberán refinanciarlo, tal como viene sucediendo desde fines de 2020.
La clave para dar vuelta este goteo de reservas a pesar de las restricciones cambiarias pasaría por una recuperación de la confianza, acompañada de una baja del riesgo país. Esto permitiría que las empresas recuperen acceso a los mercados y así ingresarían dólares. Además, también podrían entrar divisas destinadas a inversión. Pero para eso habrá que esperar el acuerdo con el Fondo y mejorar las expectativas a partir de un plan económico, que por ahora sigue sin aparecer.
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