Martín Guzmán va al Congreso a defender el presupuesto 2022: expectativa por los cambios y la negociación con el FMI

El avance del PBI en 2021, superior al que se esperaba, le da aire al ministro para apostar a una meta mayor de crecimiento el año próximo. El proyecto no incluye un sólo dolar de pagos al organismo, por lo que la opción es acuerdo o default

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Guzmán, en una anterior exposición
Guzmán, en una anterior exposición ante el Congreso

Martín Guzmán se presentará hoy en la Cámara de Diputados para explicar y defender el proyecto de presupuesto 2022 que envió al Congreso el 15 de septiembre pasado, en una jornada políticamente cargada.

Aquel día seis kirchneristas indudables, encabezados por el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, renunciaban mediáticamente a sus posiciones en el Gobierno, en una maniobra de brutal presión política sobre Alberto Fernández tres días después de la derrota del Frente de Todos en las PASO y uno antes de que la vicepresidente, Cristina Kirchner, pusiera la frutilla del postre del apriete con una carta pública en la que recordó al presidente haberle planteado varias veces la “delicada situación social”, “la falta de efectividad en distintas áreas de gobierno” y –tiro a Guzmán- “una política de ajuste fiscal equivocada” que “iba a tener consecuencias electorales”.

El resultado del choque no dejó deudas. La vice forzó la renuncia del vocero y amigo del presidente, Juan Pablo Biondi, e impuso al tucumano Juan Manzur como jefe de Gabinete, mientras los renunciantes siguieron en sus puestos y el presidente enviaba a Cancillería a Santiago Cafiero, a reemplazar al inadvertido Felipe Solá.

Tres meses después, el Gobierno parece convencido de que no puede seguir postergando un acuerdo con el FMI y debe embutir el presupuesto en el “plan plurianual” que el presidente dijo que enviaría al Congreso los primeros días de diciembre y que ahora se promete para fin de año.

Cambios y expectativas

Guzmán y sus dos principales
Guzmán y sus dos principales sostenes en Diputados: Máximo Kirchner y Sergio Massa. Esta vez, el examen será presencial

Guzmán presentará algunos cambios al proyecto. Mientras hace cuentas sobre el “bono a los jubilados” cuyo monto se anunciará antes de Navidad, ya acordó aumentos de partidas con el ministro de Educación, Jaime Perczyk. Son cambios de bajas calorías: el estado nacional provee 5% del gasto en educación básica del país; el 95% proviene de los gobiernos provinciales, por tratarse de una “facultad no delegada” y responsabilidad primaria de las provincias. Más importante es que Guzmán garantizará que no habrá recortes a la obra pública, dijeron desde Hacienda. También reconocieron que responderá preguntas sobre las negociaciones con el FMI.

El titular de Economía ya abrochó el apoyo de la bancada oficialista en un almuerzo que le organizó el reelecto presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, quien invitó solo a kirchneristas de paladar negro: Máximo Kirchner, el senador formoseño José Mayans, la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti y, a los postres, la visita estelar de De Pedro, el ministro que se iba pero no se fue.

La idea de la bancada oficialista es acelerar el proceso. El proyecto se tratará en el plenario de Diputados el próximo jueves.

El poroteo

En principio, Guzmán expondrá a las 13 horas, pero concurrirá a las 11, momento en que también se irán organizando las comisiones de la Cámara, en la que ahora el Frente de Todos cuenta con 116 votos, la oposición de Juntos por el Cambio 114; ambos pujarán por tener de su lado a los 15 votos que suman los interbloques Provincias Unidas y Ser. Para el sí de la Cámara Baja, se necesitan 129 votos.

Tales son las cifras políticas. El misterio mayor está en las económicas y cómo encajarían en el eventual acuerdo con el FMI. Cuando envió el proyecto original, Guzmán lo presentó en su introducción como “la hoja de ruta para las políticas públicas necesarias para comenzar a transitar hacia una economía más tranquila”, que sienten las “bases para un crecimiento sustentable”, definan “un sendero fiscal sostenible”, contribuyan al “fortalecimiento del mercado interno” y defiendan “un valor competitivo de la moneda local” que permita “un incremento de las exportaciones argentinas al mundo y la acumulación de reservas internacionales por parte del Banco Central”.

En una visita anterior, a micrófono abierto, Guzmán se jactó ante Massa de su capacidad de sarasa, pero con los números y el FMI el ejercicio se torna más difícil.

El proyecto enviado en septiembre proyecta para 2022 un crecimiento del PBI del 4%, que seguramente –y con buenos argumentos, pues la recuperación de este año dejará un “efecto de arrastre” cercano al 2,5% para el próximo- Guzmán querrá revisar al alza. Más complicado le será convencer que la inflación, que este año cerrará arriba del 50%, pese al cuasi-congelamiento de tarifas y el retraso del dólar oficial, será en 2022 del 33% y que el próximo diciembre el dólar costará 131,1 pesos. El déficit fiscal proyectado es del 3,5% y el financiero en 4,9%, del cual dos puntos se cubrirían con emisión de deuda, 1,8 con aportes del Banco Central (emisión de dinero) y 1,1% con crédito de organismos internacionales.

Cuestión de fondo

Guzmán necesita cuadrar el presupuesto,
Guzmán necesita cuadrar el presupuesto, el "plan plurianual" y las negociaciones por un acuerdo con el FMI

En todo esto es clave saber qué trajo en mano la misión técnica que Guzmán envió a Washington. El proyecto no incluye un solo dólar de pagos al FMI, lo que implica que las opciones son acuerdo de refinanciación de los cerca de USD 17.800 millones a pagar en 2022 (los USD 1.880 que vencen el próximo 22 de diciembre se pagarían con los propios DEGs que envió el organismo), o default.

Entre otras estimaciones, Guzmán proyectó una recaudación impositiva de $ 15,7 billones (léase, millones de millones), sin nuevos tributos ni reedición del “impuesto a la riqueza”, y subsidios tarifarios de 1,8% del PBI, que una “segmentación tarifaria” podría afeitar a 1,5 por ciento.

En qué medida se mantendrán esos guarismos depende en buena parte del toma y daca con el FMI, que el viernes dio por primera vez señales concretas de que se avanza hacia un acuerdo pero marcó también puntos conflictivos, como la necesidad de tasas de interés reales positivas (las actuales son groseramente negativas) y un tipo de cambio que permita acumular reservas y haga “sostenible” la recuperación.

La batería de cifras y proyecciones entró sobre la hora de una jornada caliente y todo indica que se debatirá con intensidad. La oposición ya señaló que no votará a favor ni del presupuesto ni del prometido “plan plurianual”, mientras la vicepresidente, Cristina Kirchner, no los apoye explícitamente y se limite al rol de calificadora expost. La política fiscal de Economía ya fue bochada por la vice. El ministro va ahora por el recuperatorio.

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