El intenso discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el acto que organizó el Gobierno el viernes en Plaza de Mayo no pasará hoy inadvertido para el mercado. La Vicepresidente se mostró absolutamente opuesta a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en las condiciones habituales e inmodificables que plantea el organismo.
El jueves se cortó el rally de alzas en bonos y acciones y el riesgo país volvió a aumentar. Subió 18 puntos a 1.718 unidades y quebró los 1.700 puntos. Los bonos de la deuda externa, hasta ese momento habían subido casi 20% y ahora, al igual que las acciones, están en retroceso.
La Bolsa bajó 1,27% pero con 40% menos de negocios y los ADR’s –certificados de tenencia de acciones que cotizan en la Bolsas de Nueva York- tuvieron bajas generalizadas. Solo 4 certificados subieron. El Central tuvo que vender 25 millones de dólares en la plaza mayorista.
En este escenario nada más inoportuno que mostrar el abismo que separa al Presidente de su vice. Además, el mercado del dólar futuro, donde los inversores apuestan a cuanto llegará el dólar en cada fin de mes, cambió su tendencia definitivamente bajista a partir de enero. Los números del viernes dejaron en claro, que se inclinan por una devaluación en febrero con un dólar a $ 112,55. Ese valor subió 0,16% respecto a la cotización del jueves e implica una tasa de devaluación de 10,83% en 2 meses y medio.
En cambio, a fin de año, que hasta hace unos meses era el mes “D”, el dólar bajó 0,05% a $ 103,41, muy cerca del valor actual de $ 101,55. La divisa comenzó a recalentarse en fines de febrero, precio que aumentó 0,08% a $ 108,59.
Día “D”, postergado
No es difícil imaginar porque el día “D” se corrió a fines de enero. Creen que para ese momento estará definido, aunque no firmado, el acuerdo con el FMI y deberá comenzar el ajuste del tipo de cambio, una exigencia del organismo multilateral que no permite que el dólar esté atrasado.
La otra condición, que parece imposible de cumplir, es que las tasas de interés no pueden ser negativas, es decir que tienen que estar por encima de la inflación.
El gran obstáculo, señaló el economista Christian Buteler, es el monto de los pasivos remunerables que alcanza a $ 4,3 billones: por cada punto de aumento de la tasa hay que pagar $ 43.000 mllones. Si se sube 18 puntos, como pediría el FMI, el costo crecería $774 mil millones anuales adicionales, una presión inflacionaria insoportable
No es casualidad que Martín Guzmán, el ministro de Economía, en el presupuesto 2022 haya estimado la inflación en 30% porque eso le permitiría mantener las tasas en los niveles actuales. El problema es que la mayoría de los economistas la ven por encima de 50% y el FMI, también. Eso significa que deberían subir de 37% actual a 55% y es una suba de 18 puntos.
Pero el gran obstáculo, como señaló el economista Christian Buteler, es el monto de los pasivos remunerables -deuda del Central en pesos y Leliq- que alcanza a $ 4,3 billones. Esto significa que por cada punto de aumento de la tasa hay que pagar $ 43 mil millones y, si se sube 18 puntos como lo pediría el FMI, el costo de la deuda y las Leliq crecería $774 mil millones anuales adicionales que ejercerían una presión inflacionaria insoportable.
La rueda de hoy con sus cotizaciones entregarà una fotografía de esta situación, mientras se licita nueva deudas para que el Tesoro pueda renovar sus vencimientos.
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