Una persona adulta promedio gana actualmente unos 23.380 dólares por año y detenta, también en promedio, una riqueza de poco menos de USD 102.600, pero esos datos ocultan enormes diferencias entre países y, aún más, al interior de los mismos, dice el flamante “Informe sobre la Desigualdad Mundial 2022″ elaborado por un equipo encabezado, entre otros, por el célebre economista francés Thomas Piketty y los especialistas Gabriel Zucman y Emmanuel Sáez.
Según el informe, el 10% más rico de la población mundial recibe actualmente el 52% del ingreso mundial y la mitad más pobre de la población gana el 8,5 por ciento. En promedio, una persona del 10% superior de la escala de ingresos gana USD 122.100 al año, mientras en promedio el ingreso anual del 10% más pobre es de USD 3.920, unas 31 veces menos.
Las desigualdades mundiales de riqueza son previsiblemente más pronunciadas que las de ingreso (pues surgen de la capacidad de generar y acumular ahorros, escasa, nula y hasta negativa en quienes tienen ingresos más bajos): la mitad más pobre de la población tiene apenas el 2% de la riqueza mundial, mientras el 10% más rico detenta el 76% de la riqueza mundial.
Esto resulta en que en promedio una persona del 10% más rico del mundo tiene un patrimonio promedio de USD 771.300, contra apenas USD 4.100 del 50% de ingresos inferiores, una diferencia de 188 veces, y ya no en comparación al 10% más pobre, sino a la mitad menos rica del planeta.
Una de las causas de la poca atención a la cuestión es la falta de información y datos fiables, sobre la desigualdad, que debería ser un “bien público global”, dice el informe, en el que participaron más de investigadores 100 profesionales y especialistas de todo el mundo que trabajaron durante 4 años y contribuyeron a la “Base de Datos de Desigualdad Mundial” que alberga el “Laboratorio de Desigualdad Mundial”, ligado a entes estadísticos y fiscales, universidades y organizaciones internacionales.
El Medio Oriente y el Norte de África (MENA, por sus siglas en inglés) es la región más desigual del mundo, precisa el informe. El 10% de mayores ingresos recibe allí el 58% del total, superando a América Latina, donde esa proporción es del 55 por ciento. A su vez, MENA es vecina a la región menos desigual del mundo: Europa, donde el 10% de los ingresos más altos recibe el 36% del total. En el este asiático, la proporción de ingresos del 10% que más gana es del 43% del total.
Desigualdad interior
De todos modos, dice el informe, los ingresos nacionales promedio no son buenos indicadores de la desigualdad global, ya que entre los países de ingresos altos, algunos, como EEUU, son muy desiguales y otros, como Suecia, muy igualitarios. Lo mismo pasa en países de ingresos bajos y medios: algunos, como Brasil e India, muestran una desigualdad extrema y otros son algo menos desiguales, aunque todavía muy desiguales, como China, y otros, como Malasia y Uruguay, tienen una desigualdad baja o moderada, dice el informe.
Según el estudio, si bien la desigualdad ha aumentado en la mayoría de los países, durante las últimas dos décadas las desigualdades globales entre países han disminuido. Así, la brecha entre los ingresos medios del 10% de individuos más ricos y los ingresos medios del 50% de los individuos más pobres se redujo de cerca de 50 a poco menos de 40 veces. Sin embargo, al mismo tiempo las desigualdades aumentaron mucho dentro de los países, al punto que la brecha entre los ingresos promedio del 10% superior y el 50% inferior de las personas dentro de los países casi se duplicó, de 8,5 veces a 15 veces.
Consecuencia de esto es que unos 2.750 multimillonarios controlan el 3,5% de la riqueza mundial. La proporción se más que triplicó respecto del 1% de 1995, y el mayor aumento se produjo desde la llegada de la pandemia. Entran allí fenómenos como el crecimiento de empresas como Amazon, Tesla y el aumento de las fortunas de sus principales accionistas, personajes como Jeffrey Bezos y Elon Musk.
Otra constatación es que mientras las naciones se han vuelto más ricas, mientras que los gobiernos se han vuelto más pobres. Durante los últimos 40 años, la participación de la riqueza en manos del sector público es cercana a cero o negativa en los países ricos, algo que se magnificó con la pandemia, durante la cual los gobiernos tomaron prestado el equivalente al 10-20% del PIB, esencialmente del sector privado. Eso tiene implicaciones, dicen los autores, sobre la capacidad de esos gobiernos para abordar desafíos como la desigualdad y el cambio climático.
Otro fenómeno es que la desigualdad aumentó en el extremo superior. Ocurrió dentro de los países y a nivel mundial, los súper-ricos capturaron una parte desproporcionada del crecimiento de la riqueza mundial: el 1% superior se llevó el 38% de toda la riqueza adicional acumulada desde mediados de los 90s. mientras el 50% inferior capturó solo el 2 por ciento. El fenómeno se puede desmenuzar aún más: mientras el ingreso del 1% más rico aumentó entre 6 y 9% anual (contra el 3,2% del promedio), el aumento de los ingresos del 0,01% más rico fue todavía más alto, del 7 al 11% anual.
A su vez, a nivel de género, el informe constata que los ingresos laborales de las mujeres (es decir, por su participación en el mercado de trabajo) sigue siendo bajo, poco menos del 35%, pero tuvo un aumento no desdeñable respecto al 30% que representaba a principios de la década del noventa.
Tanto en ese como en otros indicadores, la Argentina aparece como un país moderadamente desigual en relación a los promedios internacionales; según el informe, en 2021 el 10% de mayores ingresos gana unas 13 veces lo que el 10% de ingresos más bajos. Aunque la desigualdad en la Argentina es más baja que el promedio latinoamericano, sigue siendo particularmente alta: en 2021 el 10% de mayores ingresos absorbió más del 40% de los ingresos totales. Esto es más bajo que el 55% de promedio para América Latina e incluso de vecinos como Brasil y Chile (59%), pero significativamente más alto que en los países europeos, dice el informe.
Además, el informe dice que en la Argentina se han visto dos movimientos: una reducción de la proporción de los ingresos del 10% más rico en la primera década del siglo XXI (período que, grosso modo, coincide con la presidencia de Néstor Kirchner, al cabo del fin de la convertibilidad), seguida de un aumento en los primeros años de la década siguiente, en el contexto de una caída generalizada de ingresos (esto es, durante la segunda presidencia de Cristina Kirchner).
La desigualdad en la Argentina es algo más baja que en la región, “pero se mantiene muy alta desde un punto de vista internacional”, dice el informe elaborado por Piketty y asociados.
Cuestión de género
En cuanto a género, el informe dice que la participación de las mujeres en los ingresos laborales es del 37% del total, por encima del promedio latinoamericano (35%) y cerca del promedio de Europa Occidental (38%) y que el de Europa Oriental (41%), pero mucho más alto que en Asia (21%, excluyendo China) y el África al sur del Sahara (28%). Desde 1990, precisa el informe, la participación de las mujeres en la fuerza laboral aumentó en 4 puntos porcentuales. El aumento en la participación en los “ingresos laborales” fue algo inferior: de 33,4% en 1990 a 36,8% en 2020, un aumento de 3,4 puntos.
SEGUIR LEYENDO: