Washington - La comitiva enviada por el gobierno de Alberto Fernández a Washington a afinar, esta semana, la negociación técnica con el Fondo Monetario Internacional para reestructurar el pago de la deuda por USD 44 mil millones podrá regresar a Buenos Aires animada por las señales políticas que enviaron Estados Unidos y la dirección del FMI.
Mientras los funcionarios del Palacio de Hacienda y el Banco Central mantenían reuniones con sus similares del Fondo, Washington lanzó una señal política para apoyar la visión alternativa de la búlgara Kristalina Georgieva, directora del FMI, quien, en un ambiente hasta ahora dominado por un enfoque de austeridad en el gasto público, apuesta por programas de recuperación postpandemia que pueden favorecer a Argentina en la negociación.
“Queremos ver una recuperación sólida, amortiguadores de reconstrucción a mediano plazo que aborden eso, pero no con la fuerza sofocante de la austeridad”
Antes de enviar a su delegación a Washington, el presidente Fernández dijo que las instrucciones para sus funcionarios son que busquen acuerdos fiscales que no impacten “el crecimiento económico”, sobre todo en el escenario de recuperación tras la pandemia. Martín Guzmán, el ministro de Economía, ha repetido el discurso. El presidente, en tono más estridente, dijo que Argentina no se arrodillará en las negociaciones.
Las pretensiones argentinas han encontrado eco, y un empuje político considerable, en la posición fiscal menos conservadora de la búlgara Georgieva dentro del FMI.
Esta misma semana, el pasado miércoles 8 de diciembre, la directora-gerente del Fondo reiteró, en una entrevista, su apuesta por menos austeridad fiscal. “Queremos ver una recuperación sólida, amortiguadores de reconstrucción a mediano plazo que aborden eso, pero no con la fuerza sofocante de la austeridad”, explicó en una referencia específica a la economía europea en la cual, no obstante, los argentinos pueden encontrar un guiño.
Más allá de la reiteración de Georgieva, con la que la Casa Rosada ya contaba antes de volver a Washington, la señal más importante llegó de Juan González, principal asesor del presidente estadounidense Joe Biden en temas latinoamericanos.
Además de reiterar la importancia geopolítica que la Argentina sigue tiene para Washington, González asumió como propias algunas de las ideas de Georgieva. “El FMI ha aprendido que no siempre se puede utilizar un mismo modelo para prescribir una política macroeconómica… hay que reconocer el contexto doméstico, dijo en Buenos Aires. Y añadió otro guiño: “El Fondo Monetario de 2002 no puede ser el mismo de hoy”.
Las declaraciones de González también pueden entenderse como una forma de la Casa Blanca de terciar en las posiciones del Departamento del Tesoro de Biden
Leídas en clave argentina, dijo a Infobae un funcionario latinoamericano de multilaterales en Washington, las palabras de González pueden, definitivamente, entenderse como un espaldarazo político a la visión de menos austeridad y más inversión social que promulga el gobierno Fernández.
Además, advierte el funcionario consultado, hay otra lectura que puede ser favorable para Buenos Aires. Las declaraciones de González también pueden entenderse como una forma de la Casa Blanca de terciar en las posiciones del Departamento del Tesoro de Biden, que son menos liberales en términos de austeridad financiera.
La posición del establishment del Partido Demócrata no es algo menor: es esta la que al final será relevante cuando el directorio del FMI, dominado por la palabra de Washington, pase del nivel técnico al político en el caso argentino.
Señales positivas y otras no tanto
No todas fueron, sin embargo, señales de buena ventura. Los técnicos argentinos también escucharon esta semana algo que sigue siendo fundamental en el nivel técnico, aun cuando los vientos políticos puedan cambiar hacia derroteros fiscales menos conservadores: la necesidad insoslayable de controlar el déficit y favorecer medidas antiinflacionarias como piso mínimo para cualquier acuerdo con el FMI.
Del “ajuste” de números dependerá, en gran medida, la propuesta final que el nivel técnico del Fondo subirá al estamento político que se reúne en la junta de directores
Al respecto, un funcionario latinoamericano del Fondo advirtió a Infobae que no “es realista” que los argentinos pretendan avanzar en una negociación sin contemplar algún tipo de ajuste estructural que permita reducir la brecha fiscal.
A la luz de esas palabras, un escenario que satisfaga el postulado de “ningún tipo de ajuste” que también ha hecho Alberto Fernández parece imposible.
El gobierno argentino se ha limitado a decir, sobre esta semana de negociaciones en Washington, que sus técnicos siguen “ajustando los números” con el staff del FMI que negocia con la Argentina y que es presidido por Julie Kozack, la subdirectora del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, el jefe de la misión del Fondo para la Argentina.
El FMI, como el gobierno argentino, han mantenido en absoluta reserva las conversaciones de esta semana, pero dos funcionarios conocedores de las negociaciones dijeron a Infobae que el tema del reajuste estructural está definitivamente en la agenda del Fondo, que insistirá en mínimos que permitan una reestructuración “sustentable” de la deuda.
Tanto las fuentes consultadas como firmas calificadoras de riesgo, como el de la consultora Abeceb, coinciden en que la discusión se ha centrado en el ajuste fiscal encaminado a reducir el déficit y el control de la inflación.
Esta no es, ni mucho menos, la última etapa de la negociación, pero sí un paso importante: del “ajuste” de números dependerá, en gran medida, la propuesta final que el nivel técnico del Fondo subirá al estamento político que se reúne en la junta de directores y que es, al final, el que toma las decisiones. En ese nivel, espaldarazos como el de González sí pueden ser importantes.
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