La aceleración del ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial es la medida más anunciada de los últimos tiempos. Estaba claro que el Banco Central no podría sostenerla mucho más allá de las elecciones legislativas y en los últimos días ya empezó el cambio de tendencia. El dólar mayorista pasó de un ritmo de aumento del 1% por mes a subir a una velocidad mucho mayor, de 2,6% mensual, es decir más del doble.
El propio titular del BCRA, Miguel Pesce, había anunciado la semana pasada durante la Conferencia Industrial de la UIA que se aproximaba el momento de acelerar la marcha del tipo de cambio oficial. En esa presentación el funcionario supeditó el cambio de marcha del ajuste del dólar a la evolución de la inflación. Sin embargo, es justamente la inflación persistente la que vuelve imposible sostener un ajuste de la cotización de apenas 1% mensual.
Ayer el BCRA subió 14 centavos el dólar mayorista (que rige para las operaciones de comercio exterior) y los días previos ya lo venía haciendo a un ritmo aproximado de 12 centavos, cuando hasta las elecciones aumentaba entre 4 y 5 centavos diarios.
Con este nuevo ritmo, ahora el dólar oficial se va acercando de a poco al nivel de la inflación oficial y al menos reduce la velocidad del atraso cambiario. El tipo de cambio real multilateral que publica el propio Banco Central muestra una apreciación de 18% en el último año, lo que complica a los exportadores (que reciben cada vez menos por sus dólares) y al mismo tiempo incentiva a importar todo lo que sea posible para aprovechar el último dólar barato que queda.
Una aceleración del ajuste del dólar oficial también tiene como objetivo una reducción de la brecha cambiaria. Pero por ahora esto se da de manera muy progresiva. Es cierto que el dólar libre cerró ayer por debajo de los $ 200, pero el bursátil sigue cómodamente por encima de ese nivel. El mayorista, en cambio, ayer finalizó a $ 101,40, por lo que esa diferencia se mantiene cerca del 100%.
Este “sinceramiento” gradual del valor del dólar está en línea además con los requerimientos del FMI, que siempre se manifestó en contra de los atrasos cambiarios, sobre todo si se los quiere utilizar para controlar la inflación. Además, inmediatamente después de las elecciones legislativas el BCRA dejó de vender reservas para controlar el dólar “contado con liquidación”. La entidad dedicó más de USD 3.000 millones en un año para que no se dispare la cotización, pero fue inútil. También esa decisión de dar un paso al costado para que ese mercado pueda operar con menos intervenciones va en línea con la exigencia del Fondo y con la realidad que impone la escasez de reservas netas.
La caída de las reservas es otro factor clave para definir la política cambiaria. En la medida que sigue cayendo el stock disponible para la intervención, la lógica indica que el Banco Central también tendría que subir la cotización para defender mejor la liquidez que le queda disponible. Ayer fue otro día de ventas netas, que totalizaron los USD 45 millones.
Hay dos motivos principales que llevaron al Banco Central a comenzar una etapa de mayor devaluación diaria del tipo de cambio oficial. Por un lado, un atraso versus la inflación que ya se empezó a volver insostenible y por otro lado la falta de reservas netas para defender un valor muy alejado al de mercado
La expectativa oficial, no obstante, es que primero los dólares de la cosecha final (entre fines de diciembre y enero) y luego las exportaciones de soja permitan balancear el mercado cambiario. Pero para eso resulta imprescindible mejorar el tipo de cambio y alentar las liquidaciones del complejo cerealero a un cotización más atractiva de la divisa.
La apuesta del Gobierno es evitar una devaluación brusca y en cambio ir acelerando gradualmente el tipo de cambio. Pero se trata de un equilibrio delicado. “En la medida que la tasa de devaluación sea menor a la tasa de interés, seguirá el incentivo para liquidar divisas por parte de los exportadores”, explicó el director de Econviews, Andrés Borenstein.
Por su parte, el economista Fernando Marull también enfatizó la importancia del equilibrio entre dólar y tasas: “Si no aumentás la tasa en pesos te puede pasar lo Juan Carlos Fábrega en 2014, que también intentó primero con un aumento gradual del tipo de cambio pero luego no tuvo más remedio que hacer un ajuste más brusco”, que en aquel momento pasó de $ 6,50 a $ 8.
Esto básicamente significa –explicó Marull- que el ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial no puede ir mucho más allá del 2,8% mensual, ya que por encima superaría la tasa de interés actual. La otra opción es aumentar las tasas, que hoy se encuentran en 38% anual en pesos para una colocación en pesos. Sin embargo, el equipo económico se muestra reacio a hacerlo ante el riesgo de generar un impacto negativo en el nivel de actividad.
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