La calificadora de riesgo Moody´s, que ayer advirtió sobre la posible necesidad de una nueva reestructuración de la deuda argentina con los acreedores privados, sólo puso en palabras lo que reflejan hoy los precios de los bonos argentinos. Nunca desde su debut hacia fines del año pasado, los títulos argentinos que surgieron de la reestructuración del ministro de Economía, Martín Guzmán, se acercaron a las paridades proyectadas en la negociación con los bonistas, cuando se presuponía un pronto acuerdo con el FMI que encarrilara las cuentas fiscales y allanara el camino para la recuperación del acceso al crédito externo.
Nada de eso ocurrió. Y durante 2021 las cotizaciones de la deuda argentina se derrumbaron otra vez a precios de default. Todavía a la espera del entendimiento con el Fondo Monetario, que tal vez ahora sí se presume más inminente, en el mercado consideran ahora que ese acuerdo sería insuficiente para lograr, en dos años, nuevo financiamiento para afrontar los vencimientos de deuda que empiezan a acumularse a partir de 2023. De ahí que entre inversores y analistas circulen todo tipo de proyecciones y cálculos respecto de los retornos eventuales en distintos escenarios. En todas esas cuentas hay un denominador común: el que se anime a comprar hoy, podría al cabo de dos años, obtener altas ganancias. Sin embargo, a juzgar por los precios, en los grandes fondos de inversión creen que aún no es el momento y que todavía habrá mucho tiempo para subirse a una ola que pudiera empezar a generarse. No ahora.
En el mercado consideran que el acuerdo con el FMI sería insuficiente para lograr, en dos años, nuevo financiamiento para afrontar los vencimientos de deuda que empiezan a acumularse a partir de 2023
“El mercado está en modo ´ver para creer´. Hace 15 meses, los bonistas entraron a un canje sin conocer cómo sería el acuerdo con el FMI ni cómo sería la hoja de ruta económica. Esa decisión les costó más de 35% en dólares”, aseguró el jefe de Estrategia de GMA Capital, Nery Persichini. De acuerdo al analista, el precio actual de los bonos argentinos descuentan un escenario de reestructuración “muy fuerte” en 2023 o en 2024. Esto implicaría quitas superiores al 70% lo que es incluso más extremo de lo negociado en canje de 2005, que llevó adelante el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, y que marcó un hito en la historia de las reestructuraciones de deuda a nivel mundial.
“Con un recovery value de USD 35 en 2023, los retornos acumulados podrían llegar hasta 30% y hasta 40% en 2024. Las ganancias son más altas si suponemos valores de recupero de los nuevos bonos más altos” precisó Persichini.
En la misma línea, aunque con estimaciones mucho más optimistas respecto a un eventual valor presente neto de los bonos post reestructuración en 2022, los socios de la consultora financiera 1816 proyectan que, en un escenario óptimo, las ganancias podrían llegar al 99%, sin reinversión de los cupones. Por ejemplo, en el caso de los bonos con vencimiento en 2029, dado su precio actual, la ganancia a 2023 sería de 8% asumiendo un valor presente de USD 35, ascendería 37% con un valor de USD 45 y al 66% si el valor presente neto de los títulos surgidos de una nueva reestructuración se ubicara en USD 45.
“Hace 15 meses, los bonistas entraron a un canje sin conocer cómo sería el acuerdo con el FMI ni cómo sería la hoja de ruta económica. Esa decisión les costó más de 35% en dólares” (Nery Persichini)
Con esos mismos supuestos de valor presente neto, las mayores oportunidades las ofrecerían los títulos que vencen en 2035 y 2046. En el escenario más optimista (USD 55) la ganancia alcanzaría el 99% y 97% respectivamente.
Aun así, los inversores están lejos de apostar por los activos argentinos. Por el contrario, el espíritu del mercado parece sintonizar más con el enojo de los acreedores que volcaron sus tenencias al canje de Guzmán en agosto de 2020 y que ahora plantean sus quejas por la demora del Gobierno en presentar un plan económico y resolver la negociación con el FMI. Así lo expresaron el martes, en un inusual comunicado emitido por el Exchange Bondholders Group, en pleno pico del riesgo país argentino. “El Gobierno argentino está entrando en su tercer año sin articular un plan económico. Analizamos los problemas en febrero y nada ha cambiado. Dirigir una economía no debe ser un ejercicio político ni académico. Requiere soluciones reales, no dilaciones y fantasías interminables”, afirmaron los acreedores.
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