¿La Argentina puede crecer 4% en 2022?: cuáles son las limitaciones que tendrá la economía para lograrlo

Si bien es la aspiración del Gobierno, y negocia con el FMI un menor ajuste con ese objetivo, las condiciones para conseguirlo son difíciles de alcanzar, según los analistas. Las proyecciones privadas

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El presidente Alberto Fernández y
El presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán (EFE/Juan Mabromata/Pool/Archivo)

El mayor crecimiento del previsto que la economía tendrá este año, con un alza cercana al 10% -lo que cayó en 2020- es un dato alentador para las expectativas que tiene el Gobierno en torno a la performance de la actividad en 2022. El PBI crecerá más este año y, por ende, el arrastre estadístico para el próximo será más alto, en torno al 2,5%. Esa es la buena noticia. ¿La mala? Ningún analista privado ni organismo internacional está observando un escenario de mayor crecimiento que ése, contra las perspectivas oficiales que insisten en que la economía trepará el próximo año 4 por ciento.

“Queremos crecer 4% el año próximo y para eso debemos priorizar los pocos dólares que hay en la actividad productiva, por más que el FMI nos diga que crezcamos menos”, remarcó días atrás un funcionario del equipo económico, al ser consultado sobre la restricción externa y la prohibición para financiar en pesos gastos turísticos en el exterior. Este, de hecho, es uno de los debates que se está dando al interior de la negociación entre los técnicos de Economía y los del Fondo, ya que un mayor crecimiento implicaría, necesariamente, un menor ajuste y un camino de reducción del déficit mucho más lento del deseado por el organismo.

Pero más allá de las insistencias oficiales, nadie imagina un escenario de no ajuste en 2022, por lo que el sólo hecho de que exista alguna corrección, por ejemplo en materia tarifaria, o del tipo de cambio, tendría un efecto contractivo, ya que los salarios estarían perdiendo poder adquisitivo, coinciden los analistas consultados. “Si bien veo un FMI más flexible, eso no significa que ciertas correcciones, que tienen algún costo de corto plazo, no tengan que hacerse. Seguramente vamos a ver una negociación que pide una corrección fiscal y de algunos precios que se han atrasado durante este año, como tarifas de servicios públicos y también probablemente algo de TC”, manifestó el titular de la consultora Equilibra, Martín Rapetti, en recientes declaraciones al programa “Las cosas como son”, en Radio con Vos.

El comercio exterior le jugó
El comercio exterior le jugó una buena pasada al Gobierno este año, pero no se espera la misma performance en 2022

“¿Se puede alcanzar al 4% de crecimiento en este contexto?”, se le preguntó. Y la respuesta fue negativa por dos motivos: por un lado, porque considera que los dólares que tendrá disponible la Argentina en 2022 no serán suficientes para lograr tal nivel de actividad. No sólo porque los precios de los commodities serán más bajos y eso impondrá “un techo para la expansión”, sino también debido a que para que ingresen al país más dólares financieros, el acuerdo con el FMI “debería cambiar sustantivamente las perspectivas del sector privado y los mercados”. Y por otro, porque las correcciones tarifas y de tipo de cambio tendrán un efecto contractivo, ya que el salario va a perder contra la inflación y eso impactará en el consumo.

“Aunque el Gobierno diga que no quiere un ajuste, no puede seguir aumentando el gasto en términos reales porque eso implica tener que seguir subiendo impuestos, ya que está con muchas complicaciones para financiar el déficit, por ende, el gasto público no debería ser un motor fuerte de crecimiento”, sumó la economista María Castiglioni, de C&T Asesores económicos.

En cuanto al comercio exterior, además de los menores precios de los commodities, que ya son un hecho, las cantidades también se podrían ver afectadas porque los principales socios comerciales de la Argentina también crecerán poco el año próximo. La inflación es un problema a nivel mundial y las tasas de interés están subiendo; incluso, la expectativa es que la Reserva Federal de los Estados Unidos avance por este camino debido a que ya asumió que esta suba de precios, que en ese país se ubica en los mayores niveles desde 1990 (6% interanual) no es transitoria. A este contexto complejo en el mundo, se le suma la incertidumbre producto de la cuarta ola de Covid en Europa y la nueva variante Ómicron de la que aún se desconocen sus efectos concretos.

El ministro de Economía, Martín
El ministro de Economía, Martín Guzmán, confía en que la economía en 2022 trepará 4%, pero los economistas no creen que pueda lograrse

“El contexto internacional no ayuda. La nueva mutación del virus está haciendo temblar a los mercados, al igual que la cuarta ola en Europa, lo cual llevó a varios países a cerrar sus fronteras. A esto se le suma la tensión en el mercado del gas y del petróleo (crisis energética) que, sumado a otros desajustes entre oferta y demanda, llevaron a la escalada en la inflación en el mundo. Como consecuencia son cada vez son más los bancos centrales que endurecen su política monetaria y parece no faltar mucho para que veamos una suba de tasas por parte de la Fed. Así, las condiciones financieras a nivel global se complejizan y no sería raro ver un fly to quality el año que viene (dinero que se va de emergentes a economías desarrolladas), y por más que la Argentina ya hace rato tenga cortado el acceso a los mercados internacionales de crédito, esto impacta negativamente sobre el precio de las materias primas y en el crecimiento de la región”, remarcó Milagros Suardi, de EcoGo.

En la firma que dirige Marina dal Poggeto ven muy difícil que la economía crezca 4%, más allá de que el 2021 deje un arrastre positivo en torno al 2,5%. La escalada de la brecha cambiaria sumado a la situación de escasas reservas complejizan el escenario, ya que la falta de dólares y el contexto de incertidumbre se traducen en menor actividad, por lo que la economía tiene que ajustar, ya que sin divisas el país no crecerá. Y ese ajuste implicará más inflación, menores salarios reales y menor consumo.

“Si bien veo un FMI más flexible, eso no significa que ciertas correcciones, que tienen algún costo de corto plazo, no tengan que hacerse” (Rappetti)

Por su parte, Andrés Borenstein, de Econviews, planteó que un crecimiento de 4% lo ve posible técnicamente, pero “no muy probable”. Según él, el primer semestre será complejo porque el FMI exigirá un ajuste cambiario y fiscal, y si no hay acuerdo, igualmente el mercado lo hará por sus medios de forma más cruel, además de que coincidió en que “el mundo está más complicado”. Coincidió con sus pares en que “hay suba de tasas” y le agregó el “riesgo climático”, que puede afectar la cosecha y desencadenar en la necesidad de mayor ajuste por falta de dólares. “Todo eso juega a que no va a ser un año malo, pero nuestro pronóstico base es de 2,5%”, precisó Borenstein.

Guido Lorenzo, de LCG, mencionó las restricciones desde el lado de la demanda producto de que la mayor inflación esperada “invitará necesariamente al conflicto distributivo” y ahí perderán los trabajadores, mientras que desde la oferta se requerirá más energía y más demanda de importaciones, dos limitantes del crecimiento ante la falta de dólares. A eso, se le debe sumar que el sector público deberá realizar un ajuste fiscal y no podrá, por ende, suplir la demanda privada. Sus proyecciones marcan un 3% de aumento del PBI para 2022.

“El PBI, luego de rebotar en la segunda mitad de 2020, se frenó bastante durante 2021. Lo mismo la industria y la construcción, dos drivers del rebote”

En FIEL, en tanto, estiman que los términos de intercambio, que crecieron en 2021, probablemente caerán no menos de 5% a 7% el año próximo y “cuantos menos dólares se tienen, más se restringen las importaciones por parte de este Gobierno. Por lo tanto, menos crece el PBI (o más cae)”, aclaró Juan Luis Bour, ante la consulta. Remarcó como positivo que el cierre de este año dejará un arrastre del orden del 2,5%, base que permite que, si se hacen bien las cosas y el mercado le cree al Gobierno, el país pueda crecer por encima de ese nivel. Pero el resultado será otro si sucede lo contrario. “En la economía argentina sobran ejemplos de años con alto arrastre que terminaron mal, y al revés”, sostuvo el economista.

En este sentido, cuestionó la política pública de los últimos dos años, que resumió en suba de impuestos, prohibición de exportaciones e importaciones, cepo, tasas de interés reales negativas, trabas para despedir y suspender trabajadores por parte de las empresas, control de precios, entre otras medidas. Por lo tanto, dijo, “el PBI, luego de rebotar en la segunda mitad de 2020, se frenó bastante durante 2021. Lo mismo la industria y la construcción, dos drivers del rebote”. “El gobierno no tiene programa para frenar la inflación, y por lo tanto no ha logrado que los salarios reales recuperen. Solo algunos sectores tiene una mejora puntual en octubre/noviembre, pero estamos a la espera de una aceleración inflacionaria que puede hacer caer nuevamente los salarios reales en 2022. En este escenario, el rebote del consumo se agota”, manifestó Bour, quien agregó que con estas bases, el país se dirige hacia un “achatamiento del crecimiento, con una eventual caída de actividad en parte de 2022 y, en el mejor de los casos, una estabilización aguantando con mínimos ajustes hasta fines de 2023″. Para FIEL, el PBI crecerá entre 1 y 2% (1,7% más probable) el año próximo.

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