Según una encuesta realizada en barrios populares de todo el país, un 74,8% de los encuestados tiene cuenta bancaria pero dentro de ese porcentaje hay un 18% que desconoce que la tiene: en general, se trata de aquellos que poseen alguna tarjeta de débito y retiran su dinero de un cajero, pero a la vez no se autoperciben como titulares de una cuenta. Ocho de cada 10 encuestados tiene un smarTphone y sabe usarlo, pero el acceso a los pagos digitales tiene otras barreras: la falta de información, las dificultades para la conectividad y la desconfianza sobre el mundo financiero digital.
Los datos muestran con crudeza el fenómeno de la sub-bancarización, en el que alguien tiene una cuenta bancaria pero solo la utiliza para retirar su salario o ayuda social una vez al mes y manejarse en efectivo. Provienen de una profunda investigación sobre inclusión financiera realizada en 20 barrios de emergencia de 10 diferentes provincias, en las que se arrojaron otras conclusiones: en estos barrios, la presencia del sistema financiero proviene mayoritariamente de la banca estatal vía prestaciones sociales, la mitad de los comercios acepta alguna forma de pago distinta al efectivo y la pandemia no extendió la llegada de las fintech, tal como ocurrió en otros segmentos socioeconómicos.
“Este primer relevamiento echa luz a las preguntas no respondidas pero muchas veces formuladas por parte de la industria de pagos digitales, fintech y bancarias, en pleno fenómeno del boom de la inclusión financiera”, señaló el investigador Ignacio Carballo (UBA y UCA), a cargo del estudio “Inclusión Financiera, Pagos Digitales y Mejoramiento de Vivienda en barrios populares”, realizado junto a la ONG Techo Argentina y patrocinado por Mastercard, al que accedió Infobae.
El uso y preferencia por el efectivo, por sobre el uso de tarjetas y medios de pago digitales es contundente, explicado por las características del funcionamiento de la economía popular, así como el “vivir al día” de las personas que habitan los barrios de emergencia
Carballo advirtió su aspiración que este estudio, que se repetirá en 2022, “sea un llamado de acción a la industria de las nuevas finanzas para comprender mejor cuáles son las necesidades financieras en la pobreza y poder desarrollar productos a medida que sirvan para transformar la vida de las personas”.
El estudio abarcó casi 800 casos entrevistados de forma presencial y será presentado hoy en un evento virtual, con la participación de Carballo, la directora del Centro de Investigación Social de Techo Argentina, Lucía Groos, la referente comunitaria Araceli Ledesma y el economista Santiago Bulat. Sus principales conclusiones son las siguientes:
- De las personas entrevistadas, el 55,8% dijeron tener al menos una cuenta en un banco. Otro 18% “no se perciben como titulares de una cuenta bancaria, pero cuentan con ella, ya que dijeron tener tarjeta y hacer operaciones en bancos. En total, el 74% de personas relevadas tienen una cuenta bancaria. Entre las principales razones por las que no se posee una cuenta se encuentran la falta de dinero (45%), la falta de incentivos (27% no encuentran beneficio alguno o no tienen interés) y los altos costos (21%). Este último punto refleja que la verdadera barrera está en el acceso a la información, ya que las cajas de ahorro son gratuitas. Un 17% tiene una cuenta bancaria y otra virtual y solamente un 6% posee solo una billetera virtual.
- Siete de cada 10 personas que tienen cuenta dijeron depositar o extraer dinero solo 1 o 2 veces al mes. Entre quienes reciben alguna transferencia del Estado, el 58% dijo retirarlo de inmediato una vez acreditado. “El uso y preferencia por el efectivo, por sobre el uso de tarjetas y medios de pago digitales es contundente, explicado por las características del funcionamiento de la economía popular, así como el “vivir al día” de las personas”, señaló el informe.
- El 62% declaró recibir alguna transferencia del estado. Dentro de ese universo, el 71% recibió la tarjeta Alimentar. “Aún se evidencia que queda trabajo por hacer en materia de digitalización, ya que el 24% recibe al menos una parte del dinero en efectivo y 19% en cajeros automáticos con orden de extracción”, apuntó el informe. La bancarización no llega por la vía del cobro de sueldos: solo el 26% dijo haber cobrado un salario en un banco en los últimos seis meses.
- El 79% de los entrevistados cuenta con un teléfono móvil capaz de descargar aplicaciones y el 54% de ellos accede a Internet compran datos cuando es necesario. Solo el 33% tiene wifi en su vivienda o comercio. A su vez, el 78% dice “sentirse seguro” para entender y usar su celular.
- Un 22% de los encuestados dijo haber utilizado su teléfono móvil para pagar servicios, enviar o recibir dinero o realizar compras en los últimos 12 meses. Entre quienes no lo utilizan, más de la mitad (53%) dijo tener problemas para entender las apps financieras. Otro 26% dijo tener miedo a perder el dinero en formato digital. Se identificó un bajo uso potencial: el 66% no tiene planes de usar una app financiera en el próximo tiempo.
- Un dato sorprendente es que 5 de cada 10 comercios entrevistados aceptan al menos un medio de pago distinto al efectivo. Es una proporción importante, considerando la presión impositiva que implica para un pequeño comercio saltar del “solo efectivo” a cobrar con tarjetas o código QR. Entre las principales razones para incorporar los medios de pago digitales mencionaron el beneficio de no utilizar efectivo, por comodidad y seguridad, así como también la posibilidad de evitar los problemas relacionados con el cambio.
Quienes no aceptan medios de pago digitales señalaron tener problemas en la conectividad a internet, que sus clientes nunca se lo demandaron y, en tercer término, que no se sienten capacitados para utilizarlos de forma correcta.
- El 56% de los entrevistados dijo haber realizado al menos una mejora en su vivienda durante el último año. Para financiar sus obras, 7 de cada 10 personas dijeron haber ahorrado en efectivo. En menor medida, utilizaron “vaquitas” entre personas de confianza. Las cuentas de ahorro, bancarias o virtuales, no tienen peso significativo. Apenas un 16% pudieron financiar la mejora de su casa con dinero prestado: de cada 10 de ellos, 4 lo recibieron de familiares o amigos, 4 de la Anses y 2 a través de un prestamista.
“Es necesario pensar en una política de inclusión financiera apalancada en la problemática del déficit habitacional que impulse soluciones concretas, a la vez de generar inclusión”, indicó Lucía Groos, directora del CIS de Techo Argentina.
- El conocimiento de las criptomonedas, incluyendo al Bitcoin, la más conocida de ellas, es muy bajo. Únicamente el 14,5% indicó haber escuchado sobre el tema en redes sociales o entre amigos. El 85% restante nunca escuchó hablar sobre criptomonedas. Tan solo uno de los entrevistados dijo haber comprado Bitcoin.
“La realidad refleja que la falta de información, comunicación y educación financiera es determinante para el uso de productos y servicios financieros disponibles. La adaptación de estos últimos a las necesidades e intereses de las personas que viven en barrios populares, también lo es”, agregaron los responsables del informe
- Pese a su explosión durante la pandemia, las aplicaciones de delivery tienen un rol ínfimo en los barrios populares, tanto como como generador de empleo o para acceso al consumo. Sólo 7 personas entrevistas dijeron haber trabajado en este tipo de aplicaciones y únicamente 76 de las 591 con smartphone (con posibilidad de descargar aplicaciones) afirmaron haber hecho un pedido por delivery a través de una aplicación al menos una vez en el último mes.
Conclusiones
Los responsables del estudio señalaron en sus conclusiones que “pensar en la educación e inclusión financiera en sí mismas, y no como medios para fines, deja en evidencia el potencial que tienen para las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, donde su bienestar trasciende lo financiero en sí mismo y se materializa en oportunidades concretas”.
“La realidad refleja que la falta de información, comunicación y educación financiera es determinante para el uso de productos y servicios financieros disponibles. La adaptación de estos últimos a las necesidades e intereses de las personas que viven en barrios populares, también lo es”, agregaron.
También consideraron que tanto los bancos tradicionales como las fintech “hoy tienen el gran desafío de dar respuestas concretas en materia de inclusión de las personas. Esto implica que no sólo cuentan con una gran oportunidad, sino también con la responsabilidad sobre su bienestar. Para ello será determinante el relevamiento sistemático de información, así como el abordaje de manera colaborativa con todos los actores involucrados que velen por una real inclusión de todas las personas”.
En este sentido, señalaron cuatro claves “para promover la inclusión financiera efectiva”: Políticas de inclusión financiera apalancada en la vivienda y su mejoramiento, inclusión de la economía popular al trabajo registrado mediante el uso de medios de pago digitales, educación financiera y digital para sectores populares y, por último, infraestructura y cobertura para el uso de nuevas tecnologías.
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