Hoy con los mercados de Estados Unidos funcionando a pleno, la Argentina puede verse en más problemas. El viernes, operando media jornada, pero desmoronándose por la aparición de la nueva variante del COVID -que derrumbó también a los mercados de Europa y Asia- Wall Street emitió una señal negativa que impactó en la Argentina porque no hay inversores ni fondos del exterior que quieran tener en sus carteras activos locales. Los bonos de la deuda se derrumbaron y se reflejó en la suba de 47 unidades (+2,5%) del riesgo país a 1.869 puntos básicos y con muchas chances de perforar el techo de los 1.900 puntos.
Dos de las armas que el país utilizó hasta ahora para maquillar la crisis están agotadas. No hay más dólares en las reservas para despilfarrar sosteniendo el tipo de cambio y se redujo considerablemente la capacidad de emisión.
Por eso, el país quedó con un solo camino a seguir y lo conduce al FMI. Si bien va en condiciones más débiles a negociar, tiene a su favor que dentro de los sectores duros del kirchnerismo no se oponen. Pero más que una aprobación fue un desentendimiento para no cargar con el costo del ajuste doloroso que la Argentina deberá soportar.
La carta de Cristina Fernández de Kirchner, diciéndole a Alberto Fernández que “es el dueño de la lapicera” se parece a la imagen de cuando piden que alguien de un paso al frente para determinado trabajo y todos dan un paso atrás, menos el Presidente y su Gabinete, que quedaron frente a una situación de alta responsabilidad, porque los ajustes no traen réditos políticos y, mucho menos, si se los encara con las reformas de fondo que necesita la economía. Las leyes laborales, la previsional y la impositiva, sin contar el recorte a jubilaciones y subsidios. La historia que padeció Mauricio Macri después de las elecciones de medio término, vuelve a repetirse.
Nominados
Los bancos son los que siguieron al turismo en el ajuste. Deberán vender todas las posiciones excedentes en dólares. El Banco Central cree que recaudará por este camino USD 800 millones, pero en el mercado descreen de que esa sea la cifra. La ubican por bastante debajo.
Las dos medidas, fin del financiamiento de viajes al exterior y reducir la posición de los bancos en dólares, muestran la etapa final del anclaje y el acatamiento al FMI. En el medio, el derrumbe de las empresas de turismo y los bancos. Los ADR’s -certificados de tenencia de acciones que cotizan en las Bolsas de Nueva York- de Despegar, cayeron 9,2% y las acciones de los bancos se derrumbaron hasta 7,66% en la Bolsa local.
El hecho de que las acciones hayan negociado $ 2.112 millones con una baja del S&P Merval, el índice de las líderes, de 5.40% muestra que hubo huida masiva de los inversores. En Estados Unidos después del derrumbe del viernes de Wall Street y el Nasdaq, el VIX, llamado índice del miedo, creció 54,04% a 28,62 puntos lo que lo coloca en Estado de Alerta Naranja porque más allá de los 30 puntos hay alerta roja.
¿Oportunidad de compra?
Así y todo, en Estados Unidos se preguntan si la baja del viernes no es una oportunidad de compra. En la Argentina, hubo un rebote leve el jueves, cuando los mercados norteamericanos estaban cerrados, que fue sepultado al día siguiente. Pero si se observa al vecino Brasil, la Bolsa de San Pablo subió las tres últimas ruedas. En otras palabras, este renacimiento de la pandemia, afecta más a la Argentina que al resto del continente.
El dólar, ya liberada una parte del cepo porque no interviene más el Banco Central con el bono AL30D, tuvo caídas, pero en operaciones de escaso volumen. El feriado norteamericano impidió las transacciones de contado con liquidación, por lo que la baja de casi $ 1 del dólar MEP libre a $ 201,17 y la del contado con liquidación de $ 3 a $ 217,21 no son representativas.
El “blue” también tuvo una rueda de inmovilidad y se mantuvo en $ 201. En la plaza mayorista, donde el Banco Central tuvo que vender USD 50 millones y las reservas perdieron USD 83 millones -casi todo lo que ganaron en dos últimas ruedas- a USD 42.144 millones, se notó que el anclaje se flexibilizó. El dólar subió 7 centavos a $ 100,80. El ritmo de devaluación la semana pasada, creció de 4 centavos diarios a seis centavos y medio. Si siguiera a este ritmo la devaluación de aquí en más se duplicaría, pero estaría por debajo de la inflación porque llegaría a 2% mensual. Y no es algo que el FMI aceptaría. Pero lo que se desprende de este aceleramiento es que habrá una devaluación gradual en la que el mercado no cree. De hecho, en la licitación del viernes más de 40% de la demanda fue a los bonos que indexan por el costo de vida (BONCER) y solo 17% a los que están atados al precio del dólar oficial (dollar linked). Temen al desdoblamiento cambiario.
El otro problema, es que a pesar de anunciar de que habrá aumento de tarifas, el derrumbe de los precios del petróleo volteó a todas las empresas de energía. En la Bolsa, Central Puerto bajó 9,68%; Transportadora Gas del Sur, 9,41% e YPF (-7,66%).
Lo que quedó inamovible en la mente de los grandes jugadores es que por primera vez se escuchó desde el Gobierno la palabra devaluación. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas declaró que “cuantos menos dólares tengamos, más riesgos hay de devaluación”.
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