Escribir un libro sobre historia y actualidad en forma simultánea y que además salte la pobreza intelectual de la grieta es un desafío que la economista Marina Dal Poggetto y el politólogo Daniel Kerner asumieron y cumplieron con creces. “Tiempo perdido” podría ser el título de una novela policial o de un thriller, pero es la descripción y explicación de una etapa de desilusiones continuas generadas por los últimos gobiernos en el país.
Y una advertencia sobre el futuro: “Si tenés que hacer lo que te pide el FMI, no vas a crecer, pero si no lo hacés, las variables se pueden descontrolar”, indicó la economista, que consideró que “lo que debería haber es un programa más de shock, pero no lo veo posible; creo que programa plurianual que es la nueva manera de llamar al gradualismo de Macri”.
Análisis de “la herencia, el manejo de la herencia y el manejo de la herencia de la herencia”
En esta sintonía, Kerner contó a Infobae desde Nueva York que “las instituciones son débiles, y el Estado es demasiado grande y, sobre todo, ineficiente. Las normas atentan contra la formación de empleo estable y sostenible, y la educación es de mala calidad y cada vez hay más gente fuera del sistema. Son muy pocos, me parece, los lideres políticos que están pensando seriamente que reformas hay que hacer y, sobre todo, como hacerlas”.
Dal Poggetto, una de las economistas que mejor combina la profundidad en su análisis con su capacidad didáctica para expresar sus opiniones, sumó a Kerner, un “joven-veterano”, que actúa como director para América latina de la consultora Eurasia Group desde Manhattan.
De ese enriquecedor diálogo entre dos lenguajes que no siempre se entienden, surge este análisis de “la herencia, el manejo de la herencia y el manejo de la herencia de la herencia”, en una irónica alusión a cómo los dos grupos mayoritarios de la política argentina han confrontado en términos retóricos al menos en los últimos 15 años.
En esta obra analizan la competencia electoral de 2015, la llegada de Mauricio Macri a la presidencia y la herencia que recibió. “Recibimos un barco averiado”. Luego, bucea en el primer año de la gestión de Cambiemos, con “los errores de diagnóstico y el choque que provocó la fragmentación de las decisiones”; más adelante revisa el año de la ilusión: 2017, cuando Cambiemos gana la elección de medio término e inmediatamente se desinfla políticamente por ataques ajenos -las piedras al Congreso- y errores propios –la conferencia de prensa por el cambio de metas de la inflación- “frente al mercado que sólo pedía la gobernabilidad, financió y festejó una duplicación del desequilibrio de las cuentas externas en un país que no tenía moneda y había quitado todos los controles de capitales”.
Los autores se detienen en la estratégica unificación del peronismo y la reacción del mercado luego de las PASO de 2019
Por supuesto que lo que sigue es el recorrido de la decisión más compleja que tuvo que tomar el presidente Mauricio Macri, cuando en 2018 su mano derecha en materia económica, Luis Caputo, le sugirió ir rápidamente al Fondo Monetario Internacional (FMI) frente al cierre de los mercados voluntarios de deuda. Como indicó uno de los integrantes del equipo del ministro Nicolás Dujovne, el primer año de un gobierno el mercado te presta contra una promesa, pero el segundo solo lo hace contra una medida ya implementada y a fines de 2017 los inversores creían que el Gobierno no solo había perdido capacidad de iniciativa sino también poder político para enfrentar los problemas que había prometido resolver.
“Acá se relata el desarrollo de la toma de ganancias que arrancó con el desarme del carry trade que había alentado el BCRA con una meta de inflación inconsistente en los dos años previos y derivó en una fuga de capitales que no se detuvo con el salvataje inédito del FMI”, explicaron los autores.
Luego, se detalla el arduo camino a la elección presidencial y “la estrategia de polarización del Gobierno apostando al big data con la sociedad aguantando”, junto con la astuta decisión de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner de competir como vicepresidenta detrás de un armador del peronismo como Alberto Fernández. En este punto se detienen en la estratégica unificación del peronismo y la reacción del mercado luego de las PASO en 2019 en la que todos los agentes económicos esperaban un resultado positivo para el gobierno.
Ante la decepción por el resultado contrario, se aceleró la crisis económica y el Poder Ejecutivo tuvo que adoptar todas las medidas antipáticas que se había resistido a tomar previamente, como el control de capitales y el cuestionado reperfilamiento de la deuda en pesos, la única alternativa que visualizaron frente a la posibilidad de una emisión descontrolada.
Bajo el sugestivo título de “Vuelve a entrar agua al barco”, se analiza el primer año de Alberto Fernández, que pasó de la ilusión de un gobierno moderado y superador del kirchnerismo a una gestión complicada puertas adentro
En este contexto, también se concentra en un hecho grave pero no insólito, porque el gobierno entrante optó por no hacer una transición cuando el gobierno que se iba se la ofrecía con puertas abiertas.
Luego, bajo el sugestivo título de “Vuelve a entrar agua al barco”, se analiza el primer año de Alberto Fernández, que pasó de la ilusión de un gobierno moderado y superador del kirchnerismo a una gestión complicada puertas adentro por el poder casi absoluto de la vicepresidente y por la irrupción de la pandemia global.
Allí se analiza “la cuarentena eterna y el recrudecimiento de las internas dentro del Frente de Todos, a medida que los costos económicos emergieron con la brecha cambiaria que llegó al 130% en noviembre pasado”.
Finalmente, en “Chapoteando en el Barro”, se refiere a la inesperadamente rápida recuperación de la economía global a partir del estímulo fiscal y monetario, que le permitió al Gobierno navegar sin un programa con el FMI durante dos años, a costa de acumular desequilibrios e inconsistencias macroeconómicas.
Otra oportunidad no aprovechada
Como otras obras de triste actualidad, el libro “describe cómo el país volvió a dilapidar una oportunidad histórica, como la que le dio el mundo a América Latina en los últimos años, para sentar las bases de un crecimiento menos errático y más inclusivo”.
Lo hace con un lenguaje directo, pero sin superficialidad, con afiliadas críticas hacia la mayoría de los actores de la política económica y con reflexiones al final de la obra para tratar de aprender de las lecciones del pasado reciente y esbozar un esquema superador, difícil de imaginar en el corto plazo pero imprescindible para no caer en la desazón absoluta.
Si el país ya pudo recorrer casi cuatro décadas ininterrumpidas de democracia –y la aguda crisis del 2001 se superó con mecanismos institucionales- no hay derecho a pensar que no puede frenar la decadencia socioeconómica que experimentó desde mediados de los 70. Tiempo perdido aparece como un buen disparador para pensar que ese camino, al menos, debe explorarse.
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