La ausencia de un plan económico, junto al efecto desaliento a ahorrar en moneda extranjera en el sistema bancario desde el inicio del gobierno de Alberto Fernández que generó la política de control de cambios, determinó desde las elecciones primarias de 2019 -agosto- una sostenida sangría de depósitos en dólares y consecuente caída de los préstamos en esa divisa a quienes tienen capacidad de generar exportaciones, para evitar el descalce de monedas.
Según las estadísticas del Banco Central, el saldo promedio de colocaciones a la vista en el sistema bancario por parte del conjunto sector privado -empresas y personas particulares- pasó de un máximo de USD 31.639 millones en julio de 2019, a USD 22.630 millones dos meses después, cuando la sociedad “descontó” que el Frente de Todos ganaría las presidenciales de diciembre de ese y volverían las fracasadas políticas de controles de precios, de cambios, cierre de la economía, aumento de la presión tributaria y renegociación de la deuda -aún incompleta- que efectivamente ocurrió.
El saldo promedio de colocaciones a la vista en bancos del sector privado pasó de un máximo de USD 31.639 millones en julio de 2019 a USD 15.828 millones en la actualidad
Ese proceso de sangría de depósitos no se detuvo, aún después del canje de deuda con acreedores privados internacionales -no institucionales- en agosto 2020, y sólo se recuperó leve y transitoriamente en el período de estacionalidad favorable de las exportaciones del complejo oleaginoso, y actualmente declinaron a USD 15.828 millones.
Naturalmente, la caída de las colocaciones en divisas, con un acumulado de USD 14.800 millones desde las PASO 2019 hasta el presente, arrastró a los préstamos en dólares el sector privado con capacidad de repago asegurada a través de los ingresos demostrados de sus ventas al resto del mundo, cayeron en ese período en USD 11.543 millones.
Si se toma como punto de comparación del dato actual con el del día previo a la asunción de Alberto Fernández a la presidencia, se obtiene que mientras los depósitos privados en dólares disminuyeron en poco menos de USD 2.300 millones, el crédito bancario en moneda extranjera al sector privado se redujo en unos USD 6.400 millones, a USD 4.428 millones, apenas poco más de un cuarto del máximo previo de USD 16.550 millones anotado en mayo de 2018, previo a la firma del acuerdo stand-by del gobierno de Cambiemos con el Fondo Monetario Internacional.
Desde la asunción de Alberto Fernández los depósitos privados disminuyeron en poco menos de USD 2.300 millones y el crédito bancario en divisas se redujo en unos USD 6.400 millones
Contribuyó a destruir ese canal de financiamiento al sector privado, para poder aumentar artificialmente la posición de reservas brutas con mayores encajes bancarios sobre los depósitos privados en moneda extranjera (100% de la diferencia con el monto de préstamos en divisas), la decisión del Banco Central en septiembre 2020 de obligar a las empresas privadas a refinanciar sus vencimientos de deuda con el exterior con la posibilidad de la cancelación de hasta el 40% de los vencimientos de capital.
“Bajo este nuevo marco, se invita a las empresas del sector privado a mantener el proceso de desendeudamiento en moneda extranjera en curso, a un ritmo que resulte compatible con las necesidades de divisas de la economía y la estabilidad cambiaria”, destaca la comunicación del BCRA del 15 de septiembre de 2020, todavía vigente.
Brutal deterioro del financiamiento de exportaciones
Una de las consecuencias de semejante contracción del crédito en dólares al sector privado fue la drástica caída de su relación con el monto total de exportaciones, desde un promedio de casi tres meses entre 2018 y 2019, cuando no había controles de cambio, a 2 meses al inicio del actual gobierno.
Una de las consecuencias de semejante contracción del crédito en dólares al sector privado fue la drástica caída de su relación con el monto total de exportaciones
Desde ese momento, se asiste a un constante retroceso a menos de un mes de exportaciones desde marzo 2021, y tendiendo a menos de 20 días de ingresos de dólares por ventas de producción nacional al resto del mundo, desde las PASO del corriente año.
Un factor que se sumó para provocar semejante baja de la incidencia del crédito bancario local en dólares fue el notable crecimiento de los despachos al resto del mundo derivado del “viento de cola”, como los economistas denominan al efecto del aumento en 26% del promedio de precios internacionales del conjunto de productos comercializados en los primeros 10 meses de 2021; y en menor medida (10,4%) del incremento en cantidades.
Sin embargo, en condiciones de mayor apertura comercial, como se define al incremento del total de exportaciones, como también de importaciones de máquinas y equipos e insumos necesarios para la producción de bienes de posterior venta al exterior, cabría esperar mayor demanda de crédito para financiar el crecimiento y conquista de mercados, y no menor como registra la estadística oficial.
Sobre todo, porque pese a la caída observada en la capacidad prestable de las entidades, por la baja nominal de los depósitos, en términos relativos aumentó considerables se pasó de un promedio cercano a 60% de las imposiciones entre 2018 y 2019, a menos de 30% en la actualidad. Semejante brecha equivale a un capital ocioso que se suma a las reservas brutas en poder del Banco Central de más de USD 9.000 millones.
Esos recursos podrían generar una contribución virtuosa a la economía en su conjunto si se los estimulara a financiar el crecimiento de las exportaciones, en particular de bienes manufacturados con valor agregado de mano de obra local, las cuales se consideran imprescindibles para reducir el estrés por el que atraviesa el mercado de cambios.
Los recursos ociosos podrían generar una contribución virtuosa a la economía si se los estimulara a financiar el crecimiento de las exportaciones con valor agregado de mano de obra
Y, probablemente mucho más si se acompañara con un plan económico integral y consensuado con todas las fuerzas políticas que fuera capaz de comenzar a recrear un clima de confianza y regreso de los capitales que salieron de las cajas de los bancos a los “colchones”, principalmente.
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