Ankara siempre avisa: la increíble coincidencia entre las últimas crisis financieras de Turquía y la Argentina

En los 80, en los 90, al principio de este siglo y de nuevo desde 2018, la economía turca enfrentó situaciones críticas que anticiparon o coincidieron con episodios similares en nuestro país

EFE/EPA/ERDEM SAHIN/Archivo

Más allá de las características propias de las crisis argentinas, agravadas actualmente por la escasez de reservas del BCRA, la alta inflación, las dudas acerca de un acuerdo con el FMI y la desconfianza por el rumbo o falta de rumbo del gobierno, un aspecto notable de los últimos 40 años es su sincronización con las sucesivas crisis de Turquía.

Ambos países se cuentan entre los que más acuerdos firmaron con el FMI: 21 la Argentina, 19 Turquía. Pero mientras la actual crisis en Turquía se centra en el valor de su moneda, la lira turca, que se devaluó más del 40% en lo que va del año, su “riesgo país”, que se ubica en 528 puntos básicos, es menos de un tercio del argentino, cercano a 1.900 unidades.

Además, mientras el presidente Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, dicen que “el principal escollo” de la Argentina es la deuda con el FMI, Turquía no le debe un solo dólar al Fondo: su último acuerdo expiró en mayo de 2008 y desde entonces no está atada a ninguna condicionalidad ni debe pagar vencimiento alguno al organismo.

Tanto la Argentina como Turquía integran el G20. Pero mientras para la Argentina la deuda con el FMI es "el principal escollo", como dice Guzmán, Turquía hace más de 13 años no recurre al organismo ni le debe un sólo dólar (EFE)

Las similitudes surgen de otro lado. Las empresas públicas y privadas de Turquía están endeudadas en más de USD 300.000 millones en divisas o con mecanismos de conversión y garantía. A la vez, hasta octubre, el Banco Central turco dilapidó decenas de miles de millones para defender en vano la lira y recurrió a varios canjes de moneda (el último, uno de USD 15.000 millones con Qatar), pero ya no logra esconder que sus “reservas netas” son negativas, algo que –teniendo en cuenta la reciente y polémica medida sobre tarjetas de crédito- muchos sospechan podría suceder pronto en la Argentina.

También hay semejanzas políticas: en la Argentina el ciclo de dominio kirchnerista arrancó en 2003, un año después del triunfo electoral en Turquía del movimiento de Justicia y Desarrollo (AKP), de Recep Tayyip Erdogan, un líder cada vez más autoritario que recurrió al nacionalismo y al islamismo para cultivar una potente base de fanáticos, en especial a partir del sospechoso intento de golpe de Estado de mediados de 2016.

Qué revela la cronología:

1-Crisis de la deuda latinoamericana: Turquía llegó antes, pero la ayudaron

Adolfo Canitrot, uno de los miembros del equipo económico de Juan Sourrrouille durante el gobierno de Raúl Alfonsin, recordaba que la crisis de la deuda latinoamericana, gatillada en agosto de 1982 por el default mexicano, inicio de “la década perdida” de la región, había tenido un preaviso asordinado en Turquía, cuya deuda con los bancos internacionales a fines de los 70 y principios de los 80 era mucho más complicada que las de México, Brasil y la Argentina.

La revolución iraní de 1979 y la guerra de Irán con Irak a partir de 1982 fueron decisivas para que Turquía tuviera una fortísima ayuda financiera y pudiera aumentar fuertemente sus exportaciones, mientras México entraba en default y se iniciaba la crisis de la deuda latinoamericana (EFE)

Sin embargo, Turquía pudo postergar la cuestión por varios años. La revolución iraní y la invasión soviética de Afganistán en 1979 hicieron que por presión de EEUU los bancos internacionales y los organismos con sede en Washington dieran una fortísima ayuda financiera a Ankara, que así pudo simular sus problemas, ayudada también, a partir de 1982, por la guerra entre Irán e Irak que impulsó las exportaciones turcas. Por primera vez, en esos años, las ventas turcas a Medio Oriente superaron las ventas a los países de la Comunidad Europea.

2-Efecto Tequila; Turquía avisó antes, pero no la escucharon

Poco más de una década después, Turquía no pudo disimular una acumulación de gasto público financiada con deuda y sufrió una severa crisis bancaria. Entre fines de 1993 y los primeros 3 meses de 1994 el Banco Central perdió la mitad de sus reservas y la lira la mitad de su valor. Ese año, el PBI cayó 6% y a medida que Turquía recurrió a la emisión para suplir la extinción crediticia, la inflación anual superó el 100 por ciento.

Quizás por el menor grado de globalización financiera (no existían aún los “bonos Brady” ni el “riesgo-país” medido a través del EMBI) y la lejanía geográfica, el aviso no fue escuchado en América Latina, que despertó recién con el default de los tesobonos mexicanos en diciembre del mismo año. La crisis afectó en especial a 4 países: México y la Argentina, porque los inversores consideraron que tenían esquemas económicos similares (“la Argentina no es México”, se desgañitaba en foros internacionales el entonces ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo) y Guatemala y Uruguay, como sus respectivas “provincias económicas”. Igualmente, por las características de “contagio” que tuvo, el entonces director del FMI, Michael Camdessus, calificó el evento como “la primera crisis del siglo XXI”.

3- Crisis del 2000/2001: el año que viene, a la misma hora

Casi en simultáneo con la devaluación brasileña de 1999, Turquía cayó en una crisis bancaria que se desarrolló a lo largo de todo el 2000 y empezó a encarrilarse recién en 2001 con un plan de estabilización y la asistencia crediticia del FMI. El primero de esos créditos, un Stand-by tradicional por poco más de USD 21.000 millones, había sido otorgado el 22 de diciembre de 1999, doce días después de la asunción presidencial del gobierno de Fernando de la Rúa en la Argentina.

Diciembre de 2001; argentinos haciendo cola al inicio del "corralito bancario. Turquía lo había vivido un año antes.

La crisis, sin embargo, se arrastró durante todo el 2000 y empezó a superarse recién en 2001, cuando el Fondo concedió un “suplemento de reservas” de más de USD 8.000 millones que sirvieron para superar, al fin, la crisis bancaria. Todo sucedía al mismo tiempo que la Argentina se acercaba a la crisis de fines de 2001 y la devaluación de principios de 2002.

4-Crisis del 2018: de nunca acabar

En abril de 2018 la sequía, que recortó los ingresos de dólares por exportación, y el cese abrupto del crédito externo dejaron sin aire al gobierno de Mauricio Macri, que recurrió a un crédito de USD 30.000 millones del FMI. La idea era que el “paquete” convencería a los inversores de retomar el crédito, pero no funcionó. En agosto, una fuerte crisis financiera en Turquía, que afectó a varios bancos europeos e impactó en la cotización de las monedas de países emergentes, fue decisivo para que el BCRA y el FMI decidieran el cambio de estrategia cambiaria, buscando acelerar la eliminación de las Lebac, lo que fue determinante para el pedido de un aumento del crédito del FMI, que en septiembre se estiró a USD 57.000 millones.

La crisis turca reivindicó los alertas de Tim Lee, analista de GT Management y editor del newsletter PiEconomics, cuyos estudios sobre los problemas financieros lo llevaron a estimar que Turquía necesitaba un “rescate” de USD 100.000 millones.

5-Crisis actual: la teoría económica de Erdogan

La crisis actual es, con altibajos, la continuidad de la iniciada en 2018, acentuada por las acciones políticas y económicas del régimen de Erdogan. En lo que va de su actual presidencia, ya echó a 3 presidentes del Banco Central y en lo que va de 2021 ordenó recortar en 4 puntos la tasa de interés (de 19% a 15% anual) en un contexto de suba mundial de tasas por temor a la inflación.

Contra la teoría económica, Erdogan argumenta que la inflación es culpa de tasas de interés altas y que se puede reactivar la economía debilitando la moneda. Además, dice que su país libra una “guerra de independencia económica”.

La aparente apuesta de Erdogan es que el debilitamiento de la lira lleve a una explosión exportadora que sirva de salida de la crisis

Su aparente apuesta es que el debilitamiento de la lira lleve a una explosión exportadora que sirva de salida de la crisis.

Para reforzar esa posibilidad, el último martes, mientras la lira se derretía, Zulfu Demirbag, un legislador del AKP, el partido de gobierno, sugirió una receta simple: “comer menos”. Si comprábamos dos kilos de tomates, ejemplificó, “ahora compremos dos tomates”.

Una oficina de cambio de divisas en Estambul (EFE)

Un parecido notable de la crisis turca con ciertos vicios argentinos recientes son los datos de inflación anual: oficialmente es aún inferior al 20%, pero cálculos extraoficiales le estiman en poco más del doble. Y aun dando por bueno el dato oficial, el inversor Charlie Bilello, de Compound Capital Advisors, advirtió en un reciente tuit que Venezuela, (1.575%), la Argentina (52,1%) y Turquía (19,9%) encabezan un ranking de inflación de más de 30 economías desarrolladas y emergentes.

Feletti, de Liniers a Estambul

Otra similitud “económica”: el gobierno de Erdogan envía policías y técnicos a investigar cadenas de supermercados y mercados callejeros y aplica multas por precios “excesivos”. Mientras, el salario mínimo cayó del equivalente a USD 380 a USD 220 mensuales, empresas de venta de fertilizantes y medicinas importadas dejaron de vender, por la incertidumbre sobre el costo de reposición, y en lo que va del año 3.000 médicos dejaron Turquía (la mayoría hacia Alemania) por falta de perspectivas.

Una tabla de tasas de inflación en economías desarrolladas y emergentes: al fondo, entre las más altas, Venezuela, la Argentina y Turquía

“Turquía está visto como un mercado emergente, volátil, con una tradición de ejecutivo fuerte, una economía mediana y una relación estratégica con la OTAN y Europa. Es un país que depende mucho de los humores de los mercados de capital”, dijo a Infobae Daniel Marx, exsecretario de Finanzas. ¿Puede “contagiar” a la Argentina? “Un poco sí: al ser una economía vulnerable, recuerda a otras economías vulnerables, pero la Argentina está un poco diferenciada, por ser standalone”, respondió el ahora director de la consultora Quantum, al referirse al tipo de contagio que genera la “aversión al riesgo”.

Ziad Daoud, un analista internacional, fue menos diplomático. Refiriéndose al potencial alza de tasas en EEUU (tapering) dijo a principios de noviembre: “las lecciones históricas sugieren que los mercados emergentes tendrán dificultades para evitar la fuga de capitales si la Fed pisa el freno en 2022″. Los más expuestos dentro de los emergentes, precisó, “son unos pocos: Brasil, Egipto, Argentina, Sudáfrica y Turquía: llamémosles las BEASTs” (“bestias”, en inglés).

Turquía es un mercado emergente, volátil, con una tradición de ejecutivo fuerte, una economía mediana y una relación estratégica con la OTAN y Europa. Depende mucho de los humores de los mercados de capitales. ¿Puede “contagiar” a la Argentina? “Un poco sí” (Marx)

Por cierto, la crisis de la lira turca es una de cuatro causas identificadas detrás de los más de 1.800 puntos de riesgo-país que surge de la cotización “de default” de los bonos argentinos: los otros son los “ruidos monetarios”, una brecha insostenible y la escasez de reservas del BCRA.

Más preocupante aún son los parecidos políticos, aunque Erdogan sí logró cambiar la constitución y el sistema político del país, de parlamentario a presidencialista.

En su libro “Cómo perder un país”, la periodista y escritura turca Ece Temelkuran, ahora exiliada en Croacia, cita los 7 pasos que dio Erdogan con su “Partido de la Justicia y el Desarrollo”. 1) crear un movimiento, 2) trastocar la lógica y atentar contra el lenguaje, 3) apostar por la posverdad, 4) desmantelar los mecanismos judiciales y políticos, 5) diseñar su propio modelo de ciudadano, 6) dejar que ese ciudadano se ría del horror y, finalmente, 7) construir un país a medida.

¿Cuántos de esos pasos dio ya la Argentina?

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