Los bonos argentinos sufrieron ayer un duro golpe y terminaron en los precios mínimos de 2021. El riesgo país terminó rozando los 1.800 puntos básicos, alejando cada vez más al país de recuperar el acceso al financiamiento voluntario de los mercados. El derrumbe se produjo en medio de un episodio que le pegó fuerte a los mercados emergentes: la devaluación de más de 13% de la lira turca, tras la decisión del Banco Central de ese país de bajar las tasas de interés de manera inesperada.
El escenario de una posible suba de tasas en los Estados Unidos también es negativo para los bonos emergentes, porque les quita atractivo. Y aunque todavía faltan muchos meses para que suceda, la Reserva Federal ya anunció una reducción del estímulo que vuelca mensualmente al mercado. Esto significa que empezó a desandar el camino de la mega expansión monetaria que empezó en marzo del año pasado para auxiliar a los individuos y a las empresas afectadas por el cierre de la actividad a causa de pandemia de Covid-19.
“A estos niveles, el valor implícito en los bonos marca una posibilidad de default de casi 30% para los próximos 12 meses y del 75% de acá al 2024″ (Juan Manuel Pazos)
Por tratarse de activos de alto riesgo, los bonos argentinos fueron los más afectados durante la jornada. Las caídas se ubicaron entre el 3% y el 4%. Incluso algunos títulos como el Global 2038, que venían siendo recomendados por los analistas porque tienen cupones de intereses más altos, no resistieron la ola de ventas y cayeron como el resto.
El nuevo derrumbe de los bonos no se explica sólo por la devaluación de Turquía. Obviamente las dudas de los inversores por el futuro de la economía argentina resultan hoy el principal factor que mantiene los precios de los activos por el piso. La expectativa está puesta en un próximo acuerdo con el FMI, pero aún en este caso subsisten fuertes sospechas del mundo financiero.
El principal temor es que el Fondo se quede corto con las exigencias que figuren en el nuevo acuerdo, por lo que no se avanzaría con ninguna reforma estructural que precisaría la Argentina para dejar atrás las crisis recurrentes. Lo que sí es un hecho es que se negociará una reducción del déficit fiscal y menor expansión monetaria del Central para asistir al Tesoro. Sin embargo, el consenso hoy es que un acuerdo tampoco sería suficiente para disipar las dudas que existen sobre el funcionamiento de la economía.
Los bonos argentinos sufren por todos lados. A las dudas de los inversores en relación al futuro acuerdo con el FMI, se sumó la devaluación de la lira turca y el temor de una suba de tasas en Estados Unidos, que tendría un fuerte impacto negativo en mercados emergentes
Con la última caída, los bonos más cortos como el AL2030 quedaron con rendimientos del 23% anual en dólares, mientras que los más largos superaron el 20% anual. Se trata obviamente de tasas que dejan afuera cualquier posibilidad de acceder financiamiento. Pero además también complica a las empresas que precisan fondos frescos para invertir o incluso para refinanciar vencimientos.
Juan Manuel Pazos, economista jefe de TPCG Valores, indicó que “a estos niveles, el valor implícito en los bonos marca una posibilidad de default de casi 30% para los próximos 12 meses y del 75% de acá al 2024. De los precios surge que la quita de capital esperada se encuentra en orden del 50%”.
En otras palabras, los inversores ven prácticamente inevitable que la Argentina vuelva a incumplir con el pago de la deuda y se embarque a una nueva reestructuración. Este clima negativo además revela los errores cometidos por Martín Guzmán al renegociar la deuda el año pasado. No logró bajar el riesgo país, el Gobierno siguió encerrado financieramente y los inversores están convencidos que hará falta una nueva renegociación, pese a que la anterior renegocación se cerró hace menos de 15 meses.
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