Avanzar en un acuerdo con el FMI, la explicitación de un “programa económico plurianual”, control del déficit fiscal, convocatoria al diálogo y respaldo a Martín Guzmán. En un inesperado discurso grabado tras el nuevo revés electoral, Alberto Fernández procuró dar algunas señales de lo que se puede esperar para la segunda parte de su mandato. El apuro del mensaje es entendible: tiene el desafío de mostrar un rumbo y mostrar gobernabilidad para evitar que la situación crítica en materia cambiaria genere un nuevo estallido durante el verano.
Es esperable que la nueva derrota del kirchnerismo, incluyendo el resultado un poco más ajustado en la provincia de Buenos Aires, tenga un impacto favorable en los ánimo de los inversores. En los próximos días cabe esperar que se calme el impulso del dólar libre e incluso que el Banco Central deje de perder reservas. No sería extraño además que se produzca un fuerte repunte en acciones y bonos.
Aún en caso de que se produzca una reacción positiva de los mercados tras el resultado electoral, habrá que trabajar a fondo para solucionar los problemas que arrastra la economía argentina. Los desequilibrios fiscales y monetarios requieren de un acuerdo con el FMI
De todas formas, posiblemente no ocurra el escenario de una remontada eufórica de los activos argentinos, ante por una sencilla razón: la “paliza” que muchos esperaban para el Gobierno en la elección tras el resultado de las PASO no tuvo la contundencia que muchos esperaban en la previa. Si bien el oficialismo perdió el quórum en la provincia de Buenos Aires, achicó fuertemente la diferencia en la provincia de Buenos Aires.
La ausencia de Cristina Kirchner, que evitó participar en la foto de la derrota, marca un enorme interrogante, que deberá ser digerido por los inversores. Luego de las PASO, la vicepresidenta dio a conocer una dura carta con críticas al Presidente y precipitó varios cambios en el Gabinete. Cuesta pensar que ahora se mantendrá al margen o no volverá a reaccionar tras otro resultado desfavorable.
Una reacción positiva de los mercados, sin embargo, no corrige ninguno de los grandes desequilibrios que acumula la economía argentina. La inflación del 50% anual y una brecha cambiaria del 100% reflejan con crudeza el tamaño de los problemas que deberá afrontar el Gobierno en los próximos dos años.
El Presidente dejó en claro que no piensa en un recambio de Gabinete y seguirá con su ministro de Economía. Es la señal más clara respecto a la decisión de buscar un acuerdo con el FMI. Sin embargo, aún no hay un plan concreto que plantee una salida gradual del cepo o una baja en serio de la inflación. Al contrario, hasta ahora todos fueron parches de corto plazo, como nuevas restricciones para acceder al mercado cambiario o congelamientos de precios.
Luego de las PASO, la vicepresidenta dio a conocer una dura carta con críticas al Presidente y precipitó varios cambios en el Gabinete. Cuesta pensar que ahora se mantendrá al margen o no volverá a reaccionar
Habiendo dejado atrás las elecciones, ahora ya no hay excusas para seguir dilatando las negociaciones con el Fondo. El interrogante es qué apoyo tendrá Guzmán dentro del Gobierno para aceptar las exigencias que lleguen desde Washington. La normalización del mercado cambiario y plantear un escenario de equilibrio para las cuentas públicas serán contenidos imprescindibles del eventual acuerdo. Sin embargo, hasta ahora no hubo señales concretas de avances en esa dirección.
El anuncio de un proyecto de “programa plurianual” marca el principal giro de Alberto Fernández. El Presidente siempre se mostró contrario a elaborar “un plan”. Pero ahora las urgencias ante la falta de reservas y el pico inflacionario desencadenaron un súbito cambio de postura.
La promesa es entregar este plan en los primeros días de diciembre. No hay tiempo para perder, considerando que el aumento de la brecha hizo crecer aceleradamente las expectativas de una devaluación del tipo de cambio oficial. El objetivo de Guzmán, que incluso está explicitado en el proyecto de Presupuesto 2022, es avanzar con un ajuste más rápido del dólar oficial pero sin generar movimientos “disruptivos”. Para avanzar con ese plan, el Gobierno apuesta ahora al arreglo con el FMI, el cual deberá hacer equilibrio entre la expectativa de los mercados y las presiones de la tropa propia. Avanzar con un ajuste, descongelar las tarifas de los servicios públicos o incluso cambiar los aliados internacionales que hoy tiene la Argentina no son cuestiones en las que el kirchnerismo duro estaría dispuesto a ceder.
El rol de los gobernadores, cómo queda el poder del Presidente y el rol de Cristina Kirchner dentro del Gobierno serán los temas que se seguirán con atención en las próximas jornadas. Recién después llegará el turno, si es que ocurre, de sentar en una mesa de diálogo a la oposición, empresarios y sindicalistas para discutir qué rumbo debería adoptar la futura política económica.
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