Los inversores, más pendientes de la reacción de Cristina Kirchner que de la evolución del dólar

En el corto plazo seguirá el cepo muy estricto y sólo acelerará gradualmente la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial. Para quienes invierten, hoy la política es mucho más determinante que la economía para proyectar qué puede pasar

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El presidente y su vice
El presidente y su vice en el acto de cierre de campaña del FDT, en Merlo. ¿Seguirán tensando la cuerda sin romperla? REUTERS/Matias Baglietto

El resultado electoral de hoy no modificará sustancialmente los planes que tiene el equipo económico para el manejo de la economía en los próximos meses. Si hasta ahora la idea consistía en llegar –sin mayor éxito- a las elecciones con más consumo y dólar bajo control ahora el objetivo del ministerio de Economía y el Banco Central es administrar la transición hasta que llegue el acuerdo con el FMI. Serán 100 días en los que sobre todo habrá que evitar errores para no desatar una crisis cambiaria o inflacionaria todavía peor.

La última semana marcó un fuerte stress para el mercado cambiario. El Central tuvo que vender USD 1.040 millones de sus reservas para evitar que se dispare más la brecha cambiaria y además mantener el ritmo casi imperceptible de devaluación del tipo de cambio. El viernes fueron necesario casi USD 300 millones para bajar el dólar libre a $ 200 en la previa electoral, es decir el mismo precio al que había arrancado la semana.

Aunque ya hay una hoja de ruta medianamente elaborada, está claro que el resultado electoral impactará y mucho en la economía que se viene. Una nueva derrota del oficialismo, igual o peor que la de las PASO, tendría dos efectos inmediatos. El primero es que ayudaría para tranquilizar el dólar y ponerle un techo aunque sea momentáneo a la brecha cambiaria. Algo de eso sucedió luego de las primarias, hasta que estallaron las internas palaciegas. También cabe esperar un rebote de acciones y bonos locales, que llegaron a la previa electoral por el piso.

Es razonable esperar que una nueva derrota del kirchnerismo, igual o peor que en las PASO, ayude a estabilizar el dólar y a la vez impulse los precios de bonos o acciones. Pero enseguida habrá que seguir de cerca cómo se resuelven las nuevas internas que se desatarán entre las principales figuras del Gobierno

El otro impacto de una eventual derrota del Gobierno es justamente el efecto que podría generar puertas adentro. ¿Qué rol tendrá Cristina Kirchner en el segundo tramo del Gobierno? ¿Los gobernadores tendrán mayor peso en las decisiones? ¿Es intocable Martín Guzmán hasta el acuerdo con el FMI? ¿Alberto Fernández y Cristina seguirán tensando la cuerda sin romperla?

¿Es intocable Guzmán? ¿Qué márgenes
¿Es intocable Guzmán? ¿Qué márgenes políticos le proveerá el presidente en la negociación con el FMI?

El comportamiento de la política, mucho más que el dólar, es la principal variable que estarán observando los inversores. En materia económica y financiera, los caminos son acotados, estrechos. En cambio, la reacción de los distintos referentes de Frente de Todos ante un resultado adverso admite infinitas conjeturas. La explosiva carta de Cristina y la renuncia de medio gabinete no estaba en los cálculos de nadie días antes de las PASO. Lo mismo puede decirse ahora: si hay un “cisne negro” puede provenir mucho más de las reacciones del mundo político que del comportamiento de variables financieras.

Por supuesto esto no significa que el comportamiento del dólar no resulta gravitante, pero su cotización es un termómetro de expectativas sobre el futuro. Más allá de las especulaciones políticas, algunas cuestiones puntuales podrían ayudar a tranquilizar la cotización en el cortísimo plazo. En primer lugar, una cosecha récord de trigo, que tendrá un volumen superior a los USD 3.000 millones. La mayor parte debería ingresar en diciembre. No debe descartarse una pulseada de las cerealeras con el Banco Central, a la espera de un tipo de cambio más alto para ingresar las divisas.

La expectativa es la de una cosecha récord, que llegaría a los USD 33.000 millones. Semejante volumen sería fundamental para el objetivo de Guzmán, que es la de evitar a toda costa una devaluación brusca. No hay demasiados misterios por el frente cambiario y tampoco mucho margen para hacer otra cosa. Por eso, seguirán las minidevaluaciones diarias del tipo de cambio oficial, pero seguramente el ritmo irá en aumento posiblemente pocos días o semanas después de las elecciones.

Si aparece algún “cisne negro” no será por la economía, ya que los desafíos en relación al dólar y a la inflación son más que conocidos. Las mayores incertidumbres y posiblemente sorpresas vendrán por el lado de la política. Son esperables fuertes reacomodamientos en el Gobierno si el resultado de hoy es adverso

La especulación del mercado es que se pase de un ritmo de 1% mensual a algo más cercano a la inflación, en torno a 3%. ¿Alcanzará ese ajuste para empezar un “sinceramiento” del mercado cambiario? Nadie lo sabe, pero la respuesta una vez más habrá que buscarla mucho más en factores políticos que económicos.

Por supuesto que el bajo nivel de reservas condiciona toda la política cambiaria, por lo que es impensable una salida del cepo cambiario. Una de las principales discusiones con el staff del Fondo es cómo ir hacia un esquema que deje atrás los múltiples tipos de cambio. Sin embargo, no hay una fórmula mágica para conseguirlo. Lo único realmente útil para normalizar el funcionamiento del mercado cambiario es la confianza.

(Maximiliano Luna)
(Maximiliano Luna)

El sinceramiento de variables económicas también está relacionado con los precios, en un esquema que viene abusando de los congelamientos. El economista Fernando Marull estimó hasta dónde llegan los atrasos y qué impacto podría tener en la inflación un ajuste. En el caso de la nafta, por ejemplo, el atraso oscila entre 22% al 35%. Por lo tanto, es cantado que los aumentos a los surtidores llegarán a partir de enero, luego del congelamiento de este segundo semestre. Siendo YPF la principal perjudicada por dicha política, no hay demasiado tiempo para perder.

El caso de las tarifas de servicios públicos es mucho más complejo. Acumulan 150% de atraso desde abril de 2019, que Marull estima en 7 puntos de inflación en caso de ir a una actualización completa. Claro que en este caso no sólo importa el impacto en el índice de precios, sino en la capacidad de pago de los consumidores, que ya vienen muy golpeados por años de caída del poder adquisitivo.

El dólar oficial comenzará a moverse a un ritmo más rápido, posiblemente algunas semanas después de las elecciones, pero el equipo económico descarta una devaluación brusca. Si es necesario, se endurecerá todavía más el cepo para suavizar las presiones del mercado. La nafta, en cambio comenzará a subir después de fin de año

En el caso de alimentos y bebidas la situación es menos dramática porque el congelamiento es más reciente. El secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, reconoció que en enero habrá que revisar todos los valores, aunque al mismo tiempo dejó trascender que se elaborará una canasta más acotada de productos de la canasta alimentaria que quedarían “regulados”.

Los inversores tanto en Buenos Aires como en Wall Street estarán más que nunca atentos a la pantalla. Pero no será para seguir las primeras cotizaciones del dólar o la evolución de los bonos. En realidad, esta vez todas las miradas confluirán a la televisión, los gestos de Cristina, Alberto y Sergio Massa. ¿Hay kirchnerismo para rato o es el principio del fin del experimento que dio excelentes resultados en 2019? De esa respuesta dependerá no sólo la apertura de los mercados el lunes, sino la posibilidad de llegar al 2023 sin que estalle una nueva crisis.

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