Mientras en la Argentina el dólar blue superaba los $ 202, casi asegurando que 2021 cerrará con una inflación superior al 50% pese a medidas como tarifas públicas fijas, freno al aumento de combustibles, retraso del tipo de cambio oficial para que haga de “ancla” de los precios y, últimamente, nuevo congelamiento de precios, desde Riad, el embajador argentino en Arabia Saudita, Guilllermo Nielsen escribía: “para los que opinan que la emisión monetaria no causa inflación”.
No lo hacía refiriéndose –no al menos directamente- a la inflación argentina, sino a la interanual de 6,2% en EEUU, la tasa más alta de los últimos 30 años, como informaba la nota de Javier Blas, corresponsal jefe de Energía de la agencia Bloomberg, que Nielsen retuiteó junto con su comentario.
Nielsen fue secretario de Finanzas de los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Como tal, tras el default argentino de diciembre de 2001, fue negociador ante el FMI y los acreedores privados y artífice de la primera restructuración de deuda, cerrada en febrero de 2005 con 76% de aceptación. Uno de sus activos como negociador, dijo una vez, era “saber putear en inglés”. Pero se alejó junto con su jefe, Roberto Lavagna, luego que éste denunció la “cartelización de la obra pública”, área en la que tallaba Julio De Vido.
Entre 2008 y 2010, sin embargo, Nielsen volvió a ser funcionario del kirchnerismo, como embajador en Alemania, donde el destino quiso que sus cartas credenciales las reciba el entonces presidente alemán, Horst Köhler, quien había sido director-gerente del FMI en la etapa más difícil del post-default argentino.
En 2019 pintaba como posible ministro de Economía de Alberto Fernández. Quizás lo dejó fuera de carrera el haber criticado al candidato a gobernador bonaerense de la misma coalición, Axel Kicillof, a quien acusó de tener un “total desconocimiento de las reglas financieras” y haber dejado al país jurídicamente expuesto a las demandas de los holdouts, que a esa altura ya había pagado el gobierno de Mauricio Macri.
Y páguele fuerte
No obstante, Alberto Fernández designó a Nielsen presidente de YPF, la empresa de mayoría estatal más grande de la Argentina, la que de hecho dicta el precio de los combustibles, mercado en el que explica cerca del 60% de la producción y la venta.
Nielsen, sin embargo, debió esperar más de 8 meses para poder hacer lo que quería desde un principio; actualizar el valor de los combustibles. Y apenas pudo empezar a hacerlo, fue reemplazado por Pablo González, kirchnerista de paladar negro, ex diputado y ex senador nacional por Santa Cruz, ex vicegobernador de Alicia Kirchner y de estrecha relación con Máximo Kirchner.
El presidente designó entonces a Nielsen embajador en Arabia Saudita, cargo por el que fue confirmado por el Senado a mediados de julio. Desde Riad, a juzgar por su actividad en Twitter, el embajador sigue de cerca los avatares mundiales del petróleo y la energía. Ante los senadores, había considerado su destino “un lugar sumamente interesante”, de cambios sociales y oportunidades económicas. De los primeros destacó dos: “las mujeres pueden manejar solas sin tener cubierto el rostro desde hace dos años y hace un mes pueden alquilar un departamento por ellas mismas”. Y de su futura tarea, un par de desafíos: atraer fondos sauditas y venderle al reino más vinos, forrajes y carne, “donde la Argentina ha perdido posicionamiento global”.
Economista de sólida formación, Nielsen fue durante varios años investigador de la ortodoxa Fundación FIEL, trabajó en altos cargos ejecutivos en el sector privado (al principio del menemismo denunció a la embajada de EEUU el Swiftgate, el pedido de coimas a la firma norteamericana, en la que entonces trabajaba, para autorizar la importación de maquinaria) y, ya en este siglo, fue miembro clave del equipo de Lavagna.
Finanzas y energía
Tras su paso por Alemania ahondó en el tema energético y su expertise financiero, se dijo al inicio del gobierno de Alberto Fernández, lo volvió ideal para presidir una YPF necesitada de masivas inyecciones de fondos para desarrollar Vaca Muerta, la joya energética argentina. Semejante CV difícilmente le permita entusiasmarse con la política económica oficial, algo que ayer le recordaban algunas respuestas a su posteo en Twitter. “Tu gobierno, caporale”, le dijo uno. “Mencionalos por nombre y apellido, Nielsen”, lo desafió otro.
Sucede que el posteo de Nielsen va contra la postura oficial de restar importancia a las causas fiscales y monetarias de la inflación. Como señaló en su momento Infobae, el propio BCRA ningunea la cuestión. Peor aún, el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, dijo recientemente que la inflación se debe a que “afortunadamente, en la Argentina la puja distributiva está viva y el pueblo disputa su porción de torta”. Feletti hasta dijo que otros países –que no mencionó- no tienen inflación “por falta de movilidad social, de aspiraciones”. Según esa interpretación, la inflación sería producto de la combatividad y el dinamismo y la estabilidad, de la resignación y la apatía.
Nielsen, desde Riad, volvió a recordar el factor monetario, que gráficos como el de abajo ponen en evidencia. Mientras, el dólar siguió subiendo, hasta llegar a 205 pesos.
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