El índice de riesgo país, ese indicador algo abstracto que muchos argentinos se acostumbraron a seguir prácticamente día a día durante la crisis de 1998 a 2002, llegó a 1.733 puntos básicos el viernes pasado (17,33% anual en dólares por sobre la renta que ofrecen los bonos del Tesoro de los EEUU). La cifra está lejos de máximos históricos: supo superar las 7.200 unidades en lo peor de aquella crisis de principios de siglo, pero se destaca porque está en niveles récord desde el canje de deuda concretado en septiembre del año pasado.
La cifra, muchas veces nombrada como una “prima de riesgo” se explica como el diferencial de tasa que que debe pagar la Argentina por endeudarse por encima de la que paga Estados Unidos, cuyos bonos son considerados la tasa “libre de riesgo”.
Y surge del precio de los bonos soberanos que tiene emitidos las Argentina. Cuánto más cae el precio de los títulos públicos, más alta es la tasa de interés que pagan. Esto es porque los bonos son una promesa de pago a futuro de un monto fijo de dinero por sobre el valor nominal. Y si el monto a cobrar es fijo, cuanto menor sea el costo de comprar esos papeles en el mercado, más alto es el rendimiento que en teoría ofrecen sobre ese valor de referencia. -Un bono que ofrece una renta de 5% anual en dólares sobre 100, si cotiza en el mercado 50, el rendimiento real se amplía a 10 por ciento-.
Pero entonces si los bonos argentinos ofrecen rendimientos siderales, ¿por qué no se ve a todos los inversores hacer fila para comprarlos y obtener esos resultados tan abultados Es que, precisamente, los títulos bajan -y sus tasas de rendimiento suben- en parte porque se percibe que son excesivamente riesgosos. Esos casi 20 puntos porcentuales de rendimiento en dólares son una promesa, a ojos del mercado, difícil de cumplir. O, en todo caso, dado que no hay pagos de intereses importantes por un período largo, al menos no son una promesa por la que haya que apostar hoy.
Un canje exitoso
Cuando en 2020 el ministro de Economía, Martín Guzmán, renegoció la deuda con privados del resto del mundo no era ese el propósito. Sí era el plan “patear” hacia adelante vencimientos que caían en estos años y se retrasaron, al menos los relevantes, hasta 2024. En ese sentido, el canje fue un éxito.
Pero si la Argentina se enfrentaba a un perfil de vencimientos más largo y cómodo, lo esperable era que la tasa de los bonos -o el riesgo país- se fuera reduciendo con el tiempo. Ese objetivo era de interés para los bonistas que entraron al canje, porque implicaba que los papeles que tienen en cartera subían de precio y, entre otras opciones, podían venderlos con una ganancia de capital.
Si la Argentina se enfrentaba a un perfil de vencimientos más largo y cómodo, lo esperable era que la tasa de los bonos -o el riesgo país- se fuera reduciendo con el tiempo
Pero también era deseable para el Tesoro argentino porque, por ejemplo, llegada la hora de pagar vencimientos importantes a una tasa más baja haría que no fuera obligatorio recurrir a las reservas del Banco Central para pagar. Al menos como opción, si el costo de tomar deuda fuera bajo siempre podía emitir nuevos títulos soberanos para cubrir un vencimiento y seguir estirando plazos.
El canje de deuda de agosto 2020 logró bajar la prima de riesgo argentina. El 9 de septiembre de 2020 el riesgo país estaba en 2.147 puntos, es decir, la sobretasa respecto de bonos de los EEUU de similar plazo estaba 21 puntos porcentuales.
El día siguiente, cuando el índice Embi+ Argentina de JP Morgan -el riesgo país- empezó a tomar la nueva canasta de bonos surgida del canje la cifra se recortó fuertemente: cayó a 1.101 unidades. O sea, estaba 11 puntos porcentuales por encima de la de EEUU.
Desde entonces, con menos vencimientos en el corto plazo y aire para poder pagar la prima de riesgo argentina tomó el camino inverso al deseable. De a poco, fue subiendo hasta llegar esta semana a superar los 1.740 puntos en algunas ruedas.
Implicancias sobre la economía real
Un argumento común, y en algún nivel válido, es que da lo mismo una prima de riesgo de 1.100 unidades que otra de 20.000 unidades. No conviene endeudarse a 11 puntos de tasa por encima de la estadounidense y tampoco a 200 puntos por encima. La Argentina esta fuera del mercado de deuda desde enero de 2018 y, si la tasa sube algo más, sigue afuera del mercado. Mucho no cambia.
La Argentina esta fuera del mercado de deuda desde enero de 2018 y, si la tasa sube algo más, sigue afuera del mercado. Mucho no cambia
Pero los especialistas explican que, por abstracta que suene la cifra, la prima de riesgo afecta el día a día de cualquier residente de argentina. Se perciba o no. “Te afecta directamente a la inversión privada”, explica Matías Surt, economista de Invecq.
“Porque si el riesgo del país es de 1.700 puntos, toda empresa que opere ahí va a estar contagiada de esa prima de riesgo. Si, hay super empresas grandes que logran endeudarse a tasas menores que las del Tesoro nacional, pero son monstruos que operan en más de un mercado, no sólo en la Argentina. El resto está condenado a que si al Gobierno le prestan a una tasa tan alta, para financiarse va a tener que pagar una tasa aún mayor”, explica Surt.
“Y el problema es que si una empresa quiere expandirse va a tener que recurrir a capital propio -dólares que tenga ahorrados- para poder hacerlo. Y si no los tiene, sólo va a poder encarar proyectos de inversión que tengan un rendimiento enorme. Si te prestan al 20% anual en dólares, tenés que ganar 22% anual. Una locura muy difícil de conseguir”, continúa Surt.
“Esos rendimientos los puede obtener, ponele, un unicornio como Ualá. Es una apuesta de riesgo pero con rentabilidades enormes. A esa empresa no la afecta. A los unicornios. Pero a la empresa común le resulta imposible. A 1% de tasa se pueden financiar hasta las empresas más chicas, normales o conservadoras. A una tasa del 20%, sólo super empresas”, concluyó.
Si te prestan al 20% anual en dólares, tenés que ganar 22% anual. Una locura muy difícil de conseguir (Surt)
“Así, una prima de riesgo alta implica menos inversión del sector privado. Menos empresas que abren una nueva fábrica, menos negocios que aumentan metros cuadrados, menos emprendimientos que suman más personal porque apuntan a expandirse. Menos actividad. Menos empleo”, destacó el economista de Invecq.
Más inflación
Pero ahí no se termina el problema para la economía en su conjunto, como explica el economista Fernando Marull de FMyA. Un riesgo país alto, hoy por hoy, explica parte de la inflación de 50% y también del dólar a 200 pesos.
“El canje fue un éxito al patear vencimientos y aliviar la carga financiera de corto plazo. Pero no te devolvió al mercado. Por ejemplo la crisis del Covid-19, para pagar por el IFE, ATP y tratar de salvar a las familias y las empresas del golpe te costó 8 puntos del PBI de emisión monetaria. Con un riesgo país más bajo, podés financiar ese gasto de emergencia con deuda. Y no sufrís la aceleración de la inflación ni la brecha cambiaria que tiene mucho que ver con ese dinero que tuviste que emitir”, explica Marull.
Con un riesgo país más bajo, podés financiar ese gasto de emergencia con deuda. Y no sufrís la aceleración de la inflación ni la brecha cambiaria (Marull)
México, Chile, Perú, Brasil, República Dominicana, Colombia, Panamá y Paraguay financiaron parte de los gastos extraordinarios que generó el pandémico 2020 con deuda colocada en el mercado. Y a tasas bajas en términos históricos: las inyecciones de liquidez de los bancos centrales más grandes del planeta hicieron bajar los costos de endeudarse (precisamente, como una manera de intentar paliar la pandemia).
Menos obra pública
La otra forma en que el abstracto riesgo país afecta a la economía del día a día tiene que ver con el sector público. Por ejemplo, hace que pensar una nueva línea de subte en Buenos Aires -por mencionar algo- sea imposible.
“Rutas. Infraestructura en general, no se suele pagar con capital propio. Es demasiado caro para un pago de una sola vez. Los gobiernos provinciales o nacionales financian eso con emisiones de deuda. Pero es algo imposible de hacer si vas a pagar tasas tan altas porque no vas a poder devolverlo”, explica a Infobae el economista Santiago Bulat.
“Y además te dice algo sobre la economía. Es un indicador de crisis, ¿qué te dice de la economía el hecho de que nadie quiera un bono argentino por más barato que esté? Te marca que a futuro se esperan problemas. Y eso afecta todas las decisiones”, agregó.
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