Hace poco menos de un mes, en un almuerzo con importantes dueños de empresas, el presidente Alberto Fernández dio un mensaje tranquilizador para el mundo privado respecto de la voluntad de acordar con el FMI para reestructurar los USD 44.000 millones. Les habló del primer trimestre del 2022 y remarcó que el diálogo con el organismo se estaba dando de forma constructiva para intentar obtener “el mejor acuerdo posible”. Se refirió así al reclamo por las sobretasas y a los mayores plazos que requiere la Argentina para poder cumplir con el pago de esa deuda.
Pero en las últimas semanas el discurso oficial se endureció. Eso incluyó hasta al ministro de Economía, Martín Guzmán, quien cultivaba el perfil bajo y la cautela en medio de la negociación, hasta que fue impulsado a jugar políticamente fuerte, en la antesala de lo que sería la cumbre del G20, en Roma, donde hubo reuniones técnicas con funcionarios del FMI, y en plena campaña electoral. “Acabar con la dependencia del FMI es un acto de soberanía”; o “La deuda se va a pagar, pero no a cualquier precio”, fueron dos de sus recientes frases públicas.
“El mensaje tranquilizador que nos dio el Presidente hace un mes atrás se atenuó. No es exactamente el mismo. Uno percibe una posición más radicalizada. Creo que este tema del FMI puede convertirse en una bandera política importante”, manifestó a Infobae el dueño de Aluar, Javier Madanes Quintanilla, uno de los empresarios que almorzó con el Presidente el pasado 12 de octubre.
En las últimas semanas el discurso oficial se endureció. Eso incluyó hasta al ministro de Economía, Martín Guzmán, quien cultivaba el perfil bajo y la cautela en medio de la negociación
Este endurecimiento del discurso contra el Fondo y su “responsabilidad” en el acuerdo firmado con el gobierno de Mauricio Macri hacen dudar a algunos empresarios no sólo sobre la viabilidad del acuerdo, sino fundamentalmente sobre los tiempos. Ya nadie cree que pueda concretarse a fin de año, pero hay quienes temen que se postergue más allá de marzo. Podría suceder, negociación con el FMI mediante (waiver), pero los costos serían altos, no sólo en términos de la carga de intereses que conllevaría, sino también en cuanto a la mayor incertidumbre que podría generar.
De todos modos, la mayoría del arco empresario está convencido de que la mayor dureza que se plantea públicamente desde el oficialismo tiene que ver, en primer lugar, con el calendario electoral, pero también con una posición de negociación para lograr los objetivos que se plantean en términos de plazos -se busca extender los pagos más allá de 10 años- y sobretasas -el reclamo es eliminarlas o reducirlas-, y que finalmente, sobre el final, habrá acuerdo.
No imaginan un escenario de default con el FMI, ya que no le serviría a ninguna de las dos partes, pero sí insisten en que el acuerdo se está demorando más de la cuenta. El país debe afrontar un pago en diciembre de USD 1.800 millones, que podría hacer con parte de los DEG que recibió en septiembre, pero en marzo los vencimientos ascienden a USD 4.000 millones y las reservas escasean.
La cumbre del G20 en Roma no sólo le sirvió al Gobierno para insistir, con el acompañamiento de los países del grupo, en el reclamo de las sobretasas, sino que también fue útil para avanzar con las reuniones políticas y técnicas entre las partes. De hecho, hubo encuentros del Presidente y de Guzmán con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y también hubo espacio para encuentros técnicos. Tanto es así que el equipo económico estuvo reunido con la directora interina del Hemisferio Occidental, Julie Kozack, y el jefe de la misión argentina, Luis Cubeddu, durante todo el día para avanzar en la negociación.
“La lógica indica que tiene que haber acuerdo. La Argentina necesita financiación y, sin acuerdo, no lo va a tener. Vamos a seguir colgados del mapa. Lamentablemente, siempre tenemos eso de dilatar las negociaciones y después se llega al arreglo, pero eso tiene sus costos. Postergar la negociación genera incertidumbre”, sostuvo el empresario Martín Cabrales. “La Argentina tiene que llegar a un acuerdo con el Fondo. No se puede dar el lujo de no hacerlo por muchas cuestiones que tienen que ver con la certidumbre, el impacto en las inversiones y en la macroeconomía. Cómo será ese acuerdo es parte de lo que se está negociando”, consideró el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), Iván Szczech.
Coincidió con esta visión el dueño de un importante laboratorio, quien planteó que no tiene dudas de que se acordará con el FMI, pero remarcó: “Cuanto más tarde, peor. Estirar la negociación no nos trae beneficios. Los daños colaterales en materia de incertidumbre, de no saber si se paga o no se paga, si nos vamos a hundir o no, son grandes. Si bien creo que no hay que acceder a todo lo que pide el organismo y demostrar firmeza, hay que hacerlo lo más rápido posible para ir cerrando frentes”, manifestó el industrial.
“La Argentina tiene que llegar a un acuerdo con el Fondo. No se puede dar el lujo de no hacerlo por muchas cuestiones que tienen que ver con la certidumbre, el impacto en las inversiones y en la macroeconomía” (Iván Szczech)
“Mi impresión personal, y espero no equivocarme, es que este endurecimiento tiene que ver con las elecciones del 14 y es sólo para destinatarios internos. Por lo que sabemos, el mensaje afuera es que hay vocación de arreglar. No hacerlo no les conviene a ninguna de las dos partes. Pero van a tener que presentar un plan con ajustes que obviamente no quieren anunciar antes de las elecciones”, remarcó otro empresario del sector de salud. Para el dirigente, “las consecuencias de no hacerlo implicaría un default con el prestamista de última instancia y, como consecuencia, también con el Club de Paris. Y ello afectaría el poco crédito que hay para el sector privado y la financiación comercial de las importaciones”.
También desde la Asociación Empresaria Argentina (AEA) consideraron de vital importancia avanzar lo antes posible con el acuerdo “para darle estabilidad a la economía”. En cuanto a las reformas que el organismo exigirá al país para avanzar en el pacto de facilidades extendidas, hay plena coincidencia en el establishment de que el país deberá instrumentar las políticas que contribuyan a lograr los objetivos planteados en el acuerdo. “Las reformas que deben realizarse dependen de la voluntad y el liderazgo político”, precisó Cabrales.
Hay quienes sostienen, en coincidencia con el planteo realizado la semana pasada por el ex titular del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, que el acuerdo se firmará, pero que luego la Argentina no hará las reformas que debe hacer para lograr mejorar sus cuentas y que garantizarían el repago de esa deuda que hoy se busca reprogramar.
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