Esta vez, ni las expectativas de un mal resultado electoral para el Gobierno terminan de entusiasmar a los inversores. Aunque las encuestas marcan que las legislativas podrían deparar un resultado incluso peor que el de las PASO para el oficialismo, los mercados prefieren esperar un poco más. La mayoría de los grandes jugadores ya se quemó con la Argentina apostando a Mauricio Macri y no quieren que se repita la historia.
Las principales dudas de los grandes bancos de Wall Street y brokers locales no pasa tanto por el resultado de las elecciones el 14 de noviembre, sino por el rumbo que seguirá la economía en los meses posteriores. El endurecimiento del cepo cambiario y los congelamientos de precios fueron, en ese sentido, malos indicios de lo que puede estar por venir.
Tanto el tipo de cambio como los bonos reflejaron claramente ayer, y lo vienen haciendo hace ya varias semanas, estos temores. Ayer el dólar libre finalizó levemente abajo del cierre del viernes, pero el “contado con liquidación” llegó a un nuevo récord de $ 213. Los bonos también reflejaron la falta de interés total del mercado por incorporar activos argentinos y el riesgo país se instaló la semana pasada por encima de los 1.700 puntos básicos, el mayor nivel desde la reestructuración de la deuda de hace poco más de un año.
Las apuestas tímidas que aparecen se canalizan en acciones. El motivo es bastante obvio: el posible impacto positivo de un cambio de clima político tendría un efecto mucho más favorable en el mercado accionario que en el caso de la deuda. Sin embargo, la mayoría de los papeles tampoco consigue despegarse demasiado. El índice Merval hoy tiene un valor equivalente a solo 410 dólares, pero en el mejor momento del gobierno de Macri, antes que estallara la crisis de 2018, había llegado a 1.800. Por lo tanto, existe un margen enorme de recuperación desde niveles muy bajos.
Hoy ya existe un desacople bastante notable entre acciones y bonos, que podría profundizarse luego de las elecciones legislativas. Para los inversores, la posibilidad de una nueva reestructuración es muy factible más allá de un cambio de signo político en 2023
Este panorama podría dar más impulso al “desacople” que hoy ya existe entre el comportamiento algo más firme de las acciones y la debilidad extrema que muestran los bonos.
Para un mercado que apuesta en contra del kirchnerismo, no deja de resultar llamativo que faltando menos de dos semanas para las elecciones no haya cierta euforia por colocarse en activos locales. Sobre todo considerando que ya hubo un resultado contundente en contra del Gobierno, que fue en las PASO del 12 de septiembre. Todo indica que le resultará extremadamente difícil al oficialismo dar vuelta aquel resultado, aunque el final es aún abierto en distritos como la provincia de Buenos Aires.
¿Qué hay detrás, entonces, de la cautela de los inversores? Básicamente lo que está pesando ahora es el temor a una situación financiera y cambiaria mucho más compleja después de las elecciones. Las escasas reservas líquidas en poder del Banco Central, la fuerte emisión monetaria que lleva adelante el BCRA –y que se acelerará en los dos últimos meses del año- y las demoras para llegar a un acuerdo con el FMI complican mucho más el panorama.
“Es posible que se produzca una crisis cambiaria o financiera en los próximos meses. Más motivos aún para comprar Argentina, porque se van a evaporar las chances de este Gobierno de seguir en 2023″, señalaba uno de los analistas de Wall Street más optimistas.
¿Qué hay detrás, entonces, de la cautela de los inversores? Básicamente lo que está pesando ahora es el temor a una situación financiera y cambiaria mucho más compleja después de las elecciones
La caída de los bonos también refleja el pesimismo sobre la capacidad de pago futura de la Argentina. El canje que llevó adelante el ministro de Economía, Martín Guzmán, permitió estirar tres años el vencimiento de los bonos, pero no achicó el volumen de deuda. Hasta ahora, no pasó nada que permita ser más optimista sobre la capacidad de pago de la Argentina en 2025, cuando ya hay vencimientos millonarios de los nuevos títulos emitidos en la última reestructuración.
La apatía de los inversores con los activos argentinos también puede estar relacionada, al menos parcialmente, con el mal momento que atraviesa Brasil. El dólar trepó a 5,65 reales, hubo salida de capitales y también caída de las principales acciones de ese mercado, en un contexto de mayor inflación y también dudas políticas por las elecciones del año que viene.
Un acuerdo con el FMI podría ayudar a encauzar las expectativas, pero la reunión del G-20 en Roma dejó en claro que todavía falta mucho para un arreglo. En el mejor de los escenarios, sobre finales del primer trimestre del año próximo podría estar sellado un compromiso que le permita a la Argentina patear los millonarios pagos que debe realizar.
Pero hoy pensar en tres o cuatro meses por delante es demasiado tiempo y así lo refleja la apatía de los inversores y el comportamiento del dólar, que empezó a despegar a mediados del mes pasado y siguió tomando velocidad en la apertura de esta semana.
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